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Odisea del Alma

Psicología Analítica - Carl Gustav Jung

Un periplo por la psicología de C. G. Jung
Para navegantes en el océano arquetípico

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Usted está aquí: Inicio / Editoriales / El hombre más feliz del mundo #2

El hombre más feliz del mundo #2

24 abril 2012 por Raúl Ortega 28 comentarios

Parece que está de moda esta temporada el buscar referencias del savoir vivre en el arquetipo del ermitaño. Hace unos días nos hacíamos eco de esto, y sigue la racha con la noticia que traigo a colación esta tarde. Supongo que pronto repartirán premios según la relación desapego/alegría. Matthieu Ricard, el de la noticia anterior, tiene la ventaja de que su felicidad está medida nada más y nada menos que científicamente (y es que hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad), pero parece que le sobra, como poco, el lujo del hábito. Que, como ya sabemos, no lo convierte en monje. Hagan apuestas:

¿El más feliz del mundo?

UNO
Jueves, 19 de abril de 2012

Un anciano japonés de 76 años hizo de una inhóspita isla su lugar de retiro. Sotobanari, un lugar no dominado por el hombre, sin una gota de agua y donde los pescadores rara vez paran. Masafumi Nagasaki vive allí desde hace 20 años. Y vive desnudo.

«No hago lo que la sociedad me dice, sino que sigo las reglas de la naturaleza. No puedes vencer a la naturaleza, así que tienes que obecederla por completo», contó a la agencia Reuters. Completamente desnudo afronta el azote de los tifones y se alimenta de insectos. La piel de Nagasaki es cuero curtido por dos décadas de sol directo de la isla, en la tropical prefectura japonesa de Okinawa.

Nagasaki se apartó del mundo moderno después de trabajar durante décadas como fotógrafo en el turbio mundo de la industria del entretenimiento. Sus comienzos en Sotobanari fueron duros. Un tifón se llevó su pequeña tienda y perdió sus escasa posesiones, pero pronto se dio cuenta de que no serían necesarios porque, en la isla, «ponerse ropa es estar completamente fuera del lugar».

El anciano japonés solo se viste una vez a la semama, cuando sube a un bote y compra comida y agua con los 10.000 yenes (120 dólares) que le envía su famila. El resto de los días está sujeto a un estricto horario autoimpuesto: estiramientos en la playa, preparar la comida y limpiar su tienda antes de que la luz se vaya y aparezcan los insectos.

«No es la vida más sana», reconoció. «Pero encontrar un lugar donde morir es importante, y yo he decidido que este es el lugar para mí».

Para centrar el tema: como dijimos arriba, la atracción numinosa que estos personajes ejercen sobre algunas almas procede de la energía de este arquetipo:

Que es el mismo que rigió la construcción del torreón en Bollingen. Es el Anciano Sabio, la esencia misma del ser gnóstico, y el tipo de Senex que por antonomasia integra dentro de sí al Puer (y viceversa -el Puer es la bellota de este árbol-). Fijémonos ahora en un detalle capital: mira hacia abajo y alumbra a lo que quiera que sea que parece venir ascendiendo. Esos son… los discípulos. A pesar de que aparenta ser la figura más solitaria de entre todos los arquetipos, no es así. Donde este aspecto del Sabio queda más esclarecido quizás sea en la arquetípica vida del Buda. Osho, en su libro Compasión, nos habla de esto así:

En lo que respecta a los místicos de la Antigüedad, el énfasis que puso Gautama Buda en la compasión fue un fenómeno nuevo. Gautama Buda creó una línea de división histórica con el pasado. Antes de él, bastaba con la meditación; nadie ponía énfasis en la compasión además de en la meditación. El motivo es que la meditación trae consigo la iluminación, tu florecimiento y la expresión absoluta de tu ser, ¿qué más necesitas? En lo que al individuo se refiere, la iluminación es suficiente. La grandeza de Buda consiste en introducir la compasión incluso antes de empezar a meditar. Deberías ser más cariñoso, más bueno y más compasivo. Detrás de esto hay una ciencia oculta. Si tienes un corazón lleno de compasión, existe una posibilidad de que tras meditar puedas ayudar a los demás a alcanzar la misma belleza, la misma altura y la misma celebración que has alcanzado tú antes de iluminarte. Gautama Buda hace que la iluminación se pueda contagiar.

Por supuesto que no es cierto que Gautama trajera nada nuevo al mundo con esta cuestión de la solidaridad del iluminado. El chamán siempre tuvo su clientela y sus discípulos, a todos los cuales se debía, con mejor o peor gana. Es una cuestión no de voluntad y temperamento, sino de destino. Así que tenemos que en el corazón de todos estos personajes robinsonianos hay un desgarro, que puede ser más tácito o menos: pueden y no pueden, quieren y no quieren apartarse completamente del mundo. La filosofía perenne lo diría así: se avanza por el camino tantos metros hacia la Verdad y la Liberación como ayudas a otros a avanzar detrás tuya. También podríamos acercarnos desde la perspectiva junguiana, que reza: si aún el mundo te llama y te atrapa es porque tienes asuntos, karma, pendientes en él. Aún no estás suficientemente afinado. 

La biografía de Masafumi Nagasaki (apellido radiactivo donde los haya) insinuada en la noticia parece ser más que correcta. De esto hablamos ya en el anterior artículo largo y tendido. Nagasaki parece que se dedicó a algo sórdido, presumiblemente relacionado con la pornografía. Pocos antecedentes mejores para acabar en esa isla. Para acabar salvado. Recordemos: 9 círculos de infierno, 7 de purgatorio, 9 de cielo (no hay atajos). De hecho, el viaje hacia el Anciano Sabio, el Ermitaño, es en sí a la vez un arquetipo. Por cierto que es muy consistente interculturalmente; es decir: que su forma varía poco de unas culturas a otras. Se me antoja recomendar ahora dos lecturas al respecto, que son la novela picaresca alemana, de 1668, El aventurero Simplicíssimus, cuyo título completo ya lo resume todo (La vida del extraño aventurero llamado Melchior Sternfels von Fuchshaim: principalmente dónde y en qué manera él vino a este mundo, lo que él vio, aprendió, experimentó y soportó entonces; también por qué lo abandonó después por deseo propio), y el cuento de Tolstoi El Padre Sergio. Por no andar siempre remitiéndonos a libros sagrados y mitos.

¿Por qué se suceden estas noticias ahora? ¿A qué viene de repente tanto interés por El Ermitaño? ¿Tan hartos de mundanal ruido estamos?

Publicado en: Editoriales, Noticias Etiquetado como: astrología y mancias

Comentarios

  1. Juan Pablo dice

    25 abril 2012 a las 3:49

    Hola Raúl, quisiera saber como y por que ‘algunas almas’ son atraídas al ‘The Hermit’ y como y por que el Puer contiene a este. Son dos preguntas diferentes. Puedo ver que el Ermitaño tenga características de Puer, puede notarse en Nagasaki algunos rasgos que rozan lo ingenuo y lo infantil, pero me cuesta comprender en un caso practico como un arquetipo tan importante como el Anciano Sabio pueda surgir de un Puer Aeternus clásico como el que describe von Franz, ¿o es que me esta faltando una pieza? Siento que el Puer Aeternus de von Franz es ‘eternamente Aeternus’ es decir, que no tienen solución. ¿como es posible que salga de eso algo tan infinitamente erudito como el arquetipo del Anciano Sabio?
    Un saludo.

    Responder
    • Raúl Ortega dice

      27 abril 2012 a las 15:18

      Juan Pablo, te han contestado ya los compañeros tertulianos y hasta el mismo inconsciente. El mito de Parsifal es paralelo, precisamente, a las leyendas germanas (debería decir indogermanas) sobre Simplicíssimus. Parsifal es eso: un simple. Un niño. Y ojo con esto: uno de los puntos críticos de ese mito es el abandono impío de la madre en pos del destino que le marca su padre. Esa ruptura cuesta la muerte de la madre. Y ahí lo tienes todo. El «complejo materno», por tanto, que tiene un auténtico puer es con el Grial, o sea el anima, la diosa, no con la madre personal. Y un «complejo» así afecta a las relaciones con el padre hasta aún más que con la madre. Y con las novias. Y los amigos. Y con la sociedad. Y con el mundo todo. Porque ese «complejo materno» del puer es realmente… la individuación.

