Y cumple hoy 75 años. Lean esta entrañable noticia desde El Litoral.com:
El Dalai Lama sueña con mujeres
No obstante, dice que hasta dormido recuerda que es monje. El líder religioso cumple este martes 75 años.
El Dalai Lama sueña a veces con mujeres, según reconoció en una entrevista que publica el diario alemán «Bild» con motivo de su 75º cumpleaños este martes.
«Pero en el mismo sueño, siempre me acuerdo de que soy monje», justificó defendiendo la soltería de los religiosos. «Como monje, uno puede concentrarse mejor en la fe. El sexo iguala a la gente con el resto de animales. Soy una persona que defiende determinados principios morales. El celibato es algo que me diferencia de los animales corrientes», expuso el líder religioso de los tibetanos agregando que «nunca se ha arrepentido de no haber tenido descendencia».
Por otra parte, señaló que para él, como budista, su cumpleaños es simplemente «un nuevo día» y reveló que el secreto de su juventud es su forma de vida: «duermo nueve horas, medito, prescindo de la cena…». El Dalai Lama no ha recibido felicitaciones de cumpleaños de China, pero tampoco las espera, según reveló al mismo rotativo.
Por otro lado, el Premio Nobel de la Paz consideró que el surgimiento de la actual crisis financiera quizá sirva para recordar que hay otros valores más importantes que el dinero. En ese sentido, le parece «difícil de entender» que los mercados financieros no puedan ser controlados por las personas porque en su opinión, «fueron creados por ellas». «Todo lo que ha sido creado por seres humanos, tiene que poder ser controlado por ellos», dijo explicando que el problema es que los mercados están dirigidos en la actualidad «por la avaricia y la ignorancia» y se han olvidado «los valores importantes de la vida, como los amigos, la familia o el medio ambiente».
El líder religioso, que aseguró admirar al papa Juan Pablo II y al político alemán Willy Brandt, entre otros, explicó que según la profecía dictada hace más de 200 años, el Dalai Lama que tuviera que abandonar Tíbet, llegaría a los 113 años. «En los años 60, soñaba con que yo cumpliría esa edad», dijo asegurando que en caso de vivir 38 años más, el mundo sería «mejor, con seguridad».
«Nadie había esperado la caída del Muro de Berlín, pero llegó. Pacíficamente. Sin violencia. En China tenemos un sistema totalitario, pero eso no será siempre así….», culminó.
Fuente: DPA
¿Qué otra cosa podría decir el Dalai? Me gustaría ser su confidente para saber realmente qué ocurre en sus sueños…
En México tuve la oportunidad de analizar los sueños de un curandero autóctono, de unos cincuenta y tantos años, con el que me sentí comprometido desde el primer momento en que le vi. En ellos aparecía a menudo una figura claramente erótica: una atractiva y oferente adolescente. Yo le decía: «Pero, don E., eso claramente habla de su calentura interior. Es natural» Y él, irritado, me respondía algo así como: «¡No! Eso es un ente tentador, maléfico, ajeno a mí». Nunca nos pusimos de acuerdo en este punto, a pesar de que lo más seguro es que ambos tuviéramos razón…
Occidente está muy lejos de comprender el Budismo (como está muy lejos de comprender cualquier cosa, incluso a sí mismo). Por ejemplo, aquí se nos ha vendido esa doctrina como algo distinto de la religión, como una especie de escuela racional, incluso atea, de filosofía humanista. Cuestiones de marketing, nada más. Walpola Rahula, erudito budista, dice que cualquier tipo de concepto con el que identifiquemos al budismo no constituye más que un «etiquetado». La cuestión es que la no esencialidad de las personificaciones divinas en el budismo se continúa con las doctrinas heredadas del hinduismo alrededor de la no sustancialidad esencial de nada empírico, o sea, alrededor del concepto de Maya, y de nuevo estamos dándole la espalda al racionalismo de regreso a la más pura religiosidad. De la que no salimos un milímetro tampoco en mitad del culto al héroe solar, el eje de toda religión, que la doración a Buda significa, que tiene tanto de hombre-dios, y produce tantas dudas acerca de ésta, su ontológica paradoja, como el mismísimo Jesucristo. Ambos son igualmente