Pasto para el fogoso milenarista: más sobre tormentas solares

Febrero loco siempre ha tenido esa fama de inestable y excéntrico. Nunca me ha parecido sensato celebrar el día de San Valentín en Acuario, máxime con Piscis a la vuelta de la esquina, una vibración no demasiado centrada tampoco, pero mucho más adecuada. Este año, al parecer, el Sol ha querido celebrar la fecha abrazando la Tierra con especial ardor. Veamos cómo está hoy ese asunto de los exabruptos solares, según nos informa nuestra entrañable NASA; un tema que ya fue tratado aquí. Por si alguien no cae, recuerdo que todo el ruidoso movimiento milenarista alrededor del calendario maya y el 2012 especula desde siempre, preferentemente, con catástrofes atribuibles a efectos del Sol.

Los científicos alertan de la posibilidad de una tormenta solar «catastrófica»

El fenómeno tiene la potencia necesaria para acabar, de un solo golpe, con la tecnología del mundo moderno

josé manuel nieves / madrid/ABC
Día 28/02/2011 – 19.48h

Los expertos están, esta vez, todos de acuerdo. Una tormenta geomagnética como la que se produjo en la Tierra el pasado martes no es un fenómeno aislado. Y a pesar de que la que nos golpeó la semana pasada, hasta ahora la más potente del actual ciclo solar, no tuvo mayores consecuencias, en futuras ocasiones podríamos no tener tanta suerte. Un fenómeno similar, en efecto, tiene la potencia necesaria para acabar, de un solo golpe, con la sociedad tecnológica del mundo moderno.

Una tormenta solar lo suficientemente fuerte, en efecto, podría desestabilizar, incluso de forma catastrófica, una buena parte de nuestra tecnología. El mundo moderno, afirmaron el sábado diversos especialistas durante la reunión de la Sociedad Americana para el Avance de las Ciencias (AAAS), depende en exceso de la red de satélites. Navegación marítima y aérea, sincronización entre computadoras, redes de telecomunicaciones, sistemas GPS, aparatos electrónicos de todo tipo… Tecnologías, todas ellas, extremadamente vulnerables a los «cambios de tiempo» espacial.

Las consecuencias serían nefastas, en caso de una gran tormenta solar, para la red de satélites que orbitan la Tierra, muchos de los cuales quedarían literalmente «achicharrados», pero también para las centrales eléctricas de todo el mundo, cuyos transformadores quedarían inutilizados provocando cortes en el suministro de electricidad que podrían durar semanas, e incluso meses.

Esperando la gran tormenta
La tormenta del pasado martes es el principio de una situación que, según los científicos, sólo puede ir a peor. De hecho, apenas si estamos al comienzo del actual ciclo solar y se espera que la actividad del Astro Rey se vaya haciendo cada vez más intensa en los próximos once años.

«No es una cuestión de si sucederá – explica Jane Lubchenco, responsable de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de los Estados Unidos- sino de cuándo sucederá y de cómo de fuerte será. La última vez que tuvimos un máximo en en el ciclo solar, hace cerca de diez años, el mundo era un lugar muy diferente. Hoy los teléfonos móviles están por todas partes. Es cierto que antes también los había, pero no dependíamos de ellos para tantas cosas diferentes».

Para esta experta, «muchas de las cosas que damos por sentadas y garantizadas dependen hoy mucho más de la meteorología espacial que durante el último máximo solar». A pesar del riesgo, los expertos admiten que, en la actualidad, muy poco podemos hacer para predecir una tormenta solar potencialmente peligrosa. Lo que sí deberíamos hacer es «blindar» de alguna forma las redes y centrales eléctricas, haciendo algo que nos permita, en caso de alarma, apagarlas rápidamente en las zonas más sensibles hasta que pase el peligro.

«El problema es la dependencia sobre el GPS»»Por favor, que no cunda el pánico – dijo por su parte Stephan Lechner, director del Centro Conjunto de Investigación de la Comisión Europea – Sobreactuar sólo serviría para empeorar la situación». Para este experto, la raíz de la vulnerabilidad del mundo moderno radica en su dependencia de los sistemas de posicionamiento global, o GPS, sin los que ya no sería posible la navegación marítima y aérea, ni la sincronización de las redes informáticas y los equipos electrónicos.

«El GPS nos ha ayudado -aseguró Lechner el sábado- pero también nos creó una nueva dependencia» que se extiende desde el sector aeroespacial a la producción digital de radio y TV, a los servicios financieros y a las agencias gubernamentales. Sólo en Europa, afirmó, existen 200 operadores de telecomunicaciones y «ninguno de ellos está estandarizado».