      Von Franz mezcla en su idea sobre el Puer los frikis, los nerds, los geeks, los «rebeldes sin causa», los hippies y todo carácter en general que tienda a darle prioridad a la adaptación al mundo interno sobre la adaptación al mundo externo, sea en la modalidad intuición extravertida (el aventurero hippie) o introvertida (el fantasioso friki). Y pone todo el peso de la esencia en esa sombra humillante que es la inadaptación social, y no en la preciosa virtud que supone la observancia meticulosa del mundo interno subordinada siempre al poder de la intuición. Con Franz la psicología que había logrado reivindicar al introvertido como un héroe interior, salvándolo del sambenito de acomplejado, vuelve a cometer la misma injusticia y en los mismos términos con el puer.

      Más vale para no perder de vista qué es un puer recordar siempre el mito cristiano, donde el valor del Niño Dios queda bien patente en diciembre año tras año. En caso de duda, consulta siempre con la mitología.

      Responder
      • Juan Pablo dice

        29 abril 2012 a las 9:01

        Muchas gracias Raúl.
        Termina quedándome todo claro 🙂
        Un abrazo desde aquí.

        Responder
  2. José Antonio dice

    25 abril 2012 a las 9:52

    Hola Raúl:

    Sí, qué buena noticia nos traes. Ese mismo arquetipo está en la base del libro «La Hermandad de los Iniciados», y, como bien apuntas, el Ermitaño es el Árbol que está contenida como semilla en el Puer. Este, de hecho, puede hablar «virtualmente» con aquel.

    Un abrazo

    José A.

    Responder
    • Raúl Ortega dice

      27 abril 2012 a las 15:25

      Así es, querido amigo. En la novela alemana el protagonista, abandonado a su suerte cuando muy niño en un bosque, entra en contacto allí con un ermitaño, que se convierte así en su padre maestro. En ese caso ese contacto virtual se convierte en algo muy real. Pero, obviamente, ambas cosas significan lo mismo. Como nos enseña el ouroboros nada hay en más íntimo contacto que el alfa, el inicio, con el omega, el fin. El puer con el senex.

      Responder
  3. José Antonio dice

    25 abril 2012 a las 10:57

    Ah, por cierto, ayer mismo hacía alusión al arquetipo del Ermitaño en mi última entrada…

    Juan Pablo, aunque imagino que Raúl te escribirá en un mensaje respondiendo más detalladamente a tus preguntas, yo te diría que la descripción del Puer Aeternus realizada por M-L. von Franz peca de no haber captado la esencia de ese arquetipo. Hay un libro de Salvador Harguindey, titulado El Renacimiento de Peter Pan, en el que este autor va desarrollando lo que él entiendo por arquetipo del Puer. Se trata de una novela que, según su autor, intenta recoger el testigo del Peter Pan originario. Si bien en ese libro se presenta una imagen más detallada del Puer, y más consonante con su esencia, yo hubiera añadido aún más cosas. Pero, en fin, como este es el espacio de Raúl, y tu pregunta va dirigida a él, mejor que sea él quien te responda.
    Un saludo
    José A.

    Responder
    • José A. dice

      25 abril 2012 a las 11:57

      Mientras llega la respuesta.

      Juan Pablo dice «Siento que el Puer Aeternus de von Franz es ‘eternamente Aeternus’ es decir, que no tienen solución. ¿como es posible que salga de eso algo tan infinitamente erudito como el arquetipo del Anciano Sabio?»

      Habría que preguntarse al hilo de ese sentimiento de Juan Pablo ¿es el puer auternus de Von Franz, el PUER AETERNUS?

      Saludos a todos

      Responder
      • Juan Pablo dice

        27 abril 2012 a las 8:35

        Muy buenas pistas José Antonio, creo que por ahí viene la cosa.
        Casualmente ayer estuve leyendo un libro que me prendió la lampara en este sentido. Era ‘El Rey Pescador y La Doncella sin Manos’ de Robert A. Johnson.
        En el relato del Rey Pescador aparece ‘Parsifal’, un Puer que entra en el castillo del Grial pero que solo en su segunda visita -tardía- y cansado de sus muchas aventuras, logra curar al Rey Pescador y logra comprender así el sentido de su vida.
        Para mí esta historia está íntimamente relacionada con las preguntas que hice en esta entrada, porque Parsifal -Puer Aeternus- es el principio de un proceso de individuacion, de sabiduría y conocimiento necesarios que puede transformarse en aquello ‘infinitamente erudito’ que es el Anciano Sabio. No obstante para ello Parsifal debió de debilitar primero su complejo materno, en un ‘ganar por desgaste’ a lo largo de los años. Y lograr un clásico ‘abajo a la izquierda’ para encontrar el castillo del Grial, que significaría un ir al encuentro del inconsciente -característica que como a Parsifal, nos vuelve un tanto ermitaños- .
        Cuando leí esto -y el resto del relato y las interpretaciones del autor- me pareció una respuesta directa a todo lo que había preguntado aquí.
        Siento ahora que solo era cuestión de hacer la pregunta para que la respuesta llegara automáticamente, tal como le pasó a Parsifal en la historia, ¿acaso todo una sincronicidad?
        Un saludo.

        Responder
        • José Antonio dice

          27 abril 2012 a las 15:11

          Por ahí van los tiros, Juan Pablo, por ahí…

  4. Juan Manuel dice

    25 abril 2012 a las 11:38

    Caramba con el eterno adolescente, inocente rebelde en su infinita mirada contempla algo anonadado los prejuicios freudianos, que como un San Benito Bendito tiene que sufrir en silencio, el “Adoles” carga con el complejo de almorrana. Sí que es cierto esa tendencia Homosexo u Seductor inmaduro en esa búsqueda de lo prístino arquetípico materno_femenino, o su inmadurez para afrontar ciertas responsabilidades, pero en cierta forma son solo partes llamativas de una gran pastel.

    Esa tendencia de solo gastar energías en la imagen autentica como si denotara perfección subliminal en todas las áreas de la vida, acaba siendo su tumba, pero esconde la semilla de la sabiduría dios mediante el desengaño y asqueo que causa la pereza inmóvil adolescente, por la simple razón que la imagen prístina que busca es eso, una imagen falaz. A diferencia del resto de Homo sapiens el desengaño es más pronunciado, causa una mayor ruptura, por lo tanto evita el peligro de quedarse colgado como sus congéneres entre la chicha y la limoná de la esperanza en un impasse que mata el alma, del que ya solo le queda morir en una lenta agonía de aburrimiento en el geriátrico de turno.

    Entre medio la vida obliga a desesperezarse y tiene que hincar el lomo, no le queda otra, y asumir lo que le toque, responsabilidades mil, y eso le curte, le hace madurar y ve que el lobo no es tan fiero, mientras poco a poco se va desembarazando de toda la carga mochilera que acumulado a través de ir probando aquí y allá, de ese testear inocentemente a ver si daba con la tecla.

    Pero que es la vida de ermitaño ?, no es acaso una proyección simbólica que apunta algo más profundo, y no precisamente a la palabra «Felicidad», un concepto que no abarca el verdadero sentido profundo de lo que se anhela. La palabra Felicidad es una boludez new age. La vida de ermitaño es el símbolo materializado de la entrega al «Self», algo que solo ocurre después de los grandes desengaños habidos por seguir al correcaminos de la imagen falaz, viendo la imposibilidad de la felicidad en los objetos y las imágenes solo le queda un camino, un abismo, la entrega al Self, esa es la llamada de su destino, el puer se alía con el sabio ermitaño abandonando los cantos de sirena de la sociedad que prometía la consecución del yoga.

    Bueno, así lo veo……

    Responder
    • Raúl Ortega dice

      27 abril 2012 a las 15:27

      Y lo ves con ojo certero de cóndor. Nada que añadir a tan afinado comentario.

