EXTRACTO DESDE EMERGENCIA DE IMÁGENES ARQUETÍPICAS EN NIÑOS A PARTIR DE LA AUDICIÓN DE MELODÍAS ESPECIFICAS
(Proyecto para Trabajo de Grado en Psicología)
Ana María Vargas Betancur
C: 42791491
ASESOR: Ulises Cuellar
(Psicólogo especializado en Análisis Junguiano)
DEPARTAMENTO DE PSICOLOGÍA
FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANAS
UNIVERSIDAD DE ANTIOQUÍA
MEDELLÍN – 2002
EJE PROBLEMÁTICO
La relación entre la música y Lo que Carl Gustav Jung denomina arquetipo.
PLANTEAMIENT0 DEL PROBLEMA
La música es tan antigua como el lenguaje, a ella se le conoce como lenguaje musical; quizás no tanto por su antigüedad como por el sentido que se le atribuye de “expresión” y por que en su evolución llega a estructurarse con elementos gráficos y sintácticos similares al del lenguaje verbal, -las notas musicales como significantes, el pentagrama como contexto semántico etc.-. Sin embargo la música es denominada también “Lenguaje universal”, dado que en todos los grupos humanos desde épocas inmemoriales existe la creación sonora- musical y que diversos individuos con distintos idiomas pueden disfrutar de una misma pieza; ella no requiere de un código lingüística para ser significativa para el sujeto, la producción musical de una región puede trascender fronteras y ser reconocida y asimilada por individuos de regiones diversas.[1]
Es significativo el lugar que tenía la música entre los pueblos primitivos. La historia hebrea nos cuenta el caso de un grupo de semitas nómadas, llamados los habiru; creían en un dios paternal que les exigía una absoluta fidelidad y la compañía de la música en todos sus ritos, de hecho se habla del pueblo judío como uno de los pueblos más musicales de la historia occidental. “La música formaba parte de todos los acontecimientos que suscitaban el regocijo popular, ya se tratara de la vuelta de un conquistador o de la marcha de los profetas.” [2] Entre los griegos la música era uno de los saberes supremos, Yehudin Menuhin nos lo recuerda: “… hemos ido demasiado lejos en nuestra unilateralidad. Los griegos reconocieron los riesgos y en consecuencia consideraron a la música y a la gimnasia tan importantes como el adiestramiento de la razón”; para este pueblo la música era un regalo de los dioses. [3]
En la edad media se hablaba de las artes liberales, conocimientos a los que debía acceder de manera gradual todo ser humano que se diera por mínimamente instruido. Estas se dividían en dos grupos: “el trivium (la triple vía) y el cuadrivium (la cuádruple vía). Al trivium correspondía la Gramática, la Dialéctica y la Retórica, y al cuadrivium la Aritmética, la Geometría, la Música y la Astronomía. Con las tres primeras se aprendía a pensar y razonar debidamente por medio del conocimiento y significado de la lengua (Gramática), la coherencia lógica de la misma (Dialéctica), y finalmente, por su aplicación al discurso y la palabra (Retórica), verdaderos soportes y vehículos todos ellos del pensamiento. Sólo a través del trivium, de las palabras, voces y nombres de las cosas, podía accederse a las ciencias del cuadrivium, que eran superiores a aquéllas por cuanto que expresaban, y expresan, un conocimiento más esencial y profundo. Las cuatro ciencias del cuadrivium se referían directamente al estudio de los ritmos y de los ciclos, de la proporción y la medida, que como sabemos conforman la estructura prototípica de todas las cosas. Al trivium y al cuadrivium se añadía a veces el bivium, que comprendía la Alquimia y la Astrología. Finalmente este aspecto cosmogónico de las artes liberales no era sino el soporte mismo que permitía acceder a la realidad ontológica y metafísica.”[4]
Es también muy antigua La utilización de la música en la curación de enfermedades, lo cual es reseñado en textos tibetanos, indios, sumerios y egipcios entre otros; los griegos recogieron y desarrollaron gran parte de estas ideas, incluso platón afirma que la música es capaz de restablecer la armonía del alma perturbada por el cuerpo. La música es actualmente considerada como herramienta co-terapéutica dentro de procesos de rehabilitación psico- física. Médicos, psiquiatras y psicólogos vienen utilizándola con pacientes en coma, autismo, esquizofrenia infantil, cefaleas, en cuidados intensivos y en trastornos ansiosos y depresivos con éxito. No se sabe aún cuál es el papel preciso de la música dentro del proceso, pero algunas investigaciones registran que ciertos tipos de música influyen en la producción de algunas hormonas, desaceleran el metabolismo y la respiración, relajan el sistema muscular y el nervioso. “ La investigación moderna ha confirmado que apenas existe una simple función del cuerpo que no pueda ser afectada por tonos musicales, ya que las raíces de los nervios auditivos están ampliamente distribuidas y poseen conexiones más amplias que las de otros nervios del cuerpo… Incluso las redes neuronales son sensibles a los principios armónicos”( José A. Valencia, 1997,13-14) .
