Abandonó la escuela de formación profesional en la que estudiaba en Leicester, a los 15 años, para dedicarse a lo único que parecía salirle bien en aquel tiempo: el fútbol. Hasta entonces había sido un chico mal integrado, taciturno y lleno de fobia social, pero el éxito deportivo le regaló la autoestima suficiente para empezar a medrar en sociedad. Ocurrió que un problema de artitris lo lanzó en dos direcciones vitales diferentes: abandonó la práctica deportiva por el periodismo del ramo y comenzó a visitar curanderos new age para tratar de aliviar su problema. La empatía con el mundo alternativo derivó en una afiliación al Partido Verde, del cual llegó a convertirse en cabecilla nacional. Sin embargo, en 1990 abandona su también meteórica carrera periodística en la BBC por divergencias políticas, y en 1991 hace lo propio con el partido, esto último alentado por una peculiar motivación: una serie de experiencias extrañas, paranormales, que comenzó a vivir en 1989, mientras escribía su segundo libro (It Doesn’t Have To Be Like This), y que incluían un fuerte trance místico experimentado en medio de unas ruinas incas en el Perú, lo habían arrastrado a una muy diferente y peculiar visión del mundo, altamente controvertida (incompatible con el juego político), y a la necesidad de dedicarse en cuerpo y alma a investigar en esas bizarras direcciones y a divulgar los resultados por doquier.
Hoy en día se dice, con razón, que las ideas de Icke son la piedra angular que vertebra todas las teorías conspiranoicas que vienen pululando desde hace ya casi dos décadas en nuestra cultura. Entre los conspiranoicos sociopolíticos arraiga la idea central ickeana de una élite en la sombra (Icke habla sobre todo de Illuminati), que trata desde siempre de dirigir al mundo hacia un futuro globalizado y totalitario, al puro estilo orwelliano. Entre los conspiranoicos exopolíticos medra su tesis de que aún más atrás de los Illuminati estarían agazapados los reptilianos, seres de origen extraterrestre. Y entre los conspiranoicos más esoteristas encajan sus ideas sobre la existencia interdimensional, no puramente física, de esos reptilianos.
Por supuesto, sus ideas son ridiculizadas constantemente, por un lado, y se ha ganado la acérrima enemistad de muchos, por otro. Por ejemplo, sus constantes referencias a una poderosa y tácita injerencia judía en la política internacional (todo un clásico conspiranoico, universal y de todo tiempo) le han valido muchas y peligrosas acusaciones de pro fascista. De hecho, una vez fue detenido, registrado e interrogado en un aeropuerto de Canadá, a instancias del Canadian Jewish Congress, y la gira de conferencias que fue a impartir en aquella ocasión trató de ser saboteada varias veces. Aunque habría que decir que poco le pasa a este personaje para lo arriesgado de sus declaraciones. Es obvio que el poder considera que sus acusaciones son tan estrafalarias que más que insultar, dan risa.
Richard V. Kahn, rector en la Universidad de Antioquía de Los Ángeles, ha dicho que las doctrinas de David Icke hay que tomarlas como alegorías dentro del trabajo de un genuino filósofo espiritual. Creo que ésta es una buena perspectiva para empezar a valorar las aportaciones del inglés.
La psicología del rumor (si el río suena, si no agua, algo lleva…)
Entre 1910 y 1911 Jung va a escribir un ensayo sobre la psicología del rumor, un tema que para él tiene un interés heredado desde la perspectiva psicoanalítica, sostenida por su mentor Freud. La psicología del rumor tiene que ver a la vez con dos cosas: la psicología de masas y los grados de diferenciación, perfeccionamiento, de la curiosidad mental, de la indagación filosófica y científica. Cuando se empieza a abrir en nosotros la idea de que las apariencias engañan, de una verdad escondida de las cosas (es decir: la intuición de una realidad oculta, inconsciente), lo primero que suele desarrollarse ontogenéticamente, en un viaje que irá desde lo más inmediato y concreto a lo más abstracto, es una inquietud por los trapos sucios de los demás, una impresión de que la máscara del mundo está modelada con la hipocresía. Así nace el cotilleo, que es como el hermano más pequeño de la investigación científica, o, también podríamos decir, del análisis psicológico. Psicológicamente, estamos hablando de la intuición de la existencia de la Sombra, la cual se ve antes y mejor, como la paja, en el ojo ajeno. La Sombra es una realidad universal, así que es muy fácil contagiar a mucha gente preocupándose y ocupándose de ella. En el nivel más ramplón, tenemos esto como una de las bases del éxito de la prensa y los programas del corazón. Se trata de una preocupación por las sombras más personales, más cercanas, pero rápidamente podemos saltar desde ahí al plano del periodismo clásico, paradigmáticamente, el político, con su constante búsqueda de watergates. Un nivel obviamente más amplio, más decisivo para la colectividad general y más interesante de cara a la trascendente búsqueda de la gran verdad. Sin solución de continuidad, avanzando sólo un paso, llegamos hasta disciplinas tan majestuosas como la Historia, la Arqueología, la Sociología… Prestigiosa ocupación la de desenterrar momias, y tan elegante como costoso trabajo el discernir en las historias de la Historia la realidad del mero rumor, y lo oculto y veraz de lo oficial y falaz.