      Responder
  5. Jan dice

    28 abril 2012 a las 21:06

    Hola Raúl,

    la noticia que aquí traes junto con tus planteamientos me trajo a la cabeza la historia de un personaje de ficción que protagoniza una de las consideradas como obras maestras de la prosa arabigoandaluza. Se trata de la que escribió en el siglo XII Ibn Tufayl, nacido en Guadix, localidad cercana a Granada, y que fue traducida a las lenguas europeas con el título de «El filósofo autodidacto». En ésta, su protagonista Hayy Ibn Yaqzan, se encuentra en una isla apartado del mundo civilizado, sobre cómo pudo llegar allí se barajan dos posibilidades: Una que fue arrojado al mar por una princesa que lo dió a luz en secreto, llegando gracias a la marea a la isla donde es criado por una cierva, la otra que nació por generación espontánea sin padre ni madre en el centro de la isla a partir de la fermentación de una arcilla. «…La parte central de aquella tierra era la más proporcionada y la que tenía un parecido más perfecto con el compuesto humano; al agitarse, se produjo, por causa de su viscosidad, unas burbujas, como las del agua que hierve. En el centro de ella apareció una burbuja pequeñísima, dividida en dos partes por una fina membrana, y llena de un cuerpo sutil, aéreo, constituido exactamente según las convenientes proporciones. Entonces se unió a este cuerpo el espíritu que emana de Dios, con una unión tan perfecta, que ni los sentidos ni la razón pueden concebir que se separe…»
    A partir de aquí, en un proceso cuya narración puede considerarse como un «relato de iniciación» a la manera sufí, Hayy alcanza (en contraposición al conocimiento intelectual) «la degustación mística que el hombre puede conseguir con un órgano distinto y superior al del intelecto y que es el corazón», entendiendo éste como la esencia más intima y genuina del hombre, más allá de la razón. Mediante él, «el hombre consigue su más plena realización, pues al contemplar mediante una intuición directa a Dios, conoce todo en él, y a la vez, en esa visión intuitiva, experimenta la mayor felicidad que el hombre como hombre puede llegar a obtener». Visión intuitiva que el autor expresa de forma muy inspirada en un bello pasaje que se podría corresponder con una descripción de la iluminación de Gautama Buda:
    «No dejó de buscar la inconsciencia de su yo y la pureza en la intuición de la Verdad, hasta conseguirlo: de su recuerdo y de su pensamiento se borraron los cielos, la tierra y lo que entre ellos existe, todas las formas espirituales, las facultades corporales, las facultades separadas de la materia, y hasta su misma esencia desapareció con todas estas cosas. Todo se desvaneció, se disipó como polvillos aventados, (…) Comprendió sus palabras y no le impidió comprenderlas ni su ignorancia del lenguaje, ni su capacidad de hablar; abismose en aquel estado y vio intuitivamente lo que ningún ojo ha visto, lo que ninguna oreja ha oído, lo que jamás se ha presentado al corazón de un mortal».

    Y ahora me planteo desde mi poco conocimiento de la cuestión, ¿podríamos encontrar en el protagonista literario Hayy, aspectos del Puer Aeternus?

    Un saludo

    Responder
    • Raúl Ortega dice

      30 abril 2012 a las 17:15

      Excelente, sublime, asociación al hilo traes, Jan. Antes de hablar de ello, traigo el resumen de la obra que Henry Corbin escribe en la introducción para una de sus ediciones actuales, y así entiende todo el mundo de qué va la cosa:

      […] La escenografía de su narración filosófica, digamos más exactamente de su «relato de iniciación», está constituida básicamente por dos islas, En una de ellas, el autor coloca una sociedad humana con sus leyes y sus convenciones; en la otra, un solitario, un hombre que ha alcanzado la plena madurez espiritual sin la ayuda de ningún maestro humano y al margen de toda relación social. Los hombres que integran la sociedad existente en la primera isla viven bajo la constricción de una Ley completamente exterior a ellos y de una religión cuyo modo de expresión se mantiene en el nivel del mundo sensible. Dos hombres, sin embargo, se distinguen del conjunto; sus nombres son Salâmân y Absâl (de acuerdo con la mayoría de los manuscritos y según la propia referencia de Ibn Tofayl, preferimos conservar la forma auténtica Absâl y no la forma mutilada Asál). Estos dos hombres se han elevado a un nivel de conciencia superior a la media. Salâmân, espíritu práctico y «social», se adapta a la religión popular y se las arregla para gobernar al pueblo. Pero Absâl, naturaleza contemplativa y mística, no puede adaptarse (encontramos aquí la reminiscencia del relato aviceniano). Exilado en su propio país, Absâl decide emigrar a la isla de enfrente, que cree completamente deshabitada, a fin de dedicarse allí a la vida especulativa y a los ejercicios espirituales.

      Pero, en realidad, esa isla deshabitada está «poblada» por un solitario, Hayy ibn Yaqzân. Apareció allí de manera misteriosa: o bien por generación espontánea de una materia que se tornó espiritualmente activa por la acción de la Inteligencia agente, o bien porque, siendo todavía muy niño, fue abandonado a su suerte sobre las aguas y llegó milagrosamente a la isla. En cualquier caso, el niño recibió los primeros cuidados de una gacela, ejemplo vivo de la simpatía que une a todos los seres vivos, que le alimentó y le cuidó. Comienza entonces una misteriosa pedagogía, sin maestro humano visible, ritmada en períodos de siete años, y que de septenario en septenario conduce a Hayy ibn Yaqzân hasta la madurez del perfecto filósofo (lo resumimos aquí al máximo). Ibn Tofayl describe cómo el solitario adquiere las primeras nociones de física; aprende a distinguir la materia de la forma; a partir de la noción de cuerpo, se eleva hasta el umbral del mundo espiritual; se interroga, al contemplar las esferas, sobre la eternidad del mundo; descubre la necesidad del Demiurgo; reflexionando sobre la naturaleza y los estados de su propio intelecto, toma conciencia de la verdadera e inagotable esencia del hombre y de lo que es para él la fuente del sufrimiento o la felicidad; se esfuerza, para parecerse a Dios, en no dejar subsistir sino únicamente el pensamiento; luego, de consecuencia en consecuencia, es conducido a un estado inefable en el que percibe la Teofanía universal. El solitario percibe la aparición divina resplandeciendo en las Inteligencias de las más elevadas esferas, que se va debilitando gradualmente hasta el mundo sublunar; por fin, descendiendo hasta el fondo de sí mismo, percibe la existencia de una multitud de esencias individuales semejantes a la suya, rodeadas unas de luz y de pureza, y sumidas otras en Tinieblas y en tormentos.

      Es al salir de esta visión de éxtasis, transcurridos ya siete septenarios, es decir, siete veces siete años, cuando el solitario, entrado ya en el quincuagésimo año de su vida, se encuentra en su isla con Absâl. El primer contacto es difícil. Hay una desconfianza recíproca. Pero Absâl consigue aprender la lengua de Hayy, y juntos realizan un sorprendente descubrimiento: Absâl se da cuenta de que todo lo que en la isla de los hombres le fue enseñado como religión es ya conocido, y en una forma más pura, por Hayy, el filósofo solitario, que lo aprendió bajo la sola guía de la Inteligencia agente. Absâl descubre lo que es un símbolo, y comprende que toda la religión es el símbolo de una verdad y de una realidad espiritual inaccesible a los hombres, si no es bajo ese velo, pues la visión interior de los seres humanos se encuentra anquilosada, tanto porque su atención está enfocada exclusivamente hacia el mundo sensible, como a consecuencia de las convenciones sociales.

      Pero al enterarse de que en la isla de enfrente hay hombres que viven inmersos en la obscuridad espiritual, Hayy experimenta el noble deseo de ir hasta ellos y darles a conocer la verdad. Absâl, aunque con pesar, acepta acompañarle. Los dos solitarios, gracias a una embarcación que por azar llega hasta la orilla, se dirigen pues a la isla antaño habitada por Absâl. Al principio son recibidos con grandes honores, pero a medida que despliegan su predicación filosófica, se dan cuenta de que la amistad deja sitio a la frialdad primero, y a una hostilidad creciente después, pues los hombres se muestran absolutamente incapaces de entenderles. Por su parte, los dos amigos comprenden que la sociedad humana es incurable y regresan a su isla. Saben ahora por experiencia que la perfección, y en consecuencia la felicidad, no es accesible más que a unos pocos: aquellos que tienen fuerza suficiente para asumir la renuncia.

