Antes que se me olvide, quería subir una cosita al blog que se me ocurrío por asociación libre desde todo ese estupidísimo debate público que ha estado tan de moda sobre elefantes y reyes. Se trata de unas imágenes que, en realidad, hace mucho tiempo quería traer a colación. Podría decirse que es uno de los pocos documentos de que disponemos donde una moderna cámara de televisión ha logrado registrar escenas capitales de nuestra vida en el Neolítico. Aviso que hieren la sensibilidad. Al menos a mí me afectaron profundamente la primera vez que las vi, con lo que quedó de nuevo demostrado que soy un artificial engendro más, como tantos otros, de la cultura metropolitana, esa que crea sistemáticamente conciencias desvinculadas de la auténtica noción de lo que es Naturaleza, y la sustituye por unos conceptos más bien relacionados con una Diosa Madre bonachona, protectora y donadora (como un Estado del bienestar, poco más o menos). Lo cual nos convierte en no otra cosa a todos nosotros, sus hijos, que niños mimados. Hipersensibles. Alérgicos a la vida misma. Un urbanita que penetra en los secretos del bosque no puede otra cosa que huir horrorizado, de regreso al zoo, a los parques y jardines, a su perro y su gato. A la naturaleza podada, restringida, recortada. Falsa. Eso sí: con todo el amor del mundo. Por cierto que parece que estuviéramos hablando de la máscara junguiana.
El urbanita también regresa con hambre de su terrorífico paseo por el campo y se zampa un pollo con patatas. O una lechuga, da igual (todo es vida que se sustenta en muerte). Luego quizás lea un libro, a la luz de una edisoniana lámpara. Qué más noble y manso que eso, si no fuera porque ese libro no es otra cosa que más carne y más vísceras para alimentar la voracidad humana, y esa luz seguramente proceda del torniquete que tortura a alguna de las arterias de la Tierra. Cada vez que un hombre tiene éxito en respirar un minuto más en este planeta, lo hace a costa de su destrucción y devastación. Y somos muchos millones, y cada vez respiramos más tiempo. Por tanto: cuánta hipocresía en nuestra hipersensibilidad, en nuestros infantiles sentimientos, en nuestras pueriles valoraciones sobre lo bello y lo feo, lo justo y lo injusto, lo cruel y lo compasivo…
Podríamos centrar el problema hablando de este logo:
Aviso que en una de mis otras vidas yo mismo pertenecí a esta organización, de modo activo y hasta beligerante, y por supuesto aún me siento muy identificado con muchas de sus consignas y con las de otras agrupaciones semejantes. Pero, analicemos: ¿qué imagen de la Naturaleza nos inculca un diseño como ése? ¿Qué fibra nos trata de mover? Obviamente, se trata de un… ¡osito de peluche! Y ahí empiezan los errores. Eso no es la naturaleza. No son las cómodas zapatillas y el pijama, no es el perrito de felpa que abraza el niño mientras duerme y que le protege, como mamá, de los terrores nocturnos, esos que sí son, precisamente, pura y viva naturaleza. No es la ternura infantil lo que necesitamos para volvernos a reconectar con el equilibrio natural y hacerle justicia a la vida salvaje. Tratando el tema de los animales y la ecología con sólo ternura infantil seguimos estando desequilibrados. Hace falta mucha madurez, coherencia, entereza y hasta estómago para abordar los problemas que tenemos con la tan maravillosa como terrible Madre Tierra. Lo mismo que se necesita para comprender la naturaleza humana.
El oso panda, el real, es tan agresivo como le corresponde ser. Si te arranca una mano de cuajo seguramente ya no te parecerá tan simpático. La pregunta es ¿seguirás luchando por la conservación de un ser muy antipático? La respuesta correcta sería: por supuesto. Eso sería lo coherente. Serpientes venenosas, hienas hediondas, lobos hambrientos, monstruosos cocodrilos, tiburones y virus necesitan de nuestro amor y comprensión tanto como las ballenas, esos seres que inmediatamente nos atrapan el corazón porque simbolizan de modo inmediato, también ellas, a la Gran Madre Buena. El halcón cazando una paloma, un volcán que destroza un pintoresco paisaje. Todo eso es también naturaleza sacra, como los majestuosos amaneceres y crepúsculos.
Esos lobos, halcones y serpientes también habitan en los bosques del alma. ¿Lograremos entendernos con ellos o también querremos exterminarlos como alimañas? Si el hombre es un lobo para el hombre, y para otras especies, quizás debamos reaprender a añadir un «y a mucha honra», en vez de escandalizarnos tanto. Si esta noche piensan seguir destrozando árboles y ríos, yo les insto a que lo hagan con una buena excusa: La llamada de la selva, de Jack London. Un auténtico esclarecido.
El video de marras, que parece llevarnos 80 siglos atrás a los Montes Tassilli:
Promethea dice
Estoy de acuerdo contigo en prácticamente todo el artículo, lo de los virus es algo que me he planteado muchas veces, pero no estoy de acuerdo con que el rey se vaya a cazar elefantes, no sólo por todo el dinero que se ha gastado en el tema, sino también por que es algo totalmente innecesario, si fuese un nativo que caza para comer, estoy de acuerdo, pero por deporte, por que sí, pues no. Tampoco estoy de acuerdo con la caza en dónde yo vivo, por el mismo motivo, por que es innecesaria, los cazadores aquí no matan para comer, ni para vender la caza (que me consta que lo hacen, pero como consecuencia, no como modo de vida), sino que lo hacen para divertirse.
Raúl Ortega dice
Ya avisé que el tema del rey quería usarlo sólo como excusa, ya que hablar de eso tiene unas implicaciones que exceden mi intención en este artículo. Sobre monarquías, repúblicas, gastos del Estado y políticas varias mejor ocuparse en otro lugar y momento. Sobre tu comentario sobre la caza en general abundo hablándote, antes que nada, de sexo. El hombre tiene esta tendencia tan fuerte a usar lúdicamente sus instintos biológicos que ha creado toda una enorme cultura (y últimamente un enorme negocio) obviando la razón fundamental de la sexualidad, que es, obviamente, la reproducción. Es más: hoy día está mal visto, y se considera reaccionario, unir en el discurso el sentido de la sexualidad con su fin biológico. Creo que ya entiendes el paralelismo, y por qué he traído este tema a colación.