En la década de los 50´ surge en Europa una nueva propuesta terapéutica: la Musicoterapia. Thayer Gaston (Gaston, 1968), Medico y psiquiatra Francés, comienza a experimentar con pacientes autistas y esquizofrénicos, niños y adultos, logrando avances significativos en la relación de estos con el mundo exterior; de estas investigaciones surge el primer Tratado de Musicoterapia. Esta comienza a implementarse también con retardo mental y con personas normales en casos específicos de stress, ansiedad y depresión; tanto así que en la actualidad se concibe como un tipo de terapia alternativa utilizada principalmente con grupos, estructurada en fases, con estrategias definidas y métodos de registro que permitan el seguimiento del proceso y la ampliación de los conocimientos sobre los efectos de la música en el psiquismo humano( Benenzon, 1998). Son reconocidos musicoterapeutas de nuestro tiempo Juliette Alvin y Rolando Benenzon, Psicólogos, y en Colombia la Pianista y Médica Clara Solórzano.
En sesiones de Musicoterapia se ha observado durante la fase de expresión musical como los participantes, sin mucho conocimiento del quehacer musical y sin previo acuerdo, coinciden en las frases rítmicas y melódicas generándose sucesiones claramente armónicas, esto es, frases y pequeños párrafos musicales[5] . De igual manera se reporta un caso[6] en que durante la fase de expresión corporal coinciden los movimientos y figuras corporales que realizan los integrantes; uno de ellos comenta como ante la obra conocida como el Lago de los Cisnes, de piotr Chaikowsky, y bajo la indicación de realizar movimientos libres, las figuras realizadas coincidían tanto en la forma misma como en los desplazamientos espaciales, de tal manera que podría pensarse en la configuración de figuras colectivas que parecían por momentos coreografías concretas.
Se observa también[7] la influencia de la música en el comportamiento humano en el aula de educación musical; los niños y niñas entre los 6 y los 9 años permanecen más tiempo concentrados en la escritura y el coloreado en presencia de ciertas melodías; otras por el contrario dispersan la atención y movilizan al juego y la risa; en ninguno de los dos casos las obras son conocidas previamente por los alumnos. Igualmente se conoce el caso de una institución escolar que amenizaba los descansos con música; se detectó que ciertos tipos de música elevaban los tratos y reacciones agresivas entre los estudiantes de primaria, mientras otros disminuyen estas conductas; de hecho los coordinadores de convivencia reportaban un llamativo decrecimiento de quejas y problemas en este último caso.
Todos estos datos permiten vislumbrar la música en un lugar inherente a la vida humana, desde donde incide en ella, colectiva e individualmente; desde la antigüedad está ligada a lo divino y a lo excelso, a lo mágico y a lo sagrado, fue y sigue siendo herramienta de curación y de placer. Antropólogos y etnólogos se han detenido un poco en esta relación del hombre con la música.