      Numerosas opiniones han sido expresadas en cuanto al significado del relato y la intención profunda de lbn Tofayl. No es cuestión de enumerarlas aquí, pero lo que caracteriza a los símbolos es la posibilidad de encerrar innumerables sentidos; cada lector deberá encontrar ahí su verdad. Sería una equivocación considerar este relato como una novela análoga a Robinson Crusoe. Todo episodio exterior debe ser entendido aquí en un sentido espiritual. Se trata de la autobiografía espiritual del filósofo y la intención de Ibn Tofayl concuerda con la de Avicena y con la de todos aquellos que se sitúan en la misma perspectiva. La pedagogía que conduce a la conciencia plena de la realidad no es obra de un maestro humano exterior, sino que es la iluminación de la Inteligencia agente, pero ésta no ilumina al filósofo más que a condición de que se despoje de todas las ambiciones profanas y mundanas, y viva, en medio mismo del mundo, la vida del solitario tal como la entiende Ibn Bâjja. Del solitario, en efecto, pues el sentido último del relato de Ibn Tofayl parece ser éste: el filósofo puede comprender al hombre religioso, pero la afirmación inversa no responde a la verdad; el hombre meramente religioso no puede entender al filósofo. Desde este punto de vista, Averroes clasificará a los seres humanos en tres categorías espirituales: los hombres de la demostración apodíctica, los hombres de la dialéctica probable y los hombres de la exhortación. ¿Significa el retorno de Hayy ibn Yaqzân y de Absâl a su isla que el conflicto entre filosofía y religión en el mundo islámico es desesperado y carente de salida? Quizá es esto lo que habitualmente se contempla en el averroísmo, cuando se habla, refiriéndose a él, de «la última palabra» de la filosofía en el Islam. Pero no es ésa más que una pequeña parte del campo de la filosofía islámica. […]

      Responder
    • Raúl Ortega dice

      1 mayo 2012 a las 13:19

      Como vemos, en «El filósofo autodidacto» aparecen prácticamente todos los temas principales que hace resonar este arquetipo. Vamos a enumerarlos con fines pedagógicos:

      • Es el Adam Kadmon de la Cábala, el Anthropos del Gnosticismo: el hombre primigenio, el hombre que tiene restablecida su naturaleza original, y al que por tanto le corresponde vivir en el Paraíso. Como naturaleza pura integrado en naturaleza pura. O sea, pura psicoecología radical. Soy consciente de que el atractivo que tienen para mí las culturas arcaicas, la Prehistoria (el mismo que tienen los chamanes para la New Age o la tribu india para un hippie), y del que cada x tiempo alardeo en este blog, procede de todo este entramado arquetípico
      • Siendo el Emilio de Rousseau una obra que nace desde la activación inconsciente del arquetipo del ermitaño en el filósofo, al Puer podríamos llamarle «Emilio»: la conexión que desde niños tenemos con Dios y su orden natural, lo cual nos hace buenos por naturaleza, bondad que la sociedad corrompe. Hayy es el perfecto buen salvaje, que educa directamente la naturaleza, o sea, Dios. Rousseau no se atreve a dejar sin tutor a su buen salvaje, sin embargo, buscando siempre el compromiso del Puer-Senex con la sociedad. Ya hemos hablado en otros comentarios que en la práctica el Puer recibe instrucción filosófica directamente desde los arquetipos (inspiración metafísica a través de ideas e imágenes arquetípicas) o bien a través de un maestro (libros, tutores de carne y hueso, etc.) que sirve como encarnación de esos contenidos. La obra del sufí es en este sentido (y, a la postre, en todos) más profunda que la del francés, porque nos aclara que, en última instancia, con mediadores o sin ellos, los educadores en los asuntos verdaderamente trascendentes son los arquetipos. Lo que en lenguaje gnóstico llamaríamos el Nous, la Inteligencia agente. Por eso está muy bien que subraye con el símbolo de la soledad absoluta desde niño la educación totalmente autodidacta de Hayy, y con ello la verdadera esencia del Puer y, por ende, del Senex. Como todos los que han leído la biografía de Jung saben, su gurú era un espíritu desencarnado (Filemón), y ahí lo tenemos de nuevo. Sin esa directa conexión, como Rousseau barruntaba e Ibn Tufayl sabía, no hay Puer, y, por lo tanto, no hay Senex. Porque no hy verdadera sabiduría. Sólo intelecto.
        De camino, comento algunas notas más sobre El Emilio de Rousseau, un filósofo que resultó trascendente, quizás como ningún otro, para la historia sociopolítica de Occidente. El desarrollo de su Puer lo hace culminar en la boda con Sofía, su alma gemela. Pero con ese nombre de mujer, todo parece ser una alegoría gnóstica, un evangelio gnóstico: Emilio es un individuando, que logra su Totalidad en el hierosgamos con Sofía, la Sabiduría Divina. Ahí se convierte en Senex propiamente. A mí me resulta transparente lo que la intuición del filosofo, la Inteligencia agente, cuenta con esto, aunque su razón le diga a él y a sus lectores cualquier otra cosa.
      • El nacimiento y la infancia del Senex Hayy son las propias de un Niño Divino, de un Buda o un Jesús: llenas de prodigios y milagros. Con lo cual mitológicamente se afianza la identidad Puer-Senex.
      • Absâl y Hayy forman una dupla ego-sombra recíproca. De tal manera que el relato puede ser leído como si fuera la individuación de Absâl, y Hayy fuera, precisamente, su Espíritu Guía. Absâl es el Puer que quiere desprenderse de su última máscara, Salâmân, y se retira, como buen ermitaño-Senex, a las soledades naturales, donde se encuentra con la Inteligencia agente personificada por Hayy. Esta parte es similar a lo que se cuenta en ciertos capítulos dentro de Padre Sergio, de Tolstoi, donde el ruso ensaya sobre el relativo valor religioso de ser ministro de la Iglesia en comparación al valor absoluto de ser un místico, un monje, un ermitaño. Pero éste es un problema urobórico, circular, que hemos tratado ya en esta entrada y en otras y que a Rousseau ocupó mucho: el problema del contrato social, de la responsabilidad social que también «padece» El Ermitaño. Absâl es la parte del ser de Hayy que crea un puente con los discípulos, con el mundo que espera esa luz. Es la compasión. Las conclusiones a las que llega Ibn Tofayl hace 9 siglos son similares a las que expuse en Totalidad y Totalitarismo hace unos días: no hay esperanza de lograr un contrato justo entre esas partes. Pero el arquetipo fuerza a obrar como si la hubiera. Al parecer, con la intención basta, y con todo lo que ocurre en esa frustrante intentona. El Ermitaño acaba necesitando una adecuada doble moral para ser justo con ambas facetas de la vida: la luz de Sofía en los bosques divinos (Hayy, lo esotérico) y el calor de la comunidad en el mundo (Salâmân, lo exotérico). Ibn Tofayl de todas formas acaba acompañando con un buen amigo a El Ermitaño, como Viernes a Robinson Crusoe, y yo vuelvo a dejar caer que lo más parecido al compromiso entre ambas partes es la tribu, la secta.
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      • Jan dice

        1 mayo 2012 a las 18:54

        Estupenda la síntesis de Heny Corbin que dejas, por cierto, después de leer el fragmento hice memoria y recordé que se encuentra en la edición de Trotta «Historia de la Filosófia Islamica» (pag. 217-220) del genial islamólogo francés que tengo por aquí en la biblioteca que conservo de cuando podía comprar libros. Las anotaciones de mi anterior comentario las tomé una traducción de la obra de Tufayl también editada por Trotta, pero la verdad, hubiera sido mejor acudir directamente al texto de Corbin para dejar una idea más general y clara.

        Muy interesantes tus apreciaciones desde la prespectiva de la psicología arquetípica, que tal como comenté no es un tema sobre el que tenga muchos conocimientos pero me atrae mucho. Tomo nota de todo lo que se escriba aquí. Te agradezco especialmente el cotejo que haces con las obras de Rousseau y Tolstoi.

        Responder
        • Raúl Ortega dice

          2 mayo 2012 a las 13:45

          Gran tradición islamista e islamóloga la francesa. Que duda cabe que la base de esto es la expansión colonial gabacha por el norte de África, que funcionó para la filosofía occidental exactamente igual que Las Cruzadas. El colonizador es a su vez colonizado. La guerra consigue nuevas materias primas y recursos y entre ellos se cuentan los pensamientos, que también son importados.