La base de toda esta capacidad humana para desplazar, sublimar, trasladar, las formas originarias de la libido, las formas biológicas, hacia las formas psíquicas, del alma, espirituales, es un instinto humano también. Los místicos, los esotéricos y los junguianos diríamos que es el más poderoso de todos. Es la facultad antropológica de crear símbolos. Es el fundamento del arte y la religión. Cuando pensamos en nuestros antepasados tendemos a pensar darwinianamente en comportamientos más biológicos, más animalescos, como más cercanos al mono y su economía libidinal: se mata para comer, se entra en celo para reproducirse, etc. Toda la economía libidinal la entendemos argumentada en esos términos. Pero no es verdad. En el principio el hombre era ya muy complejo, pues ser complejo define precisamente al hombre, y, por esa complejidad, nos acompaña la simbolización desde siempre. Por eso las escenas rupestres de caza son arte, no sólo gastronómico, y por eso ya para el africano del Paleolítico la caza era algo más que una forma de comer. Con ella se medía el carisma de los guerreros, a través de ella se realizaban los ritos de paso de la pubertad a la madurez… En definitiva a través de ella se establecía toda la cultura religiosa del clan. El canibalismo nos persigue desde las ceremonias más ancestrales alrededor de la libido alimentaria hasta la misa católica de este domingo que viene mismo.
Y viajando más atrás que la Antropología: el chimpancé bonobo usa el sexo de modo lúdico, o sea, pornográfico, como el hombre. Y buscando famosas escenas de orcas jugando con la comida me encontré con este video que viene absolutamente al pelo de este artículo, por comparar la «maldad» de la orca con la «bondad» del panda:
Las orcas juegan con la comida y los bonobos con el sexo precisamente por ser especialmente inteligentes. Lo que en niveles más altos llamamos arte y religión en los niveles más bajos e infantiles es el juego, lo lúdico. Jamás despreciemos sin más el juego, eso que parece ir de la mano del uso y el abuso de la inteligencia. Lo que aparentemente se hace sin una necesidad básica, sin una meta productiva biológica o económicamente evidente. Ni despreciemos los juegos blandos ni los juegos duros. Yo, como dije, no quiero aquí mojarme ni sentar cátedra. Sólo digo que repensemos nuestros argumentos. Alrededor de la tauromaquia, de la caza, del boxeo… De tantas cosas que hemos etiquetado ya de sólo barbarie, y que las leyes (nuestros códigos en piedra sobre el Bien y el Mal) empiezan a tratar ya como tales. En estas cosas sólo somos capaces de ver hoy abuso contra el orden natural. Por el contrario, en nuestra sofisticadísima cultura sexual, o incluso en la gastronómica, no vemos otra cosa que sano uso de ese orden. Propongo, de momento, repensar ambas cosas (nuestra ética sobre usos y abusos). Quizás ni tanto ni tan calvo ¿no? Aunque, sí, es verdad: lo que se caza se come, aunque esté el frigo lleno ya. O se vende a alguien que se lo vaya a comer, o lo vaya a aprovechar de algún modo. No hay forma de encontrarle justificación ética al desperdicio. Aunque el lobo mate siempre más reses de las que se puede comer…
Promethea dice
Tienes razón, supongo que la biología se «pervierte» con la inteligencia, por que si que es cierto que los humanos no entramos en celo (creo que estamos permanentemente en él), supongo que los bononos tampoco. Respecto a jugar con la comida, pues no lo se, supongo que sucede lo mismo que con el sexo, pero en el caso del canibalismo, hay muchos casos documentados de variados animales que, por algún motivo, normalmente de supervivencia (otros enloquecen, creo, vi esos documentales hace mucho tiempo y sólo tengo un vago recuerdo) llegan, incluso, a comerse a sus propias crías.
Y estoy de acuerdo contigo en que si «lo matas te lo comes», aquí no se tira con la comida…
Raúl Ortega dice
Te traigo dos noticias al hilo, porque es un tema que me interesa muchísimo y creo que a ti también. La verdad es que la comparativa que hace Frans de Waal en la segunda nota entre bonobos y chimpancés e ideologías de izquierda y derecha es algo en lo que yo ya había meditado por mi cuenta. Sí, no tiene nada de descabellado. Pero es demasiado simple hacer esa comparativa así, claro. Como es demasiado simple y hasta peligroso comparar sin más ratones e incluso simios con humanos, aunque la psicología y la medicina se harten de hacerlo:
¿Por qué asesinan los chimpancés a otros miembros de su especie?
Fuente
En un mundo complejo como el que vivimos, parece inevitable que no haya una explicación consensuada para los comportamientos agresivos de la especie humana. Unos dirán que es la sociedad, y en especial la violencia transmitida a través de los medios de comunicación, la responsable de esos comportamientos; otros, en cambio, desde la psicología evolutiva defenderán la existencia de la agresividad como un sub-producto de la evolución por selección natural.
Como en otros temas que tienen que ver con el comportamiento, siempre puede ser revelador preguntarse por los mecanismos que se encuentran tras la agresividad en otras especies animales.
El 12 de Abril, Michael Wilson, de la Universidad de Minnesota, presentó en el meeting anual de la American Association of Physical Anthropologists en Portland los resultados de un amplio estudio que pretenden dar respuesta a una pregunta muy directa: ¿por qué asesinan los chimpancés?
El estudio monitoreó a 17 comunidades de chimpancés en 10 localizaciones de Africa oriental, occidental y central. Basándose en 86 casos de asesinato, Wilson y sus colaboradores concluyen que las víctimas de los homicidios son mayoritariamente crías y machos de comunidades diferentes a las del homicida. Además, la mayoría de los homicidios son llevados a cabo por grupos de machos.