Levi Strauss (Levi Strauss, Antropología Estructural, 1968) propone una análisis de los mitos comparable a una partitura por ser cada uno a su manera lenguajes que trascienden el lenguaje articulado, son “máquinas para suprimir el tiempo”; así mismo afirma que como el mito, la música tiene una eficacia simbólica que consistiría en una propiedad inductora que poseerían, unas con respecto a otras, ciertas estructuras formalmente homólogas, capaces de constituirse con materiales diferentes en diferentes niveles del ser vivo: procesos orgánicos, psiquismo inconsciente, pensamiento reflexivo. Para él los seres humanos respondemos a las estructuras articuladas del mito en forma similar a las respuestas que ofrecemos ante las repeticiones del contrapunto y las combinaciones de la armonía.
José Ayner Valencia ( Valencia, 1997, 34) remite a dos autores que se refieren a la estructura y el sentido de la música en relación con lo humano. El primero, Lindsay, médico y musicoterapeuta, considera que la música carece de la asociación específica de sonido- concepto característica del discurso. Los sonidos musicales están dispuestos en los patrones de memoria estructural análogos a la poesía o al ritmo, independientes de la comprensión. Sperber Dan, el segundo, antropólogo simbólico, opina que la obra de arte y el sistema religioso constituyen paradigmas de alta frecuencia simbólica. Es decir, que las figuras que acarrean y los constituyen pueden ser recogidas, interpretadas, traducidas e incluso traicionadas, sin que se agote el sentido. La música se perfila entonces para estas concepciones como algo que trasciende al individuo, que lo liga con un mas allá de sí mismo y del lenguaje verbal como tal, como algo que comparte la especie humana
En la psicología Carl Gustav Jung plantea un concepto que igualmente trasciende lo subjetivo y se ubica del lado de lo colectivo: el arquetipo . Para Jung (Jung, 1933,10) en el inconciente encontramos dos estratos: uno personal y otro colectivo; el primero es inherente a la vida individual, superficial, y contiene los llamados complejos; el segundo, más profundo y sobre el que descansa el primero, es innato, con contenidos y modos de comportamiento que son los mismos en todas partes y en todos los individuos, de naturaleza “suprapersonal”. Los contenidos de lo inconciente colectivo son los arquetipos. Los arquetipos se expresan en los sueños y en el mito, están “impresos en el alma y son capaces de diferencia y desarrollo infinitos cada uno de ellos”. Jung argumenta que los arquetipos son «categorías análogas a las categorías lógicas siempre presentes en todas partes como postulados básicos de la razón», con la diferencia de que se trata de «categorías de la imaginación»”[8] .
No es lo mismo arquetipo que representación arquetípica; los arquetipos son formas inconscientes desprovistas de contenido específico, mientras las representaciones, imágenes arquetípicas, son contenidos concientes de dichas formas y que varían de cultura a cultura y de individuo a individuo. Los arquetipos en cuanto forma son entonces posibilidades de imágenes comunes a toda la especie. La emergencia de una imagen arquetípica esta acompañada de afecto, no meramente de imágenes o ideas; así como existen categorías lógicas para la razón, los arquetipos son categorías de la imaginación que involucran y determinan gran parte de las acciones del sujeto, que lo trascienden.
Así las cosas, se percibe una relación del sujeto con la música y con el arquetipo que trasciende lo conciente y lo verbal; la significación emocional que el sujeto da a tal o cual melodía y el cambio de los comportamientos agresivos en el ambiente escolar que parece ser mediado por la música, remiten directamente a un contexto no verbal y a lo inconciente; La reacción del individuo ante el sonido musical no está mediada por la conciencia, él no puede dar cuenta del motivo último de su reacción. La música, de impacto y alcance inconciente, pero estructurada como un lenguaje, se constituye ella misma en representación sonora evocadora de imágenes y afectos; ella moviliza y es signo de identificaciones sociales donde la palabra impresa en la melodía poco o nada importan: punkeros, rockeros, raperos, son reconocidos grupos sociales que se designan según el tipo de música que los reúne y caracteriza.