        • Jan dice

          3 mayo 2012 a las 8:47

          Al Adam Kadmon de la Cábala y al Anthropos del Gnosticismo que apuntas más arriba, dentro del esoterismo islámico su equivalente sería al-Insân Al-Kâmil (El Hombre Universal)sobre el que los sufíes dejaron bastante literatura. Hace un tiempo transcribí algunos textos de otros autores occidentales donde de forma resumida exponen la doctrina creada en torno a este arquetipo en su vertiente islámica. Te dejo el enlace:

          http://barzaj-jan.blogspot.com.es/2011/01/al-insan-al-kamil.html

        • Raúl Ortega dice

          3 mayo 2012 a las 13:55

          «No existe en el cosmos ningún lugar para la manifestación de la Unidad más perfecto que tú mismo cuando te sumerges en tu propia esencia y olvidas toda relación, y cuando te percibes a ti mismo por ti mismo y despojado de tus apariencias, de forma que seas tú mismo en ti mismo y cuando de entre todas las Cualidades divinas o atributos creados -que, por otra parte, te pertenecen- ningúno ya se refiere ya más a ti. Este estado del hombre es el lugar más perfecto de toda la existencia para la manifestación de la Unidad«.

          Abd al-Karim al-Yili, El Hombre Universal

          Ahí es nada. Bien traído todo esto, Jan. Buenísima entrada esa. Gracias.

  6. Juan manuel dice

    3 mayo 2012 a las 21:45

    Después de leer esta joya del Sr Karim, me ha venido unas palabras. Resonaba la frase «Hijos del Sol». Si este texto lo hubiera recitado el Ramana de turno no causaría la mas mínima sorpresa, pues es Advaita puro, algo así como hundirse en el “Si Mismo”. Me ha quedado la duda Don Orte, aun a sabiendas que todos los caminos conducen a Roma, si también como formula maestra es indicada para los «Hijos e Hijas de la Luna».

    Ensimismado espero su sapiencia….

    Responder
    • Raúl Ortega dice

      5 mayo 2012 a las 11:42

      Responderé con sapiencia, es decir, con conciencia de sapo:

      -El shivaismo (y siendo Shiva la más completa y profunda expresión del arquetipo del Ermitaño, por cierto) da lugar a escuelas monistas y dualistas. El monismo y el dualismo son dos conceptos en tensión, por lo que, prudentemente, ninguno de los dos debe tomarse como última palabra. A mí personalmente me da grima la megalomanía advaíta de la ecuación hombre=dios, mundo=dios (panteísmo), sujeto=objeto. En el artículo de Jan podemos leer estos pasajes dualistas de Titus:

      «Por consiguiente, se puede decir que el hombre, que es un microcosmos, y el universo, que es un macrocosmos, son como dos espejos que se reflejan mutuamente»

      «El universo es un gran hombre, y el hombre un pequeño universo»

      «Se puede decir también que el universo y el hombre son formas del Espíritu universal (ar-Rûh) o del Espíritu divino, o que los dos son aspectos complementarios de un solo ser «pancósmico», símbolo de Dios; sin embargo, la forma «exterior» u «objetiva» del macrocosmos no puede ser captada en su totalidad, puesto que sus límites retroceden indefinidamente, mientras que la forma del hombre es conocida, lo que nos lleva a afirmar que el hombre es el «compendio» cualitativo del gran «libro» cósmico»

      Y también podemos entender el dualismo de William C. Chittick:

      «Aunque el universo es uno visto desde el punto de vista de la Esencia divina, desde el punto de vista de la relatividad hay una polarización fundamental entre el microcosmo y el macrocosmo»

      Conozco a una persona que se piensa última reencarnación de Jesús. Un místico visitó una vez un manicomio y le dijo a un loco que se creía Jesús (Dios): «La única diferencia entre tú y yo es que, sabiendo los dos que somos Dios, tú te crees el único y yo sé que todos y cada uno de los seres lo son. Por eso yo estoy cuerdo y tú no». En efecto, el Self, el Atman, tiene un aspecto microcósmico, que se corresponde con la individuación, y un aspecto macrocósmico, que se corresponde con lo colectivo y con la idea de Dios. Confundir ambas cosas es locura. Pensar en un Dios abstraído, separado de la creación y el alma, o no pensar en un Dios y hacerlo sólo en las múltiples criaturas (nominalismo), huérfanas de Unidad, es otra.

      Posiblemente una de las mejores maneras hoy de meditar en esto sea a através de las fractales:

      Aquí vemos que hay un patrón común, que sería lo Uno, que se multiplica infinitamente, lo que sería la creación y las criaturas. La fractal es un buen modelo intuitivo para captar lo platónico y lo arquetípico, ambas dos formulaciones dualistas y al mismo tiempo unitarias (¿»monismo dual»?¿»dualismo monista»?). Como un holograma, si te sitúas en cualquier punto de la fractal (microcosmos) estás, de alguna manera, participando del conjunto total. Pero, al mismo tiempo, lo único que de verdad abarca ese conjunto total es el conjunto total en sí, la fractal completa (macrocosmos). Para incluir propiamente en mitad de todo esto el gnosticismo tendríamos que añadir la idea, que una fórmula matemática no puede contemplar, de que cada nueva generación sucesiva del patrón fractal (lo que se llama el «atractor extraño») es una caída, una copia microcósmica cada vez con peor calidad. Exactamente como una fotocopiadora que se va quedando sin tinta.

      -La luz de la Luna es la luz reflejada del Sol. El camino de los Hijos de la Luna y el de los Hijos del Sol es, por tanto, el mismo. Otra vez encontramos unidad detrás de una aparente dualidad.

      Responder
      • Juan manuel dice

        5 mayo 2012 a las 12:56

        Gracias Don Orte ha dado usted una perfecta Sapo_Ciencia, y voto a brío que tal como «Yo» lo observo resueno con lo de los aspectos complementarios de un «Pan_Cosmico». La razón que subyace a la imposibilidad de captar la totalidad está restringida a que los sentidos de la herramienta cuerpo_mente solo pueden aprender partes separadas especializadas, donde a la vez son filtradas, si encima lo conceptualizamos pues andamos con el colmo de la fragmentación, y a la vez presumiendo de la sinceridad del absoluto a través de ciertos cuerpos_mentes sabios iluminados, ellos dejan constancia de ser el absoluto por negación de los sentidos y perdida de toda individualidad, dándose lo de los aspectos complementarios tanto desde la totalidad hacia la individualidad en la multiplicidad, como de esta hacia la totalidad, un ejemplo de ello se lo dejo en esta entrevista a Nisagardatta Maharaj, aunque le que derive de ello le dé grima….

        Pero antes de pasar a su lectura, me apetece llorar un poco, en serio me invade una enorme tristeza, un no sé qué…..Leía el otro día lo del llamado «Tiempo del sueño», como un mundo paralelo al que de vez en cuando retornamos mientras dormimos, un lugar más real que este, del que doy fe. Esto a los hijos del sol y de paso al hundimiento en el si_mismo parece que se las sopla. Pero para los hijos de la luna se lo digo con toda mi inocencia, supone traicionar lo que más añora nuestro corazón, intento entender cómo se integra todo esto, pero uno niega al otro y viceversa, con ello no estoy diciendo que usted me lo resuelva, porque tengo claro que cualquier profundización en el ensimismamiento que desaloje el punto de encaje de lo ordinario será aprovechado para conducirnos hacia lo que se añora, por las buenas de manera natural o a las malas por inducción, me da igual….., digamos que el procedimiento valida ambos hijos, pero no conducen a la misma Roma.

        Un abrazo

        Interlocutor: Hay muchos libros interesantes escritos por gentes aparentemente muy competentes, en los que se niega la ilusoriedad del mundo (aunque no su transitoriedad). Según ellos, existe una jerarquía de seres, desde el más bajo al más alto; en cada nivel la complejidad del organismo permite y refleja la profundidad, la amplitud y la intensidad de la consciencia, sin ninguna culminación visible o cognoscible. Una ley suprema gobierna por todas partes: la evolución de las formas por el crecimiento y el enriquecimiento de la consciencia y la manifestación de sus potencialidades infinitas.