Muy interesante es el hecho de que la influencia humana en el habitat no influye en la tasa de homicidios de los grupos estudiados. Wilson mantiene que el factor predominante en los comportamientos homicidas es el número de machos en el grupo: cuantos más machos, mayor el número de homicidios perpetrados. Según Wilson, un elevado número de machos es una ventaja para el grupo, ya que aumenta la capacidad del grupo para defender su comunidad y luchar por el territorio y los recursos. Por tanto, los machos de una comunidad pueden permitirse ser más agresivos debido al apoyo numérico con el que cuentan.
Podéis leer una completa reseña de la ponencia de Wilson en Scientific American.
Los terroristas son como chimpancés agresivos
Fuente
Frans de Waal es un primate astuto, elocuente y simpático. Junto con Jane Goodall, este investigador holandés es sin duda el ejemplar de Homo sapiens que mejor conoce a nuestros parientes más cercanos en el reino animal, los grandes simios.
Tras dedicarse durante décadas a la observación minuciosa de los chimpancés y los bonobos, De Waal acaba de presentar en el Museo CosmoCaixa de Madrid El mono que llevamos dentro (editorial Tusquets), un libro en el que resume su visión de las impresionantes similitudes que existen entre el animal humano y sus primos biológicos.
Pregunta.- Dígame cómo es ese mono que llevamos dentro.
Respuesta.- Nuestra psicología es básicamente una psicología primate, y las dos especies más cercanas en las que podemos fijarnos para buscar paralelismos son los chimpancés y los bonobos. Pero el hecho es que estas dos especies son totalmente diferentes, y ambas están dentro de nosotros. Por eso, tenemos dos naturalezas muy contradictorias.
P.- ¿En qué sentido?
R.- Dentro de nuestro propio grupo, podemos ser cooperativos y altruistas, pero frente a los que no pertenecen a nuestra tribu, podemos volvernos muy agresivos e incluso convertirnos en genocidas. En este sentido, somos muy parecidos a los chimpancés, que son muy cooperativos dentro de su propia manada, pero también pueden ser muy crueles contra los de fuera. El bonobo, sin embargo, es una versión mucho más amable y pacífica del chimpancé.
Son mucho menos celosos de su territorio y, de hecho, jamás se han observado matanzas entre miembros de esta especie. Pero en el caso de los chimpancés se conocen muchos casos de infanticidio y combates mortales entre machos.
P.- ¿Podríamos decir que algunos humanos tienen más de chimpancé que de bonobo, y viceversa?
R.- Yo creo que sí. Por ejemplo, en Estados Unidos se podría afirmar que los republicanos se asemejan más a los chimpancés y los demócratas a los bonobos, y quizás esto sea aplicable en general a grupos conservadores y progresistas en otros países. Se trata de dos tendencias que descubrimos en diferentes personas: algunos individuos son más igualitarios, amables y solidarios, mientras que otros están obsesionados con el poder, el territorio, la ley y el orden.
P.- Está claro que nos parecemos mucho, pero, ¿qué es lo que define la especificidad del sapiens?
R.- Casi todos los aspectos de nuestro comportamiento pueden encontrarse en los simios, aunque existan diferencias de grado. Por ejemplo, la ética. Es cierto que las normas morales de los humanos son muy complejas, pero se basan en la empatía y la reciprocidad, cualidades que observamos en los simios. Creo que el lenguaje es lo que más nos diferencia, pero incluso en este ámbito hoy sabemos que estos primates clasifican objetos y pueden aprender a usar signos para comunicarse.
P.- ¿Cómo puede ayudarnos la observación de los simios a entender la agresividad humana y la guerra?
R.- En este terreno, el ejemplo más útil es el de los chimpancés machos, que son muy agresivos y celosos de su territorio. En algunas ocasiones, incluso invaden los territorios de machos rivales y los matan a todos, para expandir sus dominios. Parece evidente que los seres humanos tienen las mismas tendencias territoriales, y pueden volverse muy violentos frente a quien se considera el enemigo.
P.- El caso de la actual Guerra de Irak sería un buen ejemplo…
R.- Bueno, en este caso pienso que se trata de un caso claro de otro fenómeno que también existe en todas las especies de primates: la búsqueda de un chivo expiatorio para resolver una situación de tensión, ya sea dentro o fuera del grupo. Un ejemplo clásico en la especie humana es el de Hitler y los judíos, que se convirtieron en el chivo expiatorio de la sociedad alemana. En el caso de la Guerra de Irak, creo que Estados Unidos reaccionó de una forma muy primitiva tras el ataque del 11-S. Necesitaban culpar a alguien, y al principio lo hicieron con Afganistán, pero esto no fue suficiente, necesitaban algo más grande para saciarse.
P.- Sin embargo, muchas personas, quizás de tendencias mas parecidas a las de los bonobos, se han manifestado contra la guerra.
R.- Sí, y lo curioso es que entre los simios también es muy típico que tras atacar al chivo expiatorio en un momento de tensión, después suele surgir un arrepentimiento y los mismos simios que le atacaron, empiezan a lamer sus heridas. Creo que con Irak ha pasado algo parecido: tras el momento inicial del desahogo agresivo, muchos americanos se han arrepentido y ahora creen que la guerra fue un error.
P.- En España, seguimos padeciendo el problema de algunos nacionalismos exacerbados, e incluso de un grupo terrorista que sigue amenazando con matar para conseguir sus fines. ¿Cómo puede explicarse este fenómeno desde sus conocimientos de primatología?
R.- De nuevo, podemos compararlo al comportamiento de chimpancés que se vuelven muy agresivos al defender su territorio. Pero lo que nos diferencia a los humanos es que no sólo actuamos de esta forma por motivos territoriales, sino por identidades de grupo que pueden estar basadas en la defensa de una religión, o en la lucha de unas creencias por dominar a otras. Sin embargo, todos estos fenómenos pueden vincularse a las tendencias que observamos en los chimpancés cuando defienden los intereses de su propia manada frente a las demás.
P.- ¿Y cómo es la estructura de poder entre los simios? ¿Son sus sociedades autoritarias o igualitarias?