Lo emocional y los valores culturales se enraízan en el inconciente; Diversas diciplinas de las ciencias sociales y médicas han investigado la relación música-emoción y música –cultura, y han determinado la reacción del sujeto como una proyección personal demarcada por una matriz de significación cultural subyacente en todo individuo o como una respuesta hormonal y fisiológica ante el estímulo sonoro (Valencia, 1997, 34-35). Estas explicaciones no responden, ni parecen preguntarse, por lo que puede existir en el inconsciente que permite esa relación tan estrecha y milenaria entre el hombre y la música. Las coincidencias observadas en musicoterapia exceden la postura de la proyección personal, la respuesta de los niños – tan consensual- ante la música ajena a su cultura no puede explicarse desde una matriz de significación cultural, matriz que tampoco explica el porqué del lugar que la música ocupaba en la antigüedad. La relación entre la música y lo inconciente se reduce aquí a una relación estímulo- respuesta, en donde la cultura imprime y el sujeto responde desde esa impresión; esto pierde peso ante las anotaciones que hace Dan sobre el sentido inagotable de la música y ante la homologación que hace Levi Strauss entre mito y música.
Estos aportes y las observaciones ya expuestas remiten al concepto de arquetipo; dejan abiertas las puertas para pensar el lenguaje musical como algo más allá de la cultura de turno, lo subjetivo y lo conciente, como algo que se liga con lo inconsciente, que es común a la especie y que influye poderosamente en la vida humana; permiten suponer una relación entre lo arquetípico y la música, quizá la posibilidad de que así como existen imágenes arquetípicas manifiestas en los sueños, en muchas obras pictóricas de la historia humana y descritas en las narraciones míticas, ciertas piezas musicales podrían expresar a su manera algún arquetipo, o como mínimo, producir la emergencia de este tipo de imágenes.
Se pretende entonces explorar esta supuesta relación entre arquetipo y música respondiendo a la pregunta por las imágenes arquetípicas que puedan surgir en niños y niñas entre los siete y ocho años, a través de la observación de manifestaciones pictóricas que den cuenta de las imágenes que surgen espontáneamente, inducidas por dos melodías previamente definidas; se establecerá para ello un análisis estructural de cada dibujo y uno comparativo entre las distintas producciones buscando patrones particulares y comunes que den indicio de representaciones arquetípicas. El objeto de estudio no es entonces la música, o la estructura subyacente en ella que pueda o no relacionarse con un arquetipo, sino las imágenes que emergen a partir de la audición de determinadas melodías, su estructura y las relaciones entre ellas, en una situación controlada que gira alrededor de la música como reactivo fundamental.
Las imágenes arquetípicas, o imágenes primordiales, son la expresión consciente del arquetipo, son el contenido que toma, según cada cultura y cada individuo, la forma preexistente. Dadas las propuestas de Strauss, Dan y Sperber, y el efecto observado en los niños y niñas de instituciones escolares ante ciertos géneros musicales, se plantea la posibilidad de que puede irse mas allá del comportamiento y la emoción al buscar la emergencia de estas imágenes como resultado de la audición de un estímulo musical.
Conocemos la existencia de un Carl Gustav Jung, pero desgraciadamente su teoría es poco conocida y casi inexistente la practica clínica junguiana, conocida como psicología analítica, en nuestro medio. Jung elabora sus teorías desde una clínica analítica, y desde un saber y método que se asemeja en parte al de las ciencias sociales, dados sus estudios de la filosofía oriental y la mitología; hablar del arquetipo es rozar ambas perspectivas. Su psicología profunda inserta lo analítico en el quehacer psicológico, su práctica y su teoría son fruto de su experiencia clínica y de sus lecturas de lo humano en los registros de historias personales y culturas. Estudia las imágenes primordiales en mitos, sueños y pinturas pero, si bien concibe las artes todas como medio de expresión arquetípica, no especifica este asunto con relación a la música.
