El Collage de Lydia

collage de Lydia fragmento 1

El Tránsito Anhelado (Collage de Lydia)

Este Collage fue realizado por Lydia, una mujer de unos cuarenta años, culta, introvertida y con gran capacidad de introspección. El tiempo de ejecución fue más o menos de una hora y media. La composición tiene zonas de gran calidad como obra de arte plástico.

La parte izquierda está separada de la parte derecha por rocas, nieve con huellas y el recorte espontáneo de una silueta oscura de mujer. Esta zona izquierda representa el aislamiento social y emocional en el que Lydia se siente atrapada, irremediablemente, casi fatalmente. En esta etapa se ve invadida por la «oscuridad» de su mundo personal y se sumerge en un estado de depresión al que no le ve salida consciente (Imagen 1). El pájaro dorado que alza el vuelo representa el anhelo de transitar hacia una vida emocional más plena y expresiva, hacia una interioridad más rica y luminosa. Este abandona un grupo de pájaros oscuros, posados, que representan la inmovilidad y la aceptación, la resignación. El pájaro dorado vuela por encima de la oscuridad, buscando la parte derecha del Collage.

Por encima hay un tronco, sobre el que se arrastran dos pequeños osos, que refuerza el sentido de “puente”, esa necesidad de tránsito que el collage sugiere en esa zona izquierda. El tronco está, además, rematado por un arco iris en el que están todos los colores del espectro, la esperanza, el deseo profundo de una vida mejor, el sueño de algo más allá de la oscuridad inmediata.

Esta zona, de la parte inferior (izquierda), que representa el subconsciente personal, las sombras personales, está encerrado por la silueta de mujer oscura. Expresa con claridad el miedo que experimenta Lydia a quedarse encerrada en el aislamiento personal más extremo, el temor a hundirse en sus propias sombras. Hay que notar, además, que la silueta de mujer (recortada) tiene una papelera en la zona del sexo (un sorprendente hallazgo ya que ella no se dio cuenta de su existencia cuando la recortó) (Imagen 2). Expresa la decepción del sexo vacío (el sexo basura), sin sentido, las relaciones de pareja muertas, abandonadas…. De ahí el aislamiento acusado que se hace sentir como una sombra personal. Aquí la sombra es sinónimo de depresión, disminución del propio valor, aislamiento y falta de sentido.

En esta situación, Lydia se protege del exterior con una actitud extrema, cerrando la puerta de la intimidad a su amplio mundo de relaciones sociales. El indio en la parte superior, sobre clavos en punta, refuerza ese aislamiento arisco, distante, que aborda al observador, al mismo tiempo que fascina por un halo de profundidad tribal que envuelve la imagen. (Uno quisiera acercarse, pero no puede). (Imagen 3)

Pasando la mirada hacia la derecha del Collage observamos que empiezan los colores. Encontramos dos círculos. Uno que representa una espiral y unas llamas, y a continuación una vidriera, un rosetón. El círculo con llamas está compuesto recortando la piel de reptiles. Esta combinación de fuego y reptiles, (asombrosa, difícil de superar en su magistral síntesis y fuerza,) combina el calor del fuego con los animales de sangre fría. Es decir, las emociones de la mujer profunda, de la Hembra libre y plena, están en hibernación: son frías y, al mismo tiempo, hondas. Es una mujer creadora y, al mismo tiempo, oculta, tapada, no expresada (Imagen 4).

La vidriera de su derecha ahonda en esta línea y nos aporta algo más. El rosetón está formado por doce hombres en círculo (los apóstoles) y el centro se encuentra ocupado por una Mujer (la Virgen con el Mesías). Representa el espacio sagrado, la Mujer Sacerdotisa, la Mujer en relación a su propia realidad Sagrada, opuesta a las vacías sombras de su oscuridad personal, los pájaros oscuros. El pájaro dorado, entonces, prefigura el oro de lo sagrado, la transformación del plomo, (de las sombras y la depresión), en el oro de la espiritualidad (el Amor y el Conocimiento contenidos en el interior). El cambio supone, entre otras cosas, que Lydia emerja y se relacione con la vida y con el mundo, y consigo misma, desde el interior y no desde el exterior. El anhelo del Inconsciente es ese despertar, esa riqueza que conlleva Lydia como Mujer desde su núcleo más profundo y espiritual (Imagen 5).