R.- En los chimpancés se observan ambas tendencias. Sus manadas están muy jeraquizadas, y los machos están continuamente enzarzados en luchas de poder. Pero al mismo tiempo, los chimpancés suelen sentir simpatía por los perdedores. Por ejemplo, si surge una pelea, casi todos apoyan al más débil, y de esta manera, equilibran sus relaciones sociales. De hecho, podríamos decir que existe un sistema democrático rudimentario entre los chimpancés, mediante el cual los de abajo controlan a sus líderes y se rebelan contra ellos si se comportan como déspotas.
P.- ¿Y en el terreno de la sexualidad? ¿En qué nos parecemos y nos diferenciamos de los simios?
R.- Creo que los humanos, al igual que los bonobos, usan el sexo para crear lazos afectivos. Sin embargo, nosotros sólo hacemos esto en privado, en nuestras relaciones familiares, pero no en espacios públicos, como los bonobos. Además, creo que, al igual que los bonobos, somos fundamentalmente bisexuales o pansexuales. No creo que el ser humano tenga que ser necesariamente heterosexual u homosexual, sino que existe una amplia gama de posibles comportamientos. Sin embargo, la sociedad dicta que se tiene que ser o una cosa o la otra, y no tolera las ambigüedades.
Raúl Ortega dice
Y buscando estas dos notas me he topado con esta foto de la más famosa primatóloga de la Historia, Jane Goodall:
Qué manía con los peluches ¿eh?
Promethea dice
La verdad es que los dos artículos me parecen sumamente interesantes. Respecto a las matanzas de los chimpances, creo que además de las causas territoriales y demás de las que habla el artículo también existe algo más primario y biológico y es el deseo de perpetuarse; fíjate que son los machos los agresivos, y las victimas otros machos y crías, como los leones, que matan a los otros machos y sus crías para su herencia biológica sea la única. De hecho nuestra herencia real es el ADN, vivimos eternamente a través de nuestros genes en nuestros descendientes.
Respecto a las afirmaciones sobre la sexualidad, estoy totalmente de acuerdo, independientemente que mi educación diga lo contrario. El sexo es una forma más de comunicación, estrecha lazos, ciertamente, y el amor, es amor, simplemente, si amas a una persona, puede pasar que desees tener una comunicación muy intima con ella, por decirlo de una forma suave. De cualquier forma, desde la antigüedad los hombres (y mujeres) han sido bisexuales, los romanos en sus largas guerras…, los espartanos incluso vivían separados por sexos y se unían a las mujeres para procrear. Y en los harenes eunucos custodiaban a las mujeres para evitar que tuviesen relaciones sexuales entre ellas…
En fin, esas son mis conclusiones, lo que no quiere decir que no sean irrefutables.
Ah, si lo del peluche, pues si que es manía, y la verdad es que los identificamos con los animalitos y, lo cierto, es que son completamente diferentes…
Raúl Ortega dice
En el artículo faltan muchos datos esenciales. Por ejemplo, los investigadores han observado que los chimpancés entran en una especie de trance antes de salir a asesinar congéneres. Empiezan tranquilos, y poco a poco se van exaltando, y se contagian entre ellos de la sed criminal. El espectáculo adquiere unos tonos muy humanos, como cuando los pandilleros empiezan a atiborrarse de drogas y a llenarse de valor para salir luego por la ciudad a hacer gamberradas. Es algo muy similar a las batallas entre tribus urbanas. A los investigadores les ha dado miedo esto, porque por más que tengan una explicación biológicamente sensata y constructiva para explicar este comportamiento (la territorialidad, la lucha por los recursos, etc.), les queda la sensación de que si pudieran preguntarles a los chimpancés por qué lo hacen, ellos responderían: «porque nos encanta hacerlo. Nos gusta tanto como el sexo».
De hecho nuestra herencia real es el ADN, vivimos eternamente a través de nuestros genes en nuestros descendientes Una pequeña reflexión: es posible que creas en la reencarnación y todo el tema de las vidas pasadas. Si es así, ¿por qué tendríamos tanta necesidad de perpetuar unos genes que al alma ni le van ni le vienen mucho? Dicho de otra manera: en el momento en que uno piensa en el alma como algo sustancialmente distinto al cuerpo, como dos entidades diferentes, una con un tipo de vida y de muerte diferente del otro, se ve obligado a colegir que deben existir dos tipos de sexualidad, o, si prefieres, dos tipos de amor. Uno, que tiene una explicación biológicamente sensata y constructiva, como reproducción de la especie. Otro, que es otro rollo bastante, pero bastante diferente, como pensaría un hindú. También podemos pensarlo al modo gnóstico-neoplatónico-cristiano: el sexo es un tema del cuerpo, pero no del alma.
El sexo es una forma más de comunicación, estrecha lazos, ciertamente, y el amor, es amor, simplemente, si amas a una persona, puede pasar que desees tener una comunicación muy intima con ella, por decirlo de una forma suave Eso es muy femenino («si amo, quiero sexo»). Si me pongo masculino me viene a la mente opinar sobre una cosa exactamente igual que lo hace Sánchez Dragó: nunca digas te amo en mitad del acto, sino sólo cuando compruebes que, una vez satisfechos, la otra persona te sigue gustando mucho. Es que el serio y denso amor sólo tiene una parte que ver con la lúdica y divertida pornografía, pero sólo una parte. Difícil para los hombres distinguir esto…
José A. dice
Dame un punto de apoyo y te explicaré el mundo…
W. Reich (un bonobo) decía que nos hacíamos chimpacés porque no somos bonobos libres, somos bonobos acorazados.
Decía también que los políticos (chimpancés), a los que calificaba de «traficantes de plagas» con sus ideologías que nos intentaban hacernos hombres para lo que habíamos de negar nuestra animalidad, nos acaban conduciendo al fascismo, donde todos nos volvemos chimpancés. Según el mismo las ciencias naturales machacan nuestras conciencias repitiéndonos de continuo que no somos más que un gusano en medio del universo (y digo yo:si llegamos hasta las últimas consecuencias de este pensamiento no importa entonces exterminar un millón de gusanos). Por ello, concluía Reich que conocemos mejor al político que al científico: el político desprecia su naturaleza y no desea que le recuerden que, en lo esencial, es un animal sexual.