No es posible saber que fue primero, el lenguaje o la música, pero podría creerse que ambas se originan y desarrollan paralelamente, dada la homología que las caracteriza. Lo que sí es evidente es que la música, a la par con el lenguaje, acompaña, expresa e influye en el ser humano; que entre el individuo y la música hay una relación de retroalimentación, se influyen mutuamente.
Desde La filosofía conocemos la historia y desarrollo de teorías sobre el devenir humano, muchas de las cuales la ciencia desconoce para luego volvérselas a encontrar ahora en su propio terreno. Así ocurrió con el concepto de inconsciente, que termino partiendo la historia de la psicología en dos; Se devela desde un método científico lo innominado del ser humano y el hecho de que su conciencia es solo una pequeña parte, la punta visible de su psique, que está influenciada por aquello de sí mismo que desconoce. Ahora no solo la biología y lo social lo trascienden; en sí mismo, en su existencia particular, ya se encuentra delimitado por lo reprimido de su propia historia; Freud refiere a un contenido inconsciente particular, Jung lo considera pero define también uno colectivo. Lo inconciente pasa a ser entonces objeto de estudio del psicoanálisis y se inserta en las consideraciones del saber y estudio de la psicología. Dos elementos son así estudiados por la psicología, entre muchos otros: la influencia del entorno y lo inconciente. Desde aquí puede entenderse porque la pregunta por la relación entre música y arquetipo encaja claramente en el discurso de la psicología; se ponen en relación dos variables que son inherentes a lo humano y que pueden y deben ser abordados por ella: La influencia de la música – estímulo del entorno cultural – y una parte de la propia psique.
Desde la psicología y la medicina se viene abordando el asunto de la música como herramienta terapéutica; las investigaciones evidencian y especifican las reacciones fisiológicas ante el estímulo sonoro, los cambios en el comportamiento y la movilización de emociones, pensamientos e imágenes en presencia de una melodía. Todas estas experiencias permiten vislumbrar la relación entre un estímulo externo y una respuesta del individuo ante él; hasta ahora ninguna da cuenta de una relación más trascendente, es decir, de la relación que existe entre una estructura que se percibe[9] y aquello que en el individuo estructura tanto la percepción como la respuesta. Es conocido que la percepción humana es una percepción determinada por los preceptos que se conforman en la psique; que no es natural como la de los animales, delimitada a la existencia del estimulo en el campo perceptivo, sino que está determinada por la significación; “ el ser humano no solo percibe forma y color, también percibe significado y sentido”( Vigotsky, 1979, pg35). Preguntarse por la relación entre música y arquetipo es buscar esa relación trascendente.
La clínica podría verse muy beneficiada en esta búsqueda. Si el inconciente colectivo, que contiene los arquetipos, se relaciona con el lenguaje musical a través de ellos, se abrirían las puertas para pensar el abordaje del inconciente particular desde esta relación; dado que son dos estratos de una misma instancia psíquica es lógico suponer que sería más directo ir de uno a otro, que desde otra instancia, la conciencia, que se halla, por naturaleza, distanciada de la instancia inconsciente por fronteras definidas, algunas de ellas infranqueables.
La música es utilizada como técnica terapéutica alternativa, y su uso se liga a lo que actualmente se conoce como nueva era; en nuestro medio no existen psicólogos que aborden el estudio y utilización de la música desde una perspectiva más rigurosa, menos intervencionista y más científica. Se desconoce el posible valor de este tipo de abordaje así como es poco reconocida la teoría y la práctica junguiana. Investigaciones como la que este proyecto propone pueden sentar las bases de un reconocimiento necesario que amplíe las propuestas y apuestas de la psicología hoy en Colombia, que abra el camino para un quehacer más efectivo y un mayor reconocimiento social y profesional en el medio.