salvadores del Hombre, curanderos universales, que se adoran en forma de fastuosas representaciones personales. Dharma es indistinguible de Self, y en más de un punto es una idea sustentada por el mismo arquetipo que el concepto de Nous o el de Dios Padre. Hay infierno y otros castigos para los pecadores. El alma, como de costumbre en la mítica, es una sustancia completamente diferenciada del cuerpo. Sus prescripciones en contra del alcohol son tan estrictas como en el Islamismo y la abstinencia sexual es observada con más rigor aún que en el Catolicismo. La mitología y la simbología es tan abundante como cabe esperar, y existe un grupo de fundamentalistas en su seno que comete asesinatos en pro de la pureza del dogma hoy día, como lo hacía la Inquisición de antaño o hace el talibán moderno. En cualquier caso, pensemos si a Mao le parecía o no el budismo tibetano una religión con todas las letras…
Seguramente lo que más nos impide tener una visión objetiva de la realidad del budismo es la ausencia de mitos cosmogónicos. A nosotros nos importan tanto las causaciones de lo real que nos obsesionamos con la ciencia, y en nuestra religión exotérica un punto que nos parece esencial es la formación del Universo tangible a través de una divinidad creadora. Pero nuestro gnosticismo, nuestro misticismo, nuestra religión esotérica en general, concuerda con el budismo en restarle importancia a los asuntos del devenir de un mundo sensible que es en realidad una fantasmagoría inventada por la ignorancia.
Pero todo esto no es más que la introducción a aquello que quiero traer a colación en realidad. Me gustaría presentarles otro budismo diferente del que representa el Dalai Lama: el budismo tántrico, los del «sombrero rojo». Voy a copipegar aquí dos textos que sirvan de ilustración y reflexión al respecto. En ellos encontraremos no sólo información acerca de un budismo oculto, bastante desconocido en Occidente, sino también importantes datos para comprender mejor qué es el budismo ortodoxo:
El budismo tántrico
(Desde oraciones.com.es)
Ya en la tradición mahayana existían prácticas esotéricas, atestiguadas, por ejemplo, por el Máhámáyün y por el capítulo IX del Lankávatárasutra, pero muy pronto la perspectiva teórica tántrica se fue extendiendo, porque consiguió interpretar mejor las inquietudes religiosas de su tiempo. En efecto, la especulación filosófica mahayana había perdido su valor creativo, se había vuelto árida debido a su escolasticismo y no era capaz de percibir las nuevas inquietudes culturales.
La corriente más radical del budismo tántrico, el Sahaja, se constituyó en Bengala entre los siglos VIII y X con la ensenanza de los maestros Saraha y Kanha, y representó un claro desafío a la tradición religiosa. Los gurú ensenaban comportamientos transgresivos, algo descabellados e inquietantes, precisamente para liberar de los estereotipos del pensamiento convencional. Muchos dominaban las artes mágicas y recorrían los lugares junto con una mujer, con la que practicaban las técnicas sexuales yoga, convencidos de que «el hombre es prisionero del deseo, pero en el deseo mismo puede hallar su liberación», como está escrito en el Hevajratantra. Maestros de una espiritualidad rebelde, idealizaban la espontaneidad frente a una tradición que se había vuelto demasiado dogmática, exaltaban el espíritu del nino que observa el mundo con la mirada inocente de la fantasía. Abrían la experiencia religiosa a los creyentes laicos y les confiaban funciones importantes en el culto; en cambio, veían en la vida regulada del monasterio un obstáculo para la experiencia de liberación interior.
La otra corriente tántrica se integró, en cambio, en el mundo monástico: sus iniciados pronunciaban el voto del bodhisattva y seguían las antiquísimas reglas del vinaya. No consideraban su doctrina una alternativa al Mahaydna, sino su realización ideal según una verdad más profunda. La práctica tántrica era el punto culminante de un proyecto ordenado de conocimiento y de salvación, y los misterios más elevados, las meditaciones más sublimes estaban reservados solamente a quienes hubiesen superado los distintos grados de iniciación.