        Mah: Esto puede ser así, o no. Incluso si es así, lo es solo desde el punto de vista de la mente, pero de hecho el universo entero (mahadakasha) existe solo en la consciencia (chidakasha), mientras que yo tengo mi estación en lo Absoluto (paramakasha). En el ser puro emerge la consciencia; en la consciencia el mundo aparece y desaparece. Todo lo que es, es mí mismo; todo lo que es, es mío. Antes de todos los comienzos, después de todos los finales —yo soy. Todo tiene su ser en mí, en el «yo soy», que brilla en todo ser vivo. Incluso el no ser es impensable sin mí. Ocurra lo que ocurra, yo debo estar ahí para presenciarlo.

        Int: ¿Por qué le niega usted el ser al mundo?

        Mah: Yo no niego el mundo. Yo lo veo como aparece en la consciencia, que es la totalidad de lo conocido en la inmensidad de lo no conocido.Lo que comienza y acaba es mera apariencia. El mundo se puede decir que aparece, pero no que es. La apariencia puede durar mucho en alguna escala de tiempo, y ser muy breve en otra, pero finalmente equivale a lo mismo. Todo lo que está sujeto al tiempo es momentáneo y no tiene ninguna realidad.

        Int: Ciertamente, usted ve el mundo existente que le rodea a usted ¡Usted parece comportarse con entera normalidad!

        Mah: Eso es lo que le parece a usted. Lo que en su caso ocupa todo el campo de la consciencia es sólo una mota en la mía. El mundo dura, pero sólo un momento. Es su memoria lo que le hace a usted pensar que el mundo continúa. Yo mismo, no vivo de memoria. Yo veo el mundo como es; una apariencia momentánea en la consciencia.

        Int: ¿En su consciencia?

        Mah: Toda idea de «yo» y «mío», incluso de «yo soy» está en la consciencia.

        Int: ¿Es entonces su «ser absoluto» (paramakasha) inconsciencia?

        Mah: La idea de inconsciencia existe solo en la consciencia.

        Int: Entonces, ¿cómo sabe usted que usted está en el estado supremo?

        Mah: Porque yo soy en él. Es el único estado natural.

        Int: ¿Puede usted describirlo?

        Mah: Solo por negación, como incausado, independiente, incomparable, indiviso, incompuesto, imperturbable, incuestionable, inalcanzable por el esfuerzo. Toda definición positiva viene de la memoria y, por lo tanto, es inaplicable. Y sin embargo mi estado es supremamente real y, por lo tanto, posible, realizable, asequible.

        Int: ¿No está usted inmerso atemporalmente en una abstracción?

        Mah: La abstracción es mental y verbal y desaparece en el sueño profundo, o en el desvanecimiento; reaparece en el tiempo; yo soy en mi propio estado (swarupa) atemporalmente en el ahora. El pasado y el futuro están solo en la mente —yo soy ahora.

        Int: El mundo es también ahora.

        Mah: ¿Qué mundo?

        Int: El mundo que nos rodea.

        Mah: Es su mundo lo que usted tiene en la mente, no el mío. ¿Qué sabe usted de mí, cuando incluso mi conversación con usted está solo en su mundo? Usted no tiene ninguna razón para creer que mi mundo es idéntico al suyo. Mi mundo es real, verdadero, como es percibido, mientras que el suyo aparece y desaparece, según el estado de su mente. Su mundo es algo extraño, y usted tiene miedo de él. Mi mundo es mí mismo. Yo soy en casa.

        Int: Si usted es el mundo, ¿cómo puede usted ser consciente de él? ¿No es el sujeto de la consciencia diferente de su objeto?

        Mah: La consciencia y el mundo aparecen y desaparecen juntos, de manera que son dos aspectos del mismo estado.

        Int: En el sueño profundo yo no soy, y el mundo continúa.

        Mah: ¿Cómo lo sabe usted?

        Int: Al despertar lo sé. Mi memoria me lo dice.

        Mah: La memoria está en la mente. La mente continúa en el sueño.

        Int: Está parcialmente en suspenso.

        Mah: Pero su imagen del mundo no es afectada. Mientras que la mente está ahí, su cuerpo y su mundo están ahí. Su mundo está hecho de mente, es subjetivo, está encerrado dentro de la mente, es fragmentario, temporal, personal, cuelga del hilo de la memoria.

        Int: ¿Es así el suyo?

        Mah: ¡Oh, no! Yo vivo en un mundo de realidades, mientras que el suyo es de imaginaciones. Su mundo es personal, privado, incompartible, íntimamente suyo. Nadie puede entrar en él, ver como usted ve, oír como usted oye, sentir sus emociones y pensar sus pensamientos. En su mundo usted está verdaderamente solo, encerrado en su sueño siempre cambiante, que usted toma por la vida. Mi mundo es un mundo abierto, común a todos, accesible a todos. En mi mundo hay comunidad, penetración inteligible, amor, cualidad real; lo individual es lo total, la totalidad —en lo individual. Todos son uno y el Uno es todos.

        Int: ¿Está su mundo lleno de cosas y de gentes como lo está el mío?

        Mah: No, está lleno de mí mismo.

        Int: ¿Pero usted ve y oye como nosotros?

        Mah: Sí, yo parezco oír y ver y hablar y actuar, pero para mí eso sólo acontece, como acontecen para usted la digestión o la transpiración. La máquina del cuerpomente se ocupa de eso pero me deja fuera de ella. Lo mismo que usted no necesita ocuparse del crecimiento de su cabello, así yo no necesito ocuparme de las palabras y las acciones. Ellas simplemente acontecen y me dejan en paz, pues en mi mundo nada marcha nunca incorrectamente.

        Responder
        • Raúl Ortega dice

          10 mayo 2012 a las 11:00

          Sí que da mucha grima. Por otro lado da mucho placer. Pero vayamos por partes.

          1) Esto es una conversación entre dos conciencias, de tal modo que mismas cualidades de conciencia podemos reconocer en los dos, y ellos se entienden, al menos, hasta cierto punto, entre ellos, lo que significa que ambos comparten, hasta cierto punto, mismos estados de conciencia. Dicho sencillamente: son dos personas hablando sobre sujetos y objetos, usando el mismo lenguaje y las mismas funciones mentales. Las mismas que usamos nosotros cuando los leemos. Esto son palabras, explicaciones, intelecciones, abstracciones, justificaciones. Viejas amigas del Tonal. Con el mismo derecho que tiene Nisargadatta a poner en tela de juicio los pensamientos de su interlocutor nosotros podemos poner en tela de juicio el suyo. Lo primero que señalo como sospechoso es que habla exactamente igual que su gurú, Siddha Rameshuar, con lo cual está claro que «antes de la Iluminación, advaísmo, después de la Iluminación, advaísmo». Podemos legítimamente sospechar que está explicando una seguramente genuina experiencia espiritual en los términos en que su conciencia ha sido adiestrada. Exactamente igual que las visiones de un santo católico acaban siendo explicadas dentro del dogma eclesial. Aunque un observador imparcial claramente vea en ellas elementos egipcios, aztecas, gnósticos, hindúes. ¿Vemos por donde voy?

          2) Para entender santos, filósofos e iluminados regreso a la información básica: su vida (la mente, como acabamos de ver, justifica demasiado lo que quiere justificar). Nisargadatta cumple en su vida el patrón arquetípico exacto de El Ermitaño. Claro, podríamos decir que también con sus acciones en el mundo él ha querido adaptarse a las enseñanzas religiosas que su cultura y su gurú le han inculcado. Pero vivir implica poner en juego cosas que son menos dúctiles que la mente: emociones, instintos, querencias, esfuerzos… Escribiendo libros podemos engañar a mucha gente, pero con nuestra vida y obras a menudo no engañamos a nadie. También podemos decirlo así: lo que decimos procede de nuestra conciencia, lo que nos pasa en la vida procede de lo inconsciente, lo cual es una autoridad difícil de doblegar. Claro, la máscara es una forma de vida y es falsa, diremos. Bien, pero la máscara nos dice que falseamos siempre en la dirección del apego, de la socialización, de la adaptación, de la comodidad social. Falsear en la dirección del desapego, del retiro, de El Ermitaño, es mucho más complicado. Y si a alguien se le ocurre la peregrina idea de peregrinar hacia esas rudas y costosas direcciones, impostando una vocación, es porque de todos modos algo genuino impulsa esa impostura. Esto es lo que le pasa precisamente a muchos «pueri»: se apresuran hacia el Senex prematuramente y luego tienen que hocicar y regresar a cumplir con todo el karma pendiente en el mundo de la máscara, la sociedad. Así que todo eso es a medias una impostura, una salida falsa, y a medias no lo es.