En la psicología analítica el concepto de Psique abarca la personalidad toda, pensamiento, sentimiento y conducta consciente e inconsciente; regula y organiza las relaciones del hombre con su entorno y consigo mismo. Su estrato más profundo es el inconsciente colectivo u objetivo.( Rubino, V. 2000)
Jung ( Jung, 1977) plantea el inconsciente colectivo estructurado en formas o tendencias comunes a todos los seres humanos, estas formas se denominan arquetipos. “los arquetipos en sí son Dominantes del Inconsciente Colectivo, son Tendencias, Entes potenciales, estructuras virtuales, que no adquieren significado hasta no hallar expresión en el mundo exterior, por cuanto no percibimos los Arquetipos en sí, sino los arquetipos manifestados”
Esos arquetipos manifestados son lo que se concibe como representación o imagen arquetípica, que varía de cultura en cultura y de individuo en individuo pero que mantiene una caracterización común a todas y todos, » formas o imágenes de naturaleza colectiva, que se dan casi universalmente como constituyentes de los mitos y, al propio tiempo, como productos individuales autóctonos de origen inconsciente» ( Jung, 1977). Los arquetipos son entonces la plantilla, el molde inconsciente que da la forma para que emerja en la conciencia la imagen primordial, imagen arquetípica que cambia en sus caracterizaciones, pero que es consistente en el tiempo y entre culturas e individuos. “Las imágenes primordiales no siempre son las mismas: varían según la proyección cultural, por lo que inferimos que lo que se hereda son las mismas tendencias estructurales. Por tanto, los arquetipos son patrones subyacentes de la formación de símbolos, y no sus detalles específicos” (Rubino, 2000) .
La imagen es más primitiva que la palabra, de hecho se considera que la precede. Freud (Freud, 1918) en su libro El yo y el ello dice «el pensamiento de imágenes está mucho más cerca de los procesos inconscientes que el pensamiento verbal y es, sin duda alguna, mucho más antiguo que éste desde el punto de vista ontogenético y filogenético». Jung profundiza en este sentido concibiendo la emergencia de las imágenes primordiales como manifestación de lo que subyace en las profundidades de la psique tanto a nivel individual como colectivo.
Para rastrear las imágenes y utilizar la imaginación como herramienta psicoterapéutica, se diseña e implementa, entre varias, una técnica conocida como Ensueño Dirigido. El analista Juan Pedro Severino ( Severino, 2001) hace una breve reseña y descripción de esta: “El «ensueño dirigido» aparece por primera vez en la bibliografía psicoterapéutica en la revista Action et Pensée en el año 1931 por iniciativa de Charles Baudoin; en el año 1938 este mismo autor prologa la obra de Robert Desoille «La exploración de la afectividad subconsciente por el método del Ensueño Dirigido». La aparición de esta técnica en Francia coincide con una corriente de inquietud por las imágenes mentales y lo imaginario, corriente que desprendiéndose del racionalismo cartesiano, incursiona en lo irracional y en lo inconsciente”. Esta técnica aborda la imagen, promueve en el individuo, a través de unas directrices imaginarias, metafóricas, y del estado de relajación corporal, la emergencia de imágenes en la consciencia, de situaciones o eventos imaginarios que movilizan el inconsciente del sujeto en pos de la exploración de sus propios afectos y posibilidades. “El mérito de Robert Desoille consistió en la utilización del material imaginario con fines terapéuticos. El Ensueño Dirigido surge así como una técnica original que más allá de la simple «exploración de la afectividad» como pretendió inicialmente Robert Desoille, se convierte de hecho en una metodología de abordaje del inconsciente” .
