Aceptar que existe un inconsciente, una vasta proporción de la psique que se extiende más allá de la conciencia, imaginando esta como la punta del iceberg de una estructura mucho más amplia (quizás extraordinariamente más amplia), es adoptar, automáticamente, esa forma de ver el mundo propia de las religiones orientales y del hermetismo universal: si miramos la realidad a través de una ventanilla limitada y parcial, lo que percibimos de ella (incluido de nosotros mismos) es un recorte engañoso, falso. Es, como diría la tradición, tratar de atisbar lo existente ocultos tras un tupido velo. Tomar por verdad una ilusión: Maya.
Tenemos que aceptar, por tanto, que cualquier psicología de lo inconsciente, incluso la más reduccionista y más reacia a lo esotérico, apoya la credibilidad de estas formulaciones religiosas. Al mismo tiempo, y recíprocamente, estas ideas místicas tan universales sobre la aprehensión de lo real, que conducen inevitablemente a promulgar como necesidad esencial del ser humano, como eje ético religioso, la expansión de la conciencia, eso que a veces es llamado «crecimiento interior», reafirman las topografías y las geologías psíquicas que defienden estas ciencias, a la par que sus (hablando ahora de un modo muy general) estilos terapéuticos: extender la conciencia, ampliar la visión de uno mismo y del mundo, desvelando lo inconsciente e integrándolo.
Como huelga decir, es la Psicología analítica la única de estas ciencias de lo inconsciente plenamente despierta sobre esta formidable convergencia, y cuya esencia es aceptar, apoyar y profundizar en las cruciales consecuencias de todo ello.
penelope dice
hola !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! PENELOPE
PENElope dice
q ace lokaaaaaaaaaa..?¿