Visto en perspectiva, la depresión se presenta como una etapa de interiorización. Es el primer eslabón en un proceso de transformación que debe iniciarse desde el núcleo más íntimo de la personalidad. De ahí el sentimiento de soledad, de caída y aislamiento que invade a la mente y a las emociones en esta etapa. El pájaro de oro, como el ave Fénix, resucitada de las oscuras cenizas de la depresión, presagia una salida desde el Inconsciente, como un fuego que no había llegado a vislumbrarse antes en la mente de Lydia.

Remata el ángulo inferior derecho con dos mujeres creadoras. Son actrices de teatro, teatro clásico y de autor, expuestas, por tanto al público y comprometidas vitalmente como creadoras. Es un mensaje a que Lydia supere su necesidad de ocultamiento y su personalidad escéptica con la vida, hacia un compromiso personal con su propia expresión vital.

La zona de la derecha describe la necesidad de Lydia de construirse una personalidad femenina que mire hacia el futuro, para no perpetuarse en una personalidad que se estanca en la depresión y en el sentimiento de fracaso. Esta zona está contrapuesta a la silueta oscura, que mira hacia el suelo, de espaldas a la nueva mujer que le llama desde lo más profundo de sí misma, y que representa su Mismidad. El miedo afrontar estos desafíos hace que incluso la depresión, y la disminución aceptada de la vida, resulte una situación en cierta manera cómoda.

Los labios y el zapato prefiguran una nueva imagen de su feminidad que debe incorporarse a la mujer profunda que es. Son aspectos de la feminidad que han sido abortados, apartados de la escena personal y que mutilan la totalidad de su Ser como mujer. Los labios pintados contrastan con la imagen distante, cortante, del indio sobre los clavos, inaccesible… Aunque los ángulos incisivos del zapato indican la necesidad de superar cierta crítica, que se convierte en agresividad oculta (Imagen 6). El color violeta indica que debe transmutar esa agresividad en iniciativas constructivas, (convertir «las armas en arados»), en una expresión y consolidación de su espiritualidad oculta y no desarrollada.

La espiritualidad es una parte estructural de nuestro Ser, de nuestra Mismidad. Lo Sagrado es un elemento omnipresente en el Inconsciente que se desdibuja al pasar por el tamiz de nuestra cultura habitual. Sin embargo, no deja de ejercer su influencia y de reclamar su núcleo de realidad incontestable en nuestra vida y en la extensión de nuestra existencia. De ahí que su desconsideración y olvido ejerza penosas repercusiones en aquellas personas que han accedido a una cierta profundidad en sí mismas, y que son propensas a desarrollar su espiritualidad y a desplegarla en la vida. Ellas necesitan lo Sagrado y una visión espiritual de si mismas y del Universo. Y esa necesidad responde a una realidad que ya existe en el trasfondo de su psiquis.

El siguiente fragmento es de un collage que realizó Lydia en una etapa posterior:

Un paseo por Collages propios


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Esta entrada fue modificada en 17 marzo 2019 18:36

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Raúl Ortega: Soñador e intérprete de sueños. Batería. Melómano del funk y el jazz. Creador y curador de Odisea del Alma. Ensayista. Terapeuta de orientación junguiana. Programador y desarrollador web. Criador de aves exóticas. Devorador de berenjenas y brevas. Bebedor de Ribera del Duero. Paradigmático puer aeternus. Hippie extemporáneo en formación continua.