Este nivel es tan imponente que la mayor parte de la gente, élite intelectual incluida, no considera que deba hablarse de misterios, quizás más importantes, aún más allá. ¿Existió carnalmente Jesucristo o es sólo un rumor? ¿Qué intereses estuvieron detrás de la Segunda Guerra Mundial? ¿Qué pasó realmente en el 11S? ¿Qué puede haber más interesante y decisivo que todo eso?
El problema con la Sombra es que es, precisamente, eso: sombra. Sólo lo que está a la luz se distingue con claridad. En los asuntos de la sombra todos los gatos son pardos, y mezclan sus perfiles lo que está oculto de nosotros, a nuestra propia conciencia (y por ello se proyecta), con lo que está escondido detrás del silencio de los demás, y las cuitas íntimas, personales, el plano individual, con los problemas globales, lo colectivo (la Sombra es personal y es colectiva). Cuando un rumor, una hipótesis, a pesar de no poder apuntalarse con pruebas más o menos claras, se arraiga profundamente en nosotros y se extiende además como la pólvora por amplios sectores de la comunidad, se hace tremendamente complicado el separar en esa cuestión lo subjetivo de lo objetivo, lo personal de lo transpersonal, lo concreto de lo metafísico. Pensando de esta manera, Carl Jung escribió su tratado ufológico «Sobre objetos que se ven el cielo», donde él apostaba por seguir el hilo hacia el alma, lo interior, desde la famosa creencia en las literales visitas interespaciales. Encontramos así detrás del rumor de los platillos volantes grandes verdades psicológicas (ojo: por lo tanto, sociopolíticas). Pero, aferrados a ese mismo hilo, estamos avalados para cerrar el círculo, y regresar desde aquello que llamamos alma, y que popularmente hoy se considera como algo solamente psicológico, subjetivo (en realidad, a nuestra cultura le parece alma sólo lo relacionado con lo sentimental), a las manifestaciones mundanas, literales: fenómenos con múltiples testigos a la vez, motores que se detienen, señales en la pantalla del radar, fotografías, rastros, huellas y un largo etcétera. Pruebas acerca de una verosímil objetividad entre los hechos de esta índole. Los grandes rumores son maravillosos cajones de sastre que se abren a la vez a múltiples planos de la realidad, de la verdad. Detrás de ellos, si al final no encontramos sórdidas conspiraciones históricas, o visitantes de otros planetas, encontraremos de todos modos cosas más importantes: increíbles realidades trascendentales, metafísicas, interdimensionales. Aún mejor: a menudo nos toparemos con sorpresas en todos los planos a la vez. Porque lo interior y lo exterior, lo subjetivo y lo objetivo, lo concreto y lo metafísico, se engranan de un modo similar a como lo hacen los objetos y su imagen especular. Nunca podemos olvidar ese principio, tan caro a los estoicos, acerca de las correspondencias entre el micro y el macrocosmos.
Por cierto: ¿acaso no es la mitología, la creencia religiosa, el paradigma de la psicología del rumor?
Por otro lado, cuando encontramos pruebas objetivas, cuando se avala científicamente la validez de una hipótesis (es decir, de un rumor), un trocito del misterio mundano es desvelado. La verdad que está ahí afuera: mi vecino era ciertamente homosexual; el ministro, de hecho, prevaricó; la gravedad es, en efecto, inversamente proporcional a la distancia… Pero, de nuevo, cerrando el círculo de la pesquisa: ¿por qué me interesa tanto saber la orientación sexual de los demás? ¿qué son la gravedad, la distancia, y la proporcionalidad en sí? La verdad que está aquí dentro, o la verdad que está más allá. Velos esconden otros velos. Niveles jerárquicos de conocimiento.
Lagartos
El mundo de Icke es justo esta región crespuscular donde todo converge y desde donde todo irradia hacia diferentes niveles de conciencia y realidad. Ahora habla de secretos políticos, y de repente salta a hablar de las mentiras de lo sensorial, como un hinduista o un platónico más. A veces parece un mero hooligan metido a diletante de la sociología, y a veces todo un gurú cargado de poderosos insights. Nos cuenta sobre los diferentes