En Nalanda, famoso centro de estudios budistas, la especulación tántrica floreció ya desde el siglo VII. Más tarde, los monarcas de la dinastía Pala fundaron nuevas universidades, como Vikramaslla, en la que predominaban los maestros tántricos. Fue el período de la consolidación y posterior auge del tantrismo. Llegó a ser tan importante que fue considerado el tercer gran «Vehículo»; el Vajrayana. El término tiene su origen en el vajra («trueno», «arma», el antiguo cetro del dios védico Indra), un instrumento ritual que los maestros tántricos adoptaron como símbolo de la verdad indestructible de Buda, de la perfección de la mente iluminada, de la pureza diamantina de la vacuidad. También fue llamado el «Vehículo de los manirá», por la importancia que los maestros tántricos atribuían a los sonidos, palabras y frases místicas, que ya en la experiencia religiosa védica se consideraban instrumentos de la mente para despertar el poder divino y dominarlo.
Los textos de la nueva corriente, los tantra, encierran la verdad más profunda revelada directamente por el Buda supremo Mahavairocana y transmitida secretamente de maestro a discípulo al margen de la ensenanza de los sutra canónicos. Se trata, pues, de una sabiduría iniciática que está vedada al profano: por esto los textos utilizan un lenguaje deliberadamente oscuro, rico en símbolos misteriosos, a veces terroríficos. Sólo podrá conquistar la salvación el que demuestre ser capaz de emprender un recorrido interior duro y vertiginoso. El canon tibetano clasifica los tantra en cuatro categorías: los Kriyátantra, centrados en las ceremonias y ritos diarios; los Caryátantra, que ensenan la recta conducta y constituyen el preludio de la meditación; los Yogatantra, que explican las técnicas básicas de concentración mística; y, por último, los Anuttarayogatantra, que desvelan las visiones de contemplación más puras y luminosas.
El budismo exotérico afirma que el conocimiento más profundo coincide con la perfecta verdad, mientras que las verdades expresadas en formas relativas son más bajas, vinculadas al mundo fenoménico, son «medios adecuados» para profundizar en el conocimiento, pero tienen un carácter de transitoriedad y de impureza. La tradición tántrica, en cambio, no distingue entre conocimiento puro e impuro, porque considera que relativo y absoluto son inseparables y representan una unidad fundamental. También las formas de la realidad concreta e impermanente expresan una verdad pura, porque la naturaleza de Buda está en todos los seres del mundo. No era una idea nueva: ya había sido anunciada antes por los Tathágatagarbhasutra con la doctrina de la condición de buda innata. Pero no había asumido el papel fundamental que tendrá, en cambio, en la hermenéutica tántrica.
Tanto el tantrismo hinduista como el budista, aunque distintos entre sí, comparten el mismo postulado y un cierto número de prácticas de culto, que derivan de la idea de que los sentidos, la pasión del hombre, la energía de su cuerpo y de su mente, signos también de lo absoluto, pueden ser sublimados para acceder a la iluminación. Los ritos mistéricos establecen con precisión la forma de someter las fuerzas que hay en el yo y en el universo, de hacer aflorar los impulsos inconscientes del deseo y sublimarlos. Por esto, el recorrido místico hacia la liberación en esta vida implica también la adquisición de poderes extraordinarios sobre el mundo y sobre la mente.
La naturaleza de Buda se manifiesta a través del conocimiento de los «tres misterios», es decir, de la identificación del cuerpo, la palabra y la mente del hombre con el Cuerpo, la Palabra y la Mente de Buda. Para manifestarla, el tantrismo propone un nuevo lenguaje que da primacía al gesto ritual, al elemento visual en la meditación, al sonido mistérico. Recurre a imágenes simbólicas que se remontan a los cultos prearios o al antiguo mundo de los Veda y las elabora de nuevo desde una perspectiva hermenéutica diferente. De este modo, la identificación del yo con el Buda se revive a través de símbolos y ritos que ponen en evidencia una serie de homologías: por ejemplo, los seis elementos del cuerpo humano se identifican con los seis aspectos diferentes del cuerpo místico de Mahavairocana; los cinco factores de la personalidad individual se identifican con las cinco formas de conocimiento de Buda, partiendo de la convicción de que las barreras entre materia y espíritu son de carácter ilusorio.
La práctica esotérica del cuerpo se traduce en la ejecución de las mudrá, gestos y posturas codificados de las manos y del cuerpo que, mediante un depurado simbolismo, remiten la mente a imágenes y atributos del cuerpo de un buddha, y en sentido metafísico, al «cuerpo» de la verdad. La práctica que desvela el secreto de la palabra se realiza con la pronunciación de manirá, voces sánscritas, o de dháram, fórmulas rituales, sonidos arcanos que encierran el contenido más puro de la verdad de Buda. En los niveles de concentración más elevados, la repetición del sonido sagrado es una pura actividad mental de recitación interior y silenciosa. Existe, por último, el camino de conocimiento del misterio de la mente de Buda basado en la meditación del mándala.