Imposible de prevenir
Ante la actual imposibilidad de prevenir una tormenta solar capaz de provocar la catástrofe, los gobiernos del mundo deberían elaborar estrategias de cooperación que les permitieran compartir toda su información vital, anticipándose así a los daños locales que esa tormenta podría provocar. Por desgracia, y a pesar del despliegue actual de medios, seguimos sin saber cuándo esa tormenta devastadora podría llegar a producirse.

«Actualmente -afirmó por su parte Juha-Pekka Luntama, de la Agencia Espacial Europea- no podemos decir si habrá una gran tormenta en los próximos seis meses, pero sí podemos decir que se dan todas las condiciones para que esa tormenta se produzca».

El pasado martes, una gran erupción solar, la mayor detectada en los últimos cinco años, envió hacia la Tierra un enorme torrente de partículas de plasma cargadas a una velocidad de 900 km. por segundo. La erupción fue de la clase X, la más poderosa de la que es capaz el Sol, produjo espectaculares auroras y desestabilizó algunos sistemas de comunicaciones, pero sus efectos se limitaron casi exclusivamente a latitudes muy al norte de nuestro planeta.

«Se podría pensar – afirmó Luntama- que esta vez estábamos bien protegidos. Pero resulta que los campos magnéticos estaban alineados en paralelo, por eso no pasó demasiado. Si no hubiera sido así, las cosas habrían sido muy diferentes».

Una nueva llamarada solar golpea la Tierra

El fenómeno, no tan potente como la tormenta solar de San Valentín, provocó el martes la aparición de auroras sobre el norte de Europa

ABC / madrid
Día 02/03/2011 – 14.05h

El pasado 14 de febrero ocurrió la que ya se conoce como la «tormenta de San Valentín», una potente erupción solar que apuntaba directamente a la Tierra. La NASA detectó una llamarada masiva de clase X, la más potente que es capaz de emitir el Sol y la mayor detectada en cuatro años. El fenómeno se dejó sentir en nuestro planeta en forma de espectaculares auroras boreales en el norte y algunos fallos en redes chinas de satélites, pero, afortunadamente, poco más. Los científicos advirtieron de que se producirían más tormentas semejantes y no se equivocaron. El día 24 otra llamarada fue grabada por los instrumentos de una sonda de la NASA y ayer martes, según informa Spaceweather.com, el Sol envió otro de sus peligrosos saludos. Una corriente de viento solar alcanzó el campo de magnético provocando la aparición de auroras en Irlanda del Norte, Letonia, Noruega y Suecia.

Aunque todavía está por confirmar, la llamarada solar que ha provocado el nuevo impacto puede ser clasificada de clase M, no tan alta como la de San Valetín pero sí la segunda más potente, lo suficiente como para provocar una tormenta geomagnética que se haga notar en los cielos de nuestro planeta. Posiblemente llegarán muchas más como ésta -se espera que en los próximos meses se produzcan por lo menos 1.700 tormentas geomagnéticas-, debido a que el Sol ha comenzado un ciclo de actividad que puede ser peligroso. En las últimas semanas, grandes manchas solares han aparecido y desaparecido de la superficie de nuestra estrellas.

Efectos catastróficos
El Sol alterna períodos de calma con otros de gran violencia en ciclos que duran once años. El último mínimo, del que acabamos de salir, ha sido mucho más largo y tranquilo de lo que es habitual. Ahora las cosas han cambiado.

Los científicos se preparan para una gran tormenta solar de dimensiones catastróficas. Si una llamarada solar es lo suficientemente fuerte puede dar lugar a una eyección de masa coronal, una densa nube de plasma a millones de grados de temperatura que puede tardar en llegar a la Tierra entre 18 horas y tres días. Incluso puede dañar nuestras centrales energéticas y provocar cortes en el suministro. Por este motivo, los científicos se esfuerzan en vigilar, muy de cerca, la actividad del Sol.

Esta entrada fue modificada en 6 junio 2015 22:49

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Raúl Ortega: Soñador e intérprete de sueños. Batería. Melómano del funk y el jazz. Creador y curador de Odisea del Alma. Ensayista. Terapeuta de orientación junguiana. Programador y desarrollador web. Criador de aves exóticas. Devorador de berenjenas y brevas. Bebedor de Ribera del Duero. Paradigmático puer aeternus. Hippie extemporáneo en formación continua.

Ver Comentarios (3)

  • Ami me parece que esto deveria ser mas publicado por los medios para estar;en alerta.aunque poco se podra hacer pero es mejor ¡saberlo! ¡bueno a lo mejor estoy equibocada!perdon pero soy inquieta, tambien por mi mala ortografia.

  • yo tambien estoy de acuerdo que deberia ser difundida esta información por todos los medios a escala mundial porque esto ocurrira pronto