Preferimos escuchar al político que al científico. Pero aquí tenemos a De Waal: un científico que afirma que dependiendo de si somos bonobos o chimpancés votaremos a un partido o a otro. ¿Un científico-político?
Saludos a ambos. Un bonobo un poco chimpancé.
Raúl Ortega dice
Wilhelm Reich… Todo un elemento, sí señor. Paradigmático bonobo. Como tal, otro parcial, y de misas las medias nada más. La astrología sí que es lista, y completa, y por eso sabe que la sexualidad, regida por Escorpio, está completamente unida a la agresividad, regida por Escorpio mismo. De tal manera que podemos decir que quien apuesta sólo por el bonobo está reprimiendo al chimpancé, y viceversa. Así que el afán revolucionario de liberación en realidad era una farsa y acaba provocando aquello que quería evitar. Quien se olvida de que la historia nos ha demostrado que los extremos políticos se tocan no podrá entender que todo pensamiento sobre el cosmos, la sociedad y el alma que no sea paradójico y taoísta es mediocre y parcial. En esto dio en el clavo Hegel, dicho sea de paso.
Reich es un visionario, especialmente poseído por el arquetipo tántrico. De un modo inconsciente, claro. Si hubiese sido consciente de ello no hubiera reducido los apetitos del alma a las necesidades biológicas y primarias. Todo su discurso sobre el orgón queda al final como un intento rudimentario de alcanzar la comprensión de lo que es la Kundalini. Como visionario, exactamente igual que le pasó a Freud, lo que necesitaba era un discípulo con mejor visión todavía.
Promethea dice
José A. ¿Gusanos? Yo siempre pensé en hormigas, y no, no creo que tuviese mucha importancia que alguien nos echase insecticida, somos lo que somos.
Respecto a la política, es que no consigo entenderla.
José A. dice
Tienes razón Promethea con lo del insecticida. Pero sé coherente con ello. No importa que los misioneros cristianos desenraizacen a los indios por su bien, para que dejaran de ser animales. No importa que se esclavizaran a cientos de miles de negros africanos. Eran lo que eran: animales, hormigas obreras.
No importa que los nacis, los «superhombres» gasearan a seis millones de judíos; eran seis millones de nauseabundos gusanos.
Y por supuesto no importa que un rey mate a Dumbo.
Desde un lugar del planeta de los simios.
Promethea dice
El problema es que si que importa, bueno, en realidad ya no importa ya es pasado, pero si importa que no se vuelva a repetir, porque, ademas de hormigas inteligentes, tenemos conciencia, eso implica la capacidad de discernir lo que está bien de lo que está mal, y también tenemos la capacidad de deducir los efectos de nuestros actos, y todo de lo que hablas está «mal». Pero ya es pasado, lo único que nos queda es no volver a cometer los mismos errores en el futuro, porque también tenemos la capacidad de aprender.
Mmmm, puede ser que no todos tengamos esa capacidad, visto lo visto ^^
José A. dice
Buena imagen la de la hormiga: un insecto acorazado. Lo que quería Reich es que nos liberáramos de la hormiga y fueramos decentes gusanos.
«Quien olvida el pasado se verá obligado a repetirlo». Es una frase de Santayana. Está en la entrada de los campos de Autchvitz como recordatorio. El pasado sí que importa, hay que tenerlo muy presente, como bien has dicho.
Y visto lo visto muy pocos ejercen esa capacidad de aprender que en mayor o menor grado está en todos.
Un cordial saludo Promethea. Simplemente salió a flote el lado chimpancé de mi ecuación personal.
Promethea dice
Gracias, igualmente, confieso que yo, como buena humana, soy pura animalidad, jajaja: Chimpance, bonobo, gato, perro, rata, gusano, pantera, HORMIGA, jajajaja
Pero lo del gusano me gusta, hace un capullo, se aísla y se convierte en mariposa… Aunque antes se ha comido todo lo que ha encontrado a su paso, Reich no debía conocer a los gusanos de seda…
Promethea dice
Raúl Ortega, es innegable que tiene que haber algo más cuando los chimpances salen a matar, supongo que con la excitación se segrergarán sustancias adictivas y placenteras en el cerebro, no me cabe duda, como cuando empiezas a bailar en una fiesta o a reir. Se que es una forma muy simple de decirlo o la metáfora no es muy buena, pero no se expresarme de otro modo.
¿por qué tendríamos tanta necesidad de perpetuar unos genes que al alma ni le van ni le vienen mucho?
Porque no sólo somos espíritu, tambén somos materia y sin materia no es posible la experiencia del espiritu y porque, para bien o para mal, nuestra alma inmortal migra de un cuerpo a otro, pero cada vez es una combinación diferente. Yo, como Promethea, solo soy una vez, nunca más, y así tiene que ser para que haya realmente progreso, pero mi yo más material, mi ego, eso que todo el mundo desprecia y quiere trascender, es el que quiere permanecer inmutable y se expresa a través de la herencia genética. Estas son mis conclusiones, no las he leido en ninguna parte.
Lo que dices del sexo y el amor tiene sentido, pero también lo tiene que una vez cubiertas las necesidades biológicas el sexo es una forma de comunicarse y estar más cerca del otro.
Eso es muy femenino (“si amo, quiero sexo”) Yo soy un hombre disfrazado, “porque le llamas amor cuando quieres decir sexo” una cosa es el puro instinto sexual y otra es el amor y, ciertamente para determinar sin confusión (porque la necesidad sexual confunde los sentidos y los sentimientos) lo que sientes hacia una persona, el plano sexual tiene que estar plenamente satisfecho, lo cual no quiere decir que si sientes algo muy fuerte por una persona no te sientas sexualmente atraido por ella… O puedes sentirte sexualmente atraído por motivos que van más allá del mero instinto, lo cual no implica que no siga siendo cierto que el plano sexual tiene que estar satisfecho para no confundirse.
Espero no haberme liado mucho, es que es dificil de explicar.