Como ocurre en el hinduismo, la tradición tántrica enriquece el pensamiento místico con el simbolismo sexual. El conocimiento, que en su estado latente aún no se ha despertado a la verdad, está simbolizado por una mujer que espera la unión sexual, y en el rito tántrico está encarnado por una prostituta de casta baja que la mente del iniciado representa como una diosa. Su companero simboliza el poder del despertar. Su unión representa la experiencia de la mente iluminada que ha sabido superar toda clase de distinción entre idea y acto, entre mal y bien, entre relativo y absoluto.
El Budismo Tántrico
(Desde hipernova.cl)
A pesar de que la cultura occidental ha mostrado muy a menudo al budismo como una filosofía atea y pragmática, lo cierto es que las creencias mágicas y los poderes ocultos estuvieron siempre acompañándolo; el Budismo nació en medio del hinduísmo, que recurre mucho a explicaciones metafísicas, y en medio también de prácticas mágicas muy antiguas, inherentes a toda agrupación humana desde los tiempos más remotos. Conze cita como ejemplo dos o tres historias escritas por distintas fuentes que describen episodios mágicos (págs. 240-241), y que a veces sirven de argumento para “explicar” alguna de las paradojas de la doctrina.
Para muchos eruditos europeos el Tantra representó siempre un Budismo degenerado, que había perdido su carácter filosófico abstracto tan bien estructurado, para ser reemplazado por brujerías y costumbres inmorales; el budismo perdía para ellos, con el Tantra, la exhaltación de la pobreza o la defensa de la castidad, reemplazadas por la adoración de los dioses de la riqueza y por prácticas sexuales que se suponía conducían a la salvación. El Tantra dista mucho de ser un budismo degenerado; es más bien el resultado de su evolución, quizás su resultado final; la inmoralidad liberadora que a veces propone el Tantra no es una degeneración, sobre todo porque las inmoralidades no nacen del hombre común sino de los santos y gurúes. El Tantra ofrece principalmente dos metas: el éxito (siddhi) para alcanzar la iluminación total en esta vida, y el éxito para obtener riqueza y poder; se ocupa entonces del espíritu sin por ello olvidar el cuerpo, o en otras palabras, logra integrar la espiritualidad exitosa al mundo y lo cotidiano, haciéndolo también exitoso. Propone para ello algunas vías, recurriendo con frecuencia a encantamientos y rituales mágicos. Se hace fuerte desde el 500 d.C., pero sus fuentes son muy antiguas puesto que uno de los dos pilares que sostienen su doctrina es el pilar de la magia; es una fusión de las prácticas mágicas con la filosofía budista. Existe una literatura muy abundante que proviene de fuentes Tántricas, que por lo general es muy inclinada al secreto, intencionalmente oscura. Como en el hinduísmo, el Tantra se dividió en dos ramas principales: el Tantra de la mano izquierda (principio femenino) y el de la mano derecha (principio masculino). El Tantra de la mano izquierda está relacionado con el Shivaísmo y con el shaktismo, derivado del primero. Shakti es la fuerza creadora o potencia de un Dios representado por su esposa: la mujer de Shiva, Parvati o Uma, era la Gran Diosa o Madre; en el Shaktismo cada divinidad tiene dos lados, uno maligno y otro benigno. Varias de las deidades femeninas hindúes fueron entonces incorporadas al shaktismo budista, o Tantra de la mano izquierda. Estas dos grandes ramas del Tantra generaron una gran profusión de sectas, pero siempre fueron dos las más importantes e influyentes: la Vajrayana (mano izquierda) y el Mi-tsung (Escuela de los secretos; mano derecha).