          La vida de Nisargadatta es esta delicia:

          «Su padre, Shivrampant, trabajó como sirviente doméstico en Bombay y después como pequeño granjero en Kandalgaon, un pueblecito de los bosques del distrito Ratnagiri, en Majarastra. Tras la muerte de su padre, Marutti (su nombre de nacimiento) dejó el pueblo al cumplir los dieciocho años, y se fue a Bombay, donde trabajó brevemente como vendedor. Después se hizo pequeño comerciante y desarrolló su propio negocio. En 1924 se casó con Sumati Bai y tuvieron tres hijas y un hijo. Abrió una tienda de bidis (cigarrillos finos indios). Fue a partir de aquí (con unos 35 años) cuando llegó a interesarse abiertamente por los temas espirituales.

          Un amigo suyo, Yashwantrao Bagkar, era discípulo de Siddha Rameshuar Majarásh, a quien llevó a ver un día. Marutti quedó conmovido por la personalidad y la enseñanza de aquel hombre, y poco después fue su gurú. Sri SiddhaRameshuar Maharás propició la iluminación de Nisargadatta a los 37 años con instrucciones como «mantente en la sensación de “yo soy”, ahí reside la verdad última […] tú eres lo Supremo».

          Siddha Rameshuar murió poco después, en 1936. Entonces Nisargadatta abandonó a su familia y su negocio de bidis y se fue a los Himalayas; pero pronto volvió y comenzó a impartir sus enseñanzas».

          Si damos por hecho que Nisargadatta es un Ermitaño de verdad, un Senex auténtico, entonces ya tenemos que hay una verdad, ese arquetipo, que está por encima de su forma de explicar la realidad. El Ermitaño une a advaitas, a católicos, a sufíes, a dualistas… Lo que la mente explica de formas contradictorias es en la experiencia interna y en la vida externa una misma cosa. Por lo tanto, no elijamos sólo a un ermitaño como la voz autorizada de ese arquetipo. Escuchémosle hablar desde todos lados. O, mejor, lo único realmente válido: que cada cual lo escuche hablar por sí mismo, y que trate de desprenderse de todo lo que cree saber para oir mejor.

          3) Aceptemos que el discurso de Nisargadatta está llenos de apoyos en el criterio de autoridad («esto es así porque lo digo yo, porque yo lo valgo»), y aceptemos que las réplicas del interlocutor no están de más. Ni uno es tan listo ni el otro es tan tonto. Aceptemos que el advaísmo extremo ese de «el mundo lo creo yo porque me da la gana» es infumable. Es de manicomio. Lo mismo que eso de «Soy Napoleón, y mañana me peleo en Waterloo». Unos locos hacen desaparecer el mundo entero y otros crean mundos inexistentes. A mí me parece claro que el entendimiento del cosmos como diferentes planos de emanación y realidad es la única forma cuerda de captarlo. Diferentes planos que son accedidos desde diferentes chakras/estados de conciencia. En una espiral ascendente de desarrollo de conciencia que llamamos camino del guerrero, o búsqueda del Grial.

          A Nisargadatta le diremos, de acuerdo a esa biografía suya que tan de acuerdo está con El Ermitaño: «Si estás tan por encima del mundo y su realidad, ¿a qué bajaste de las montañas a volverte a mezclar en él?».

          4) Que sí, hombre. Todos los caminos no conducirán a la cristiana Roma, pero a los Himalayas sí.

        • Juan manuel dice

          13 mayo 2012 a las 19:55

          Muy lucida tu exposición, entresaco algunos comentarios interesantes, quizás el más impactante para mí ha sido por su simplicidad, el que pone al descubierto cierta ingenuidad por mi parte a la hora de no desafiar las palabras del Gurú de turno. También lo de la transmisión advaita como mera repetición cultural adquirida antes y simplemente repetida después. Hombre, no me gustaría dejar este tema sin escuchar tu punto de vista del siguiente relato que tiene una peculiaridad. Reconozco que tengo cierta predisposición a escucharte por que siempre aportas una visión original.

          El nombre de este señor es David Carse, personalmente una de las mentes más lucidas que circulan por el Neo_advantismo y que rompe los moldes en el sentido que no está contaminado por ninguna transmisión espiritual, bien es cierto que después de su “Iluminación”, acabo por aquello del destino en manos de Balsekar que fue el que le explico lo que le había ocurrido. Es decir este señor adquirió la llamada iluminación sin tener pajolera idea de nada, de ahí nace cierto interés, pues rompe moldes. Tiene escrito un único libro “Perfecta brillante Quietud” y no se dedica hablar de ello, ni tiene discípulos, ni viaja, ni recibe a nadie, es granjero ahora, como lo fue antes. La descripción de su despertar es la siguiente.

          Más adentrada esa noche en la jungla, cuando ya ama¬necía, yaciendo allí, en la Presencia, llegó un punto en el que toda experiencia cesó. El pensar y el sentir y el procesamiento que habían estado sucediendo cesaron todos por completo. No fui consciente de ello «en ese momento», ya que no había pen¬samiento y no había consciencia ni del tiempo ni, en verdad, de mia en absoluto; solo al mirar atrás, de manera retrospectiva, surge la percatación de que hubo un «periodo de tiempo», «fuera del tiempo», durante el cual no hubo pensamientos, ni ex¬periencias, ni cosa alguna; nada.

          Puede que durara horas, puede que ocurriera en un instan¬te; no había tiempo. Solamente en retrospectiva puede califi¬carse de un espacio o de un tiempo de quietud o de vacío, pues¬to que mientras estaba ocurriendo no había tiempo ni espacio, ni sensación o conciencia de que estuviera ocurriendo nada. No estaba dormido. Era un estado de completa quietud y de una conciencia completamente alerta. Pero no había allí nada de lo que ser consciente, ni tan siquiera una sensación de sí mismo que posibilitara la autoconsciencia. Podría describirse como una quietud y una conciencia completamente vacías. No tengo ni idea de cuánto duró.

          En un momento dado, llegado a un cierto punto en este lu¬gar de no tiempo, no pensamiento, no lugar, no yo, comenzó a insinuarse gradualmente una consciencia de que estaba suce¬diendo un simple observar algo. A medida que esta consciencia de observar fue destilándose paulatinamente del vacío, la aten¬ción se focalizaba; hasta que se plasmó la percatación de que lo que estaba siendo observado, aquello de lo cual había conscien¬cia, era de un fulano yaciendo en una choza de bambú en la jun¬gla. Prosiguió la focalización, hasta que hubo consciencia, como una especie de reconocimiento, de que lo que siempre había sido considerado como yo mismo, «David», yacía allí en un jer¬gón en medio de la selva tropical. Y hubo un abrupto darse cuenta: «Dios mío, no hay nadie en casa».

          Este fue el momento en el cual nada sucedió. Al igual que una pompa estalla de «súbito», hubo un cambio en la com¬prensión. No soy «David»: nunca ha habido un «David»: la idea de «David» es parte de un pensamiento, algo similar a un sue¬ño, que no tiene importancia. El «yo» individual, aquel que yo pensaba que residía en ese cuerpo y que miraba a través de esos ojos, aquel que apenas unas horas antes yo había pensado que había despertado lo bastante como para percibir la Presencia, no está ahí, no existe, nunca ha existido. No hay nadie en casa.

          Esto no fue una experiencia «extracorpórea». He tenido al¬gunas de ellas, en las cuales «yo», mí «mismo», experimenté estar fuera de este cuerpo, en vez de estar dentro de él, y me ex¬perimenté contemplando el cuerpo desde el exterior, en vez de estar mirando al exterior a través de los ojos del cuerpo. Pero esto no fue nada así, en absoluto. Lo que estaba siendo observa¬do aquí era no solo el cuerpo, sino todo el aparato «David» al completo: cuerpo, mente, sí mismo, alma, personalidad. Y lo que lo observaba es Todo lo que es. La observación, lo que pos¬teriormente llegué a conocer como «atestiguamiento», no es de otro distinto del cuerpo o de la mente o de la totalidad de la cosa «David», y tampoco de no otro. No se origina aquí, en la men¬te/cuerpo, pero tampoco sucede aparte de ella, ya que Eso la in¬cluye. Es absolutamente claro que el atestiguamiento no lo está haciendo «yo», ni siquiera un «yo» desencarnado. Este atesti-guamiento no lo está haciendo nadie, ninguna entidad. Ese es el punto: no hay entidades; no hay nadie en casa. Solo hay atestiguamiento.