Raúl Ortega dice
Porque no sólo somos espíritu, también somos materia y sin materia no es posible la experiencia del espiritu y porque, para bien o para mal, nuestra alma inmortal migra de un cuerpo a otro
A esto me refería. Eso es ni más ni menos que el Samsara. Un budista o un hinduista dirían que lo más puro y real del alma lo que busca es liberarse de todo eso, no perpetuarlo. También dirían que mientras el yo se confunda con el cuerpo (la materia) sigue atrapado en Maya. Lo cierto es que hasta el mismísimo Freud, cuya tendencia general era decir exactamente lo contrario de todo esto (el cuerpo y el sexo son lo único real, el espíritu es Maya), acabó postulando una tendencia en el alma opuesta al sentido de la sexualidad, la pulsión de muerte, que definió con ciertos rasgos que son sospechosamente parecidos a como los orientales definen el Nirvana (parafraseando: «es la liberación de todas las tensiones y conflictos inherentes a la vida orgánica»). Podríamos decir, por tanto, que hasta Freud acabó prestando su mente y su voz a las inquietudes más profundas del alma, aquellas que le contradecían a él mismo.
Quizás debería decir yo ahora que el problema está en que se hace difícil entender que aunque amor y sexo tienen una parte muy obvia que tiene que ver con la reproducción, con la familia, con la pareja, otra parte de ellos escapa de ese mundo y empuja a otra cosa. De hecho, por incluir esa otra parte que ya no tiene nada que ver con las relaciones humanas y sí con el espíritu, ocurre tan, pero tan a menudo, que el amor y el sexo, en lugar de facilitar la comunicación personal lo que hace es que la sabotea y la distorsiona. El lenguaje del Eros es realmente un galimatías. Sus pasiones obnubilan las conciencias y sus símbolos lo llenan todo de malentendidos. Si quieres intentar entenderte con otra persona, sobre todo, escucha y habla. Lo cual es ya bastante complicado.
He añadido algo a la entrada original (no a ésta, a la del amor –https://www.odiseajung.com/2012/05/el-amor-es-pura-quimica-literalmente/-). Échale un vistazo 🙂
Promethea dice
“Un budista o un hinduista dirían que lo más puro y real del alma lo que busca es liberarse de todo eso, no perpetuarlo”
Yo no creo que el alma busque liberarse de la materia, sin la materia, al fin y al cabo no hay experiencia, creo que la opción correcta, desde mi punto de vista, siempre desde mi punto de vista, es asumir esa parte que intentamos negar, reconciliarnos con nuestro ego, eso no quiere decir que sólo tengamos en cuenta la realización material, pero es evidente que esta es tan importante como la propia realización espiritual. Somos un todo, completo e inseparable, si no fuera así, tampoco seguiríamos reencarnandonos una y otra vez, carecería de sentido; pero si se trata de encontrar un equilibrio. Yo también te dejo un enlace a ver que opinas: http://magicadriana.blogspot.com.es/2011/03/espiritu-y-materia-inseparables.html Llevo discutiendo esto muchos años, jajaja, el artículo es bastante anterior a la fecha de publicación y yo sigo pensando lo mismo.
También creo que la más real de las emociones, y la que más nos hace crecer y evolucionar, es el amor, como energía pura. Estoy de acuerdo con Jung, hay muchos tipos de amor y cuando el sexo se mezcla por el medio, todo se vuelve muy confuso, a menos que asumas ese sentimiento y lo reconozcas, porque la confusión viene de negar lo que sentimos.
Negarte, no hacerte caso, es un error. Reconocerte y escucharte, es lo acertado. Creo que voy a mezclar cosas para hacerme entender, pero es igual.
Los niños. Los niños solo quieren que los miren y los escuchen (igualito que el ego), cuando estás con ellos y no lo haces, se ponen pesadísimos y hacen miles de tonterías, sólo para atraer tu atención (igualito que el ego), pero si saben que les estás mirando y escuchando atentamente, dejan de hacer el bobo.
Los demonios. A esos los inventaron para echarles la culpa de nuestros males y maldades como algo externo a nosotros. Pero no es así, si te hacen daño y tienes ganas de estrangular a alguien, no es el demonio el que te empuja a hacerlo, eres tu que te defiendes. Ahora bien, que tengas ganas de estrangular no quiere decir que lo hagas, si no niegas el sentimiento, si lo reconoces como propio y lo asumes como parte de ti, lo controlas y puedes canalizar la energía que produce de una forma constructiva; pero si lo niegas, si no lo reconoces, entras en un gran conflicto interno, con enorme desgaste energético que, en el peor de los casos, puede acabar con el estrangulamiento de alguien (por seguir con el ejemplo).
Otro ejemplo: Yo. Yo soy tremendamente rencorosa. Antes, hace mucho tiempo, cuando los dinosaurios poblaban la tierra… bueno, en realidad, no tanto, jajaja, me empeñaba en negarlo, “no soy rencorosa, es que no me olvido de las cosas”, cada vez que alguien lo mencionaba, ahí me salía el cabreo (además irascible “que no, que no soy irascible”, oh, si que lo soy, jajaja). Que tortura, que despilfarro de energía, entre el negarlo y el enfado, que agotamiento, porque, además ser rencorosa implicaba no saber perdonar y no ser buena (voy a ir al infierno). Ahora, lo publico, SOY RENCOROSA y no pasa nada, no me enfado, soy más feliz y hago más cosas positivas (aunque no sea tan buena y vaya a ir al infierno, jajaja). Lo curioso es que ahora son los demás los que me dicen que no soy rencorosa, que es que no olvido.
Creo que ya la he liado bastante por hoy y aún no me metí a fondo con el sexo… Por cierto, me gusto mucho el artículo que me recomendaste 😉
Raúl Ortega dice
Je… Tu artículo arrastra por sí mismo la respuesta de mi parte a tu comentario. Mírate estas dos entradas (con comentarios incluidos mejor): https://www.odiseajung.com/2012/04/el-hombre-mas-feliz-del-mundo/
https://www.odiseajung.com/2012/04/el-hombre-mas-feliz-del-mundo-2/
En resumen, yo lo diría así: la vitalidad panteísta, con su énfasis puesto en la importancia de esta vida y de este mundo, es la verdad que debe acompañar al peregrino el trecho más largo de su camino. El Loco tiene mucho panteísmo que vivir a través de los enamorados, la torre, la templanza, el mago, el sumo sacerdote, la sacerdotisa, la rueda, el diablo, el sol, etc. etc. Pero es una verdad relativa. El Ermitaño enseña otras cosas: que hay muchos mundos, y que no todos están en éste, por ejemplo, es una. Otra es que la energía ni se crea ni se destruye, y que por lo tanto hay que saber renunciar a unos mundos, unos chacras, si necesitas ascender a otros, porque gasofa para tener todos los motores encendidos a la vez no hay. Sin renuncia no hay logro, y quien no pierde no gana. Aquello tan popular de «quien muchos mundos abarca, no aprieta ninguno».