Vajrayana significa vehículo diamantino, proviene del sánscrito vajra: rayo indestructible y destructor, después traducido como sustancia sobrenatural indestructible: diamante. Predicaba la doctrina de la vacuidad pero por medio del mito: así el discípulo era “reinstalado” en su vehículo diamantino, transformándose en un ser de diamante (vajrasattva). Tiene su origen en el norte de la India. El Budismo oficial en Bengala, por los años 700, era una mezcla del Prajñaparamita y el Tantra, de “asombrosa vitalidad”, pero eliminado de la India por los musulmanes; sobrevivió sin embargo en Java y Nepal, conservándose hoy en día nada más que en Tíbet, donde todavía es practicado. Así como el Mahayana fue un punto de inflexión en que la doctrina Budista quiso mostrarse también a las masas, el Tantra representa un cambio con respecto a la actitud frente a las mujeres; el Budismo antiguo fue siempre estrictamente masculino, y sus dioses eran asexuados; consideraba lo femenino como un obstáculo, e incluso la budeidad prometía no reencarnarse más como mujer; era imposible que una mujer alcanzara el Nirvana o que llegara a ser una Buda o Boddhisattva. Y sin embargo la mujer debía ser respetada; con el tiempo tal actitud y creencia se fue suavizando, empezando por la aparición en el budismo de dos divinidades femeninas: Prajñaparamita y Tara, la última de origen popular. Tara era la divinidad salvadora, aquella que ayuda a cruzar al otro lado, que elimina el miedo y el temor, que otorga el cumplimiento de nuestros deseos; por otro lado, Prajñaparamita no era solo un libro, una virtud y un mantra sino también una divinidad femenina: “la madre de todos los Budas” según algunos sutras; la “Perfección de la Sabiduría” había nacido en la India del Sur, donde todavía habían ideas matriarcales, suprimidas en el norte por los Brahmanes; ayuda al niño a andar en el mundo, como una madre protectora.
El Tantra de la mano izquierda liberalizó las reglas sexuales, pues las empezó a considerar como una forma de amor con el absoluto. El principio del Tantra era desnudar el ego del hombre para que se identifique plenamente con la divinidad, por medio de la destrucción de los elementos que conforman el ego; y si la moral es también parte del ego, había que destruirla, había que ser también inmoral, “cultivar todos los placeres sensuales, exactamente como deseemos”; existe una “fascinación” por las conductas inmorales en el Tantra izquierdo: comer de todo, tener sexo libremente; se predicaba que solo se pueden comprender los estímulos y lo que prohibe la moral si es que uno se expone a ellos, por lo que a final de cuentas no estaría tan en contra del ascetismo, ya que el conocimiento experimental de los vicios tiene como fin no solo hacer más fuerte al hombre sino lograr un convencimiento personal de la moral ascética propuesta. Sin embargo, algunas escuelas se alejaban definitivamente del ascetismo, pues creían en las pasiones como medio de salvación (lo cual no era sostenido por el Tantra derecho). En suma, el Tantra izquierdo privilegiaba el conocimiento profundo de los instintos como fuerza suprema a la hora de buscar la salvación.
El Tantra de la mano derecha todavía existe en China; nació con la escuela Mitsung, la que basó su doctrina a partir del Buda Mahavairocana, cuyas dos partes complementarias, el vientre y el diamante (representados también por los mandalas) conforman al mundo entero. El Tantra derecho se expandió también en Japón, formando una escuela importante, mientras que el shaktismo budista nunca logró mayor influencia en China o Japón.
“La literatura tántrica consiste en tratados, encantamientos, himnos y descripciones de seres mitológicos”. El carácter misterioso del Tantra proviene de su misma doctrina: se hace distinción entre iniciados y no iniciados; y por otra parte, afirma que la salvación y la sabiduría no se obtienen de un libro sino “por medio del contacto personal con un instructor espiritual, llamado Gurú”, y solo él “puede traducir los verdaderos secretos y los misterios de la doctrina”; él es también el iniciador. La iniciación (en sánscrito Abhishekha: rociar) constituye un retorno del Tantra hacia “formas primitivas de pensar y actuar”, pues era una ceremonia parecida a la investidura de los príncipes Indios, por medio del agua bendita; la iniciación hacía del príncipe un gobernante mundial, mientras que la iniciación Tántrica hacía del iniciado un futuro gobernante espiritual mundial: un Buda. Pero es también un retorno al pasado porque la iniciación constituye una medida selectiva, medida defendida por la escuela Hinayana indirectamente, puesto que no les interesaba popularizar su doctrina.