Por otro lado, la hipótesis de una relación entre la estructura arquetípica y la música toma como eje central el concepto de eficacia simbólica propuesto por Levi Strauss ( Levi Strauss,1968). La eficacia simbólica es una propiedad inductora que poseerían, unas con respecto a otras, ciertas estructuras formalmente homólogas, capaces de constituirse con materiales diferentes en diferentes niveles del ser vivo: procesos orgánicos, psiquismo inconciente, pensamiento reflexivo. De esta manera, la estructura arquetipal y la estructura musical pueden pensarse como “ formalmente análogas, que tendrían una con respecto a la otra capacidad de inducción, es decir, de influirse recíprocamente. La música entonces puede entenderse desde aquí como una estructura sonora, inherente a la psique humana.
[1] La observación confirma esta afirmación; públicos en todo el mundo acuden a escuchar Jazz, Rock o clásica. La música es una de las mercancías más rentables, ya que todos los seres humanos respondemos a ella como algo natural y propio de la especie, aunque una matriz cultural subyacente parece estar siempre presente en lo que a gustos musicales se refiere, según José Ayner Valencia en su tesis La Eficacia simbólica de la música: La música como terapia.
[2] La música hebrea. En: www. Sefara.com. Página de la comunidad israelita de Asturias.
[3] Menuhin, Yehudin. La sabiduría griega y la música.
[4] González Federico. Introducción a la ciencia sagrada. En: www.geocities.com/athes/atlantis/8933/index.html
[5] La observación realizada de la fase de expresión musical fue una experiencia personal, durante un seminario de musicoterapia, orientado por clara Solórzano en 1997. El reporte de lo ocurrido en la fase de expresión corporal lo hizo una estudiante de teatro, durante una conversación que sostuve con ella sobre esta experiencia hace algunos meses.
[6] El reporte de lo ocurrido lo hizo una estudiante de teatro, durante una conversación que sostuve con ella sobre esta experiencia hace algunos meses.
[7] Estas observaciones son propias. La primera realizada durante el 2001 y el 2002 en una escuela rural en el corregimiento de Santa Helena donde me desempeño como profesora de música, la segunda en una institución de primaria y bachillerato en la comuna Noroccidental de Medellín entre 1995 y 2000.
[8] Vannoy Michael. Jung : acerca de arquetipos e imágenes arquetípicas. En: www.psicoactiva.com
[9] La música como el lenguaje es una estructura diacrónica. Un sonido no tiene significación musical si no se enmarca en un contexto de sonidos que se articulan con él en un lapso temporal.
BIBLIOGRAFÍA
Benenzon, Rolando. La Nueva Musicoterapia. Paidos, Buenos Aires, 1998.
Freud, Sigmund. Obras Completas. «El Yo y El Ello». Tomo XIX Amorrortu editores.
Buenos Aires, 1979.
Gaston, Thayer. Tratado de musicoterapia. París, 1968.
Jung, Carl Gustav. Arquetipos e inconciente colectivo. Paidos, Buenos Aires, 1977.
—————- Psicología y alquimia. Plaza y Janes, Madrid, 1977.
Valencia, José Ayner. La Eficacia Simbólica de la Música: La música como terapia. (Tesis de pregrado en Antropología. Universidad de Antioquia, Medellín, 1997.
Vigotsky, Leiv S. El Desarrollo de las Funciones Psicológicas Superiores. Plaza y Janés,
Madrid, 1979.
EN INTERNET:
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En: www. Sefara.com.
González Federico. Introducción a la ciencia sagrada. En:
www.geocities.com/athes/atlantis/8933/index.html
Menuhin, Yehudin. La sabiduría griega y la música.
Rubino, Vicente. Fundamentos del pensamiento de Carl G. Jung . En:
www. Fundación- jung.com.ar
Severino, Juan Pedro. Ensueño Dirigido y Psicodrama. En:
www. Fundación- jung.com.ar
Vannoy Michael. Jung : acerca de arquetipos e imágenes arquetípicas. En:
www.psicoactiva.com