Sobre los demonios y el mal te recomiendo un peliculón: http://www.filmaffinity.com/es/film602868.html, que viene de un novelón: http://es.wikipedia.org/wiki/El_monje
Muchas de las cosas que uno cree hacer, en realidad se producen. Simplemente se producen. Las personas somos más marionetas que actores. En la bondad y en la maldad…
Promethea dice
Te cuento un secreto, los artículos de los que hablas yo ya los había leído hace un par de semanas, con comentarios y todo. Me encanta Punset, sobre todo porque abala científicamente las teorías más locas de las brujas, quiero decir que eso que él dice tan científicamente explicado, nosotras lo sabemos intuitivamente, pero no tenemos «credibilidad», porque nos llaman «estafadoras; timamos a las buenas y crédulas gentes con nuestros embustes y nuestras cartas», cosa que puede ser cierta en algunos casos, pero no en todos, lo mismo que hay médicos buenos y malos, y conozco a uno que da recetas (de la S.S. se entiende) a cambio de dinero, pero a ese no se le llama estafador sino «tío listo», en fin ese tema me toca la moral.
Creo que estamos de acuerdo, que le estamos dando vueltas a lo mismo, expresado con distintas palabras. Lo que dices de que «el que mucho abarca, poco aprieta» es totalmente cierto, por eso cada momento de la vida está regido por una energía diferente. Lo que es cierto, también, es que no le puedes pedir a un adolescente (a no ser que sea un ser excepcional) que trascienda el mundo de la carne, aunque viva de fantasías o tenga una imaginación desbordante. De hecho tanto escritores como pintores o artistas, en general, están muy en conexión con esos «otros mundos» de los que hablas, aún cuando lo nieguen o conscientemente no lo acepten.
Respecto a la otra parte, lo de los demonios, ¡Ay, si yo te contará! Pero no puedo, porque cuando escribes o hablas públicamente hay que ser muy prudente con lo que se dice. Baste decir que no todo lo que piensas o haces sale de tí (aunque si la mayoría), las «brujas malas» existen, yo he conocido a alguna.
Raúl Ortega dice
Ajá… Entonces podríamos decir que ya hemos discutido tú y yo un poco sobre El Ermitaño, el dualismo y el panteísmo, sin habernos dado cuenta hasta ahora…
Sí, defiendo mucho al gremio en esos mismos términos. Cuando un sensitivo pone en marcha una empresa ya empieza a pensar la gente en fraude, ambición y estafa. Cuando está en lo mismo cualquier otro profesional, porque en eso mismo están todos los demás, se habla de honrado trabajo, sin más. Es de una parcialidad indignante.
Sobre el libre albedrío, que yo relativizo mucho desde argumentos puramente esotéricos, espirituales, la neurología también está hablando mucho, en la misma dirección, pero, obviamente, desde sus propios argumentos:
http://www.tendencias21.net/El-libre-albedrio-de-nuevo-discutido-en-neurologia_a1439.html
Hay un refrán que dice: «del toro manso me libre Dios, que del bravo me libro yo». Las más peligrosas y destructivas conductas las llevan a cabo personas con muy buena intención pero ignorantes integrales de las leyes de la vida. Ése es en el fondo el problema que tenemos encima: no son los asesinos y los brujos negros los que están destruyendo el alma y el mundo. Son los ciudadanos «de pro» y sus ideologías tan delirantes como llenas de buena voluntad. Como ya dijimos, hoy día nos creemos dioses, seres libres, creativos, autónomos y hasta responsables, y por eso jugamos tanto con las pasiones, tan seguros de saber que nosotros las dominamos a ellas y no al revés. Hemos perdido toda conciencia y, por ende, todo respeto, por todos los poderes que están por encima y más allá de nosotros.
José A. dice
Saludos Raul.
De vuuelta de un viaje acabo de leer tu comentario acerca de Reich.
Escorpio… Recuerdo como si fuersa ayer mismo en una librería, siendo un adolescente debatiéndome y decidiéndome entre dos libros (por falta de dinero), y comprando tras mucho cálculo y muchas vueltas al coco ambos dos. Sus títulos eran «la Función del Orgasmo» de Reich, y «Anatomía de la Destructividad Humana», de E. Fromm. Si no fuera por mi racionalismo diría que, al ser escorpio, elegí ambos.
No sé nada de astrología pero sí de que es ser escorpio, un ser bastante racionalista cuya racionalidad es falseada por su interés en las cosas ocultas, por mirar más allá de lo que se ve . Una tensión difícil de soportar, ver y mirar más allá, pero estando acá.
Respecto a la represión del chinpancé en el bonobo… recuerdo un reportaje emitido en punsetlandia. Era acerca de un estudio de un polaco o ruso sobre las ratas. Había una rata agresiva a más no poder en una caja de cristal. El experimentador introducía el brazo protegido en la caja, y la rata se lanzaba encarnizadamente contra el brazo. En tan sólo 8 generaciones lograron con diferentes cruces una rata absolutamente dócil, que se posaba en la mano del estudiante de ratas. Punset (que no es bonobo ni chimpancé) hablaban impunemente de la posibilidad de aplicar tales métodos al ser humano, con lo que disminuirían la delincuencia, las guerra y demás. Un ser humano que se pose sumisamente en la mano…el sueño de cualquier tecnócrata.