Los iniciados eran instruidos según un método particularmente original, aunque mezclado también con principios budistas; han delimitado tres fases de aprendizaje desde la iniciación: el acercamiento a los poderes mediante los mantras, el acercamiento mediante danzas y gestos rituales, y una clase especial de meditación tántrica para fundirse con las divinidades.
Los Mantras tienen por base las recitaciones de encantamientos, muy antiguas, para alejar a los males, ya que se creía desde muy antaño que influencias demoníacas causaban enfermedades y desgracias; los encantamientos servían entonces para alejarlos, o también para combatirlos mediante una fuerza benigna más poderosa. Y aunque los encantamientos, mantra en sánscrito, iban a menudo acompañados por brevajes o hierbas, se decía que sin ellos (secreto profesional de los curanderos) se perdía todo el efecto. Se usaban mantras conocidos del brahmanismo pero también fragmentos de Sutras; tanta importancia cobraron que surgió el Mantrayana, escuela que predicaba la salvación por medio de los mantras: con tal que se siguieran estrictamente las reglas y rituales se podía lograr cualquier cosa, incluyendo el Nirvana. El Mantrayana elaboró rituales muy complejos, donde cada detalle era importante, sobretodo en lo que respecta a sonidos, semántica y pronunciación; según el Sutra Maha-Vairocana, había que seguir cuatro pasos: visualización de las palabras del mantra (iluminación del corazón), imaginación del sonido, comprensión del mantra y respiración acorde con las etapas. Según la doctrina, los mantras son creación de los Budas y Bodhisattvas, de ahí su poder. Las danzas y los gestos eran considerados un “cantar del cuerpo”, según los hindúes; y la acción ritual debe incluir, según ellos, los “tres aspectos de nuestro ser”: el cuerpo, el habla y la mente; mediante gestos, mantras y trance. El lenguaje del cuerpo era una manera, e incluso una etapa, de invocar o de acercarse a las divinidades. Finalmente el Tantra propone un método más desarrollado para fundirse con las divinidades, en cuatro etapas: a) la meditación tántrica parte desde la vacuidad; el Tantra sigue las raíces Yogacaras y Madhyamikas, son su base, y consisten principalmente en la eliminación de la individualidad y el cultivo de la vacuidad con el propósito fundamental de destruir a los cinco skhandas para siempre. b) la meditación sobre sílabas germen (bija); el sonido tiene una importancia preponderante en el Budismo: las sílabas corresponden a fuerzas espirituales y a divinidades; con ellas se puede invocar a una divinidad o incluso crear a las divinidades desde el vacío, a partir de las sílabas seminales; el Tantra afirma sin más que las divinidades fueron creadas por los yoguis a partir de las sílabas germen. c) representación externa de una divinidad; la fantasía que nace de la vacuidad se ordena poco a poco haciendo brotar la forma global de la divinidad; aunque también se lo ha interpretado como una visualización de las divinidades representadas por los artistas. d) identificación y conversión en la divinidad misma; etapa final en que se comprende que “la adoración, el que adora y el adorado, esos tres no están separados” (Sutra Tántrico), en un estado mental que se conoce como Yoga, después de la concentración (Samadhi) y del trance (Dhyana).
Los sistemas Tántricos tienen sus propios Mandalas, círculos dibujados sobre papel, tela, madera,… que representan una cosmovisión, o “ley espiritual” por medio de figuras o de palabras; la práctica de hacer mandalas es muy antigua; está relacionada con las prácticas mágicas de los magos para delimitar un círculo encantado en su alrededor.
El Tantra también ofrecía a sus seguidores una filosofía; para ellos el cosmos está constituido por un conjunto de fuerzas que determinan la actividad en el mundo; las acciones sagradas eran un medio para adaptarse a esas fuerzas. El mismo Buda es concebido como un “cuerpo cósmico” con tres funciones: mente, habla y cuerpo; el Buda conoce las fuerzas que dirigen al cosmos. La realidad es considerada, según la filosofía Tántrica, como reflejo de la Luz de Buda; un Buda es “la realidad secreta que está en todas las cosas”. De paso predica que todos somos o tenemos un Buda, parte de la sabiduría consiste en darse cuenta de ello, y en darse cuenta también, de las fuerzas cósmicas. Existe entonces una evolución en la filosofía budista con respecto a la realidad: en primera instancia, la realidad y el Nirvana son opuestos, el Nirvana es la no existencia; después, con el Mahayana, la realidad y el Nirvana son lo mismo; finalmente, con el Tantra, el Nirvana y la Realidad son la manifestación del cuerpo de Dharma de Buda. Antes, el Tathagata enseñaba su visión del universo, ahora él mismo era su explicación y su causa. Se los empezó a llamar Señores de los Yoguis. La escuela Yogacara afirmaba que la matriz de los Tathagatas era la realidad última; con el Tantra ahora es la totalidad de las existencias la que surge de dicha matriz. Esta fue la última cosmología budista antes de “mezclarse con las religiones monoteístas que estaban a su alrededor”.