          Abruptamente, instantáneamente. Sin esfuerzo, surgiendo de la quietud.

          Un momento, un instante de radical y severa desorienta¬ción, de discontinuidad; luego, un traspasar eso y una perfecta claridad, absolutamente igual a la experiencia del despertar.

          Un sueño, aparentemente real, que dura aparentemente toda una vida.

          Una leve turbación, y el sueño se desvanece sin esfuerzo.

          Un momento de desorientación mientras se reconoce el sue¬ño como sueño y se produce el despertar a lo Real.

          Inmediatamente, el sueño cesa y es sabido que el sueño nun¬ca fue real, que nunca se fue lo que se había estado soñando. No hay un «antes y un después», ningún momento en el que yo «ya no» fuera David. Esta es la «puerta sin puerta»: solo un ver que David nunca fue. Lo más próximo que puede decirse es: aho¬ra la percepción es que no hay «yo», no hay «David»; y «yo» es eso que nunca ha dejado de ser Todo Lo Que Es. Siempre y por doquier perfecta Brillante Quietud, y nada, un no-algo sin nom¬bre vertiéndose continuamente, viéndose ahora siempre, no des¬de esta cosa mente/cuerpo.

        • Raúl Ortega dice

          23 mayo 2012 a las 14:19

          Te propongo Juan que veamos esta experiencia como un desplazamiento de la conciencia, del punto de encaje, desde el yo al inconsciente. Y se acaba así una parte del misterio advaíta. Salir del cuerpo, un viaje astral, aclara rápidamente que cuerpo y psique no son la misma cosa, que pensar en la dualidad cuerpo y alma es coherente, y una experiencia así aclara que tampoco son la misma cosa el yo psíquico y lo inconsciente (¿el alma y el espíritu?). Aunque las tres cosas (cuerpo, alma y espíritu) sean una, se intersecten, en ciertos puntos, sin lo cual sería imposible que, por ejemplo, las hormonas, o las drogas, afectaran nuestro comportamiento, y sin lo cual sería imposible que un yo psíquico (como David Carse), una persona, pudiera sin embargo despersonalizarse de tal modo que deje de ser un yo psíquico por un momento para convertirse en el observador onírico, el inconsciente. ¿Qué parte de lo inconsciente es ese observador al que por la gracia accede Carse? No lo sabemos. A niveles filosóficos su experiencia aporta poco. Quiero decir que si hubiera mirado el mundo desde el mismísimo Atman, desde, vamos a decir, el Anciano Sabio (la copia de Dios más pura a la que se accede siendo individuos), la experiencia (presumiblemente) le hubiera aportado mucho más contenido sobre, por ejemplo, el de dónde venimos y el adónde vamos. La suya es una experiencia reducida a la percepción. Él mismo habla del cese de los pensamientos y sentimientos. Pero la percepción es sólo uno de los 4 pilares de la psique. Faltan precisamente eso: sentimientos, pensamientos, intuición. El Atman es maestro en todos ellos. Por lo tanto, yo dudo de su afirmación de que lo que observaba es ese «Todo lo que Es». Quizás precisamente por eso su experiencia es muy, demasiado, del tipo plano «antes de la iluminación granjero, después de la iluminación, granjero otra vez». Porque falta contenido aún más transformador.

          De todos modos, cada uno cuenta la fiesta según cómo le ha ido, y cada uno habla de las experiencias transpersonales según las que haya tenido por sí mismo gracias a la gracia. Quizás podríamos decir según el tipo de conciencia inconsciente que haya tomado posesión del yo. Según el arquetipo que haya poseído al yo.

  7. Juan Manuel dice

    26 mayo 2012 a las 8:20

    Sip e indudablemente el efecto, dícese las palabras que brotan a través de David u otro individuo, provengan estas del Advaita o de cualquier sostén filo_sofico, tienen su causa en el concepto energético llamado «Punto de encaje» con un factor de direccionalidad dado. Esto nos lleva a conclusiones interesantes. Señalar como la más importante,…. que sea por disciplina, casualidad, destino, genética u simple azar, lo que encontramos que tienen en común todos estos personajes en el campo que tocan, es que llegados a un posicionamientos de la conciencia, todos ellos entran en un estado de flujo con licencia de poeta y verbo en prosa.

    Me he tomado el placer de empaparme de varios autores con una misma raíz en su mensaje advaita o neo-advaita, sin embargo sus vericuetos, razones y conclusiones difieren totalmente, siendo entre ellas mismas totalmente incompatibles. No importa lo que dicen desde el punto de vista racio_intelectual, por que funcionan desde la misma cualidad creativa que cualquier poeta u artista, solo que su modelo de expresión es cierto tipo de lógica de ideas que apuntan a una misma enseñanza aprendida anteriormente, incluso David pues fue moldeado por Ramesh balsekar, quedarse enganchado al significado es olvidarnos que lo verdaderamente a tener en cuenta es el flujo creativo de expresión. Sería como coger a «Tapies» y reordenar sus calcetines como la verdad ultima desde una visión intelectual de una tradición, seria mirar el dedo mientras se señala a la luna.

    El misterio en el que el intelecto se queda enganchado es en el de «No hay nadie», pero ete tu aquí que en el estado de flujo creativo donde puede brotar cualquier flor aun incomprensible, sería imposible para el mismo autor definirse como el responsable de tamaño monumento de las musas, cualquier Mozart al uso convendrá que se siente vehículo de algo que ha nacido, dando la impresión natural de que «No hay nadie», responsabilizando a «Todo lo que es». La confusión advaita es que se juntan lo creativo que señala a la dirección que señala, el tema al que se hace referencia no es libre, pero si como se señala.

    Gracias Raul por ayudarme a ordenar_dilucidar mis propias impresiones abstractas_etereas desde ese conocimiento silencioso que capta y necesita plasmarse en una comprensión de Tonal.

    * Nota – Te dejo esta dirección con un contenido sorprendente, todavía estoy rascándome la calva. Te gustan las morcillas con fresas?, pues más o menos.

    http://hellingersciencia.com.mx/noticias/18-lanzamiento-mundial-del-nuevo-libro-de-bert-hellinger

    Responder
    • Raúl Ortega dice

      28 mayo 2012 a las 9:45

      Pues sí, qué… desconcertante…
      En la entrada que estoy redactando ahora hablo de cómo el paradigma freudiano se fue extendiendo por el mundo, con su idea causalista de que «nada malo pasa en la mente de un adulto que no tenga origen en su infancia», y de cómo esa idea sigue vigentísima hoy día a través, por ejemplo, de un Hellinger, y sus hiperfamosas e hiperproductivas constelaciones familiares, y sobre cómo hoy se está extendiendo, con los mismos mecanismos, el paradigma bioquímico (todo lo psíquico se explica a través de secreciones cerebrales). Y ahora me sale Hellinger con esto… ¿Un rancio que se reverdece, se actualiza, se renueva? Puede ser. Habrá que leer el libro. ¿De repente el alemán pasa a formar parte de mi propia constelación familiar? Porque yo soy otro de esos majaras que fue tras los pasos de Don Juan, literalmente…

      Responder
  8. Domingo Hernaiz Avila Gil Angulo etc. dice

    25 marzo 2016 a las 8:34

    hoy dia de la muerte muerte del niño dios hecho grande que quiere pasar a la posteridad terricola como no siendolo , he conocido…¿ quien ?… vuestros dialogos y ¡ que alegria he recibido ¡ . Asi que , sigo con vosotros con vuestro permiso gracioso y amable , hasta que la vida quiera.Trabajaba de maestro y ahora estoy en Cordoba esperando reconocerme .

    Responder
    • Raúl Ortega dice

      25 marzo 2016 a las 10:07

      Un abrazo, Domingo. Bienvenido.

      Responder

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