Promethea dice
El libre albedrío siempre existe, si no es aquí, es antes, la neurociencia tampoco excluye lo esotérico, en cierta medida hasta está confirmando algunas teorías, aquellas que dicen que escoges lo que te va a suceder antes de nacer, y si te fijas tiene sentido, porque no vienes aquí de forma aleatoria, sino que eliges cuidadosamente las circunstancias de tu nacimiento, entonces ¿porque no vas a escoger también los «circuitos» del «envoltorio», para tener estas u otras experiencias? Y aún así, aunque tengas el impulso natural o intuitivo de hacer tal o cual cosa, siempre tienes un instante para decidir si está bien lo que vas a hacer o no y hacerlo o no hacerlo de una forma más o menos consciente. Yo creo que esa capacidad es la que realmente nos distingue de los animales, no los pulgares oponibles, sino la capacidad de detenernos antes de actuar y tener conciencia de que podemos cambiar nuestros «circuitos» si prestamos la suficiente atención para detectar cuando obramos de forma inconsciente y llegar a detenernos antes de hacerlo.
“del toro manso me libre Dios, que del bravo me libro yo” Yo digo: «Dios me libre de mis amigos, que de mis enemigos me libro yo» y son muy ciertas tus palabras, aunque, a veces, la intención de esas personas no es exactamente ayudarte, sino beneficiarse e incluso hacerte daño (aún a un nivel inconsciente y que no alcancen a reconocer) Pero he de confesar que lo que decía de las brujas malas lo decía de forma completamente literal.
Respecto a lo de los sensitivos y el trabajo, el argumento más esgrimido es que es un don que Dios te da gratis y que gratis debes entregarlo al mundo, pero yo digo: A los pintores les dio el don (gratis, creo que ninguno ha pagado por él) de expresar la belleza pero ninguno lo da gratis, a los periodistas les dio el don de la comunicación, pero cobran por su trabajo; a los médicos, les dio el don de sanar a los enfermos… la mayoría vive montado en el euro. Bueno, vamos por los oficios, a los fontaneros, mecánicos y electricistas les dio el don de reparar cosas, pero que no se estropee nada que te despluman… En fin NADIE ENTREGA AL MUNDO SUS DONES GRATIS (queda implícita la pregunta)
J.A. dice
“Tangibilidad. Ésa es la palabra que más utiliza cuando discute sus ideas con los amigos. El mundo es tangible, afirma. Los seres humanos son tangibles. Están dotados de cuerpo, y como el cuerpo siente el dolor y padece la enfermedad y experimenta la muerte, la vida humana no ha cambiado ni un ápice desde el comienzo de la humanidad. Sí, el descubrimiento del fuego dio calor al hombre y acabó con la dieta de carne cruda; la construcción de puentes le permitió cruzar ríos y corrientes sin mojarse los dedos de los pies; la invención del aeroplano hizo posible que saltara océanos y continentes mientras creaba fenómenos nuevos como el desfase horario y la proyección de películas durante el vuelo: pero aunque el hombre haya cambiado el mundo circundante, el hombre mismo no ha cambiado. Los hechos de la vida son constantes. Vivimos y después morimos. Nacemos del cuerpo de una mujer, y si logramos sobrevivir a nuestro nacimiento, nuestra madre debe alimentarnos y cuidarnos para garantizar que sigamos viviendo, y todo lo que ocurre entre el momento del nacimiento y la muerte, toda emoción que nos embargue, todo arrebato de ira, toda oleada de deseo, todo acceso de llanto, todo ataque de risa, todo lo que sintamos a lo largo de nuestra vida también habrían de haberlo sentido todos los que vinieron antes de nosotros, ya seamos cavernícolas o astronautas, ya habitemos en el desierto de Gobi o en el Círculo Polar Ártico. Todo eso se le ocurrió en un súbito y epifánico estallido cuanto tenía dieciséis años. Hojeando una tarde un libro ilustrado sobre los manuscritos del Mar Muerto, dio con unas fotografía de las cosas que habían descubierto junto con los manuscritos en pergamino: platos y servicios de mesa, cestas de paja, cazuelas, jarras, todo ello absolutamente intacto. Estudió con atención la fotos durante unos momentos, sin llegar a comprender por qué le parecían tan absorbentes aquellos objetos, y entonces, al cabo de unos instantes más, acabó entendiéndolo. Los dibujos ornamentales de los platos eran idénticos a los de las vajillas del escaparate de la tienda de enfrente de su apartamento. Las cestas eran idénticas a las que millones de europeos utilizan hoy para hacer la compra. Las cosas de las fotografías tenían dos mil años de antigüedad, y sin embargo parecían enteramente nuevas, absolutamente contemporáneas. Ésa fue la revelación que cambió su manera de pensar sobre el tiempo humano: si una persona de hace dos mil años, que vivía en un alejado reducto del imperio romano, podía crear un utensilio doméstico de aspecto exactamente igual al que se utiliza hoy día, ¿cómo podían ser su manera de pensar, su personalidad o sus sentimientos diferentes de los suyos propios? Ésa es la historia que nunca se cansa de repetir a sus amigos, su argumento en contra de la creencia predominante de que las nuevas tecnologías modifican la conciencia del hombre”.
Sunset Park. P. Auster.
Sí y no, diría yo, a Bing, el personaje cuyas palabras leí casi al mismo tiempo que publicabas esta entrada. Me dan mareo estas cosas…
Me gusta pensar que en “En busca del fuego perdido” un viejo les dijo a los jóvenes ¿adónde váis alocados,? la voluntad del fuego es apagarse, ésa es su lógica. Afortunadamente no le hicieron caso, y aquellos jóvenes regresaron realmente viejos.
Un abrazo
Raúl Ortega dice
Sí y sí, diría yo a Bing. Y lo invitaría a mi local a echar la tarde tocando la batería. Y le pediría que me hiciera un huequito en la casita de Sunset Park.
José A. dice
Sí y sí.
Tienes razón. Mi duda, se la achaco al viento de levante…
Y yo me iría a su hospital de objetos. Aunque supongo que Big Bing acabaría echándome a patadas por mi torpeza. Y pediría un huequito también en la casa, para conocer a Alice , y pintarnos mutuamente.
Un saludo