El Tantra también creó mitologías, preferentemente expresadas por medio de Mandalas; la principal defiende que Cinco Jinas forman todo el “cuerpo del Universo”; Jina significa conquistador o vencedor y se aplica a los cinco Budas primordiales que tienen la particularidad de que siempre fueron Budas, no nacieron hombres ni animales. Los cinco Jinas son: Vairocana, el iluminador o el brillante; Akshobhya, el imperturbable; Ratna Sambhava, el nacido de Joya; Amitabha, el de Luz Infinita; y Amoghasiddhi, el del éxito infalible. Muchas escuelas elegían a uno de los cinco Jinas como “jefe”, o al menos como “ejemplo supremo”. Con la aparición bastante oscura de un Adi-Budha primordial, padre de los cinco Jinas, se daba el primer paso hacia la llegada del monoteísmo, ya anunciado sutilmente por la filosofía del Buda omnisciente, creador del mundo, esencia de todas las cosas. Por el 950, estudiosos tántricos en Jaxartes ya consideraban una “cosmogonía casi monoteísta como centro de la doctrina budista”. El Tantra puso mucha más atención al cuerpo que ninguna otra escuela; se fijó también en los detalles, llegando a inventar (o descubrir) un intrincado sistema de puntos corporales interconectados: los kacras, o chakras, centros energéticos en la red de fluidos corporales. La antigua Disciplina corporal exigía vigilar todos los movimientos del cuerpo, refrenarlo en su búsqueda de comodidades, soportar el frío, el calor, el hambre, hacer respiración yoga, ayunar, no comer después del mediodía; el trance se obtenía por medio del cuerpo: su éxito dependía del cuerpo, puesto que se extingue todo pensamiento. Pero no debía despreciarse; el Tantra descubrió 3 chakras o nervios principales al centro y a ambos lados de la médula espinal: a la izquierda el nervio de sabiduría, a la derecha la capacidad de los medios y al centro la Unidad Absoluta. El yogui unía sabiduría y capacidad de los medios formando el “Pensamiento de la Iluminación”, en el centro; luego ese pensamiento era conducido hacia arriba, hasta el centro nervioso más alto de manera a obtener una dicha inmóvil. Los sistemas de respiración son muy importantes en el Tantra, pues regulan los Vientos Vitales que “determinan la corriente de la fuerza oculta en los nervios”. Finalmente, el Tantra ofreció una nueva concepción del ser, esta vez en total contradicción con las concepciones más antiguas, que negaban por completo la existencia de un ser: “La verdad última está en el interior de la casa”… “pero tú preguntas por él afuera. Tú ves a tu marido en el interior, y sin embargo preguntas a los vecinos si saben dónde está” (Saraha, poeta tántrico de Bengala).
José Antonio dice
Hola Raúl:
¡Qué buena entrada! Me recuerda esta noticia un poco a la película Samsara. El monje y sus deseos por las jovencitas, natural como la vida misma.
Saludos
José
Raúl dice
Peliculóooon…
Esa peli, cualquiera del director coreano Kim Ki-duk y un repasito de vez en cuando a «La última tentación…» de Scorsese nos mantendrán alerta acerca de qué es realmente la Individuación, entre qué términos kármicos discurre, y de camino cuáles son los problemas sociopolíticos esenciales…
Un saludo
Moisés Garrido dice
Y si a esa lista añadimos la película «Un Buda», de Diego Rafecas, cerramos un ciclo de buen cine sobre nuestros temas.
Raúl dice
Peliculóooon también, amigo Moi. Bien traído…
José Antonio dice
Qué buenas películas traídas a colación, si señor. Una buena muestra de cómo discurre el camino de la Individuación, como bien dices, amigo Raúl.
Nora Galliano dice
Vaya, no me extraña lo que el Lama debe decir de sus sueños, lo que me extraña es lo que dice sobre el sexo…pero qué raro
Raúl Ortega dice
Mujer, qué va a decir el hombre, si es básico en su dogma el rechazo de lo sexual… Lo raro sería que un monje célibe fuera por ahí hablando maravillas de la sexualidad. Eso es como extrañarse de que un comunista critique el libre mercado.
De todos modos, lo que dice es obvio: comer, crecer y parir no distingue hombres y mujeres de caballos y yeguas. Otra cosa es que a algunos les parezcan las «caballadas» modelos de propósito humano, y a otros pecado mortal en relación a un propósito esencial que consideran distinto del devenir puramente biológico.
Yo amplifico este debate con una tercera propuesta, que sigue considerando animalesco el asunto de la reproducción, pero sólo hasta el punto en que el sexo empieza a significar para el ser humano algo distinto del procrear. En el lugar, y sólo en el lugar, en que el sexo trata desesperadamente de convertirse en poesía, la búsqueda del célibe y el anhelo del promiscuo se hacen uno.
Xabier dice
Hablando de sueños, cine e inconsciente, amplifiquemos el futuro:
http://wwws.warnerbros.es/inception/mainsite/
Abrazos.
Raúl Ortega dice
En un capítulo de la deliciosa serie Dr. en Alaska, cuyos guionistas estaban explícitamente comprometidos con la filosofía junguiana, un chamán esquimal estaba tratando de recopilar los cuentos e historias curativas que usaba el hombre blanco en la actualidad, para ampliar el campo de su medicina. Se desesperó al darse cuenta que el hombre blanco no reaccionaba ya ni siquiera ante los cuentos y leyendas clásicos de su propia cultura. Pero, finalmente, encontró el filón que hoy día nos abastece y nos terapea: el cine.
Gracias por el dato, Xabier. A ver qué moraleja nos quiere mostrar.
Xabier dice
Si me permitís lo siguiente, va de estratos geológicos y hundimientos reiterados en el tiempo:
http://www.rtve.es/noticias/20100715/hallan-barco-del-siglo-xviii-zona-cero/339801.shtml
Llamativo, sin duda, hablo desde el punto de vista simbólico, desde luego. No se yo…
Raúl Ortega dice
Sí, es un claro dato más a sumar acerca del orden sincrónico cósmico. El 11S no para de enviarnos información acerca de los procesos del Inconsciente Colectivo. La caída de las torres es el derrumbe del Yo, la quema de la máscara de la cultura occidental provocada por el embiste de la sombra oriental. Zona 0 es el nombre de un gran trauma. La guerra de Irak es uno de los síntomas de la neurosis que está consumiendo a la sociedad americana. Ahora, en medio de las heridas aún sin cicatrizar, resurge el maravilloso mitema del «Tesoro Enterrado en el Campo». Lo primero que podría interpretarse es que el inconsciente manda un mensaje así: «regresad al XVIII, a vuestro mito fundacional, y rehaced el camino». Aunque perpetro anacronismo, este barco no hace más que recordarme al Mayflower…
José Antonio dice
Qué bueno lo de Origen, Xabier. muy bien traído si señor.
Gaby dice
Sabes, aún empiezo a leer este artículo (soy alguien que empieza de arriba a abajo)…y me complace leer que no se trata de cualquier «arterete» o » divulgador de letras » cualquiera.
Evidentemente eres alguien preparado.Sabes de lo que escribes. y además sabes «Sincretizar» ideologías aparantemente dispares, en un mismo artículo.
(aún estoy leyendo tu artículo, pero dame chance…la existencia es mayoooor)
Voy aquí : «La cuestión es que la no esencialidad de las personificaciones divinas en el budismo se continúa con las doctrinas heredadas del hinduismo alrededor de la no sustancialidad esencial de nada empírico, o sea, alrededor del concepto de Maya, y de nuevo estamos dándole la espalda al racionalismo de regreso a la más pura religiosidad.»
(e incluso difiero en algunas cuestiones semánticas, pero al mismo tiempo coincido en cuestiones «léxicas»)
saludos..
aquí seguimos!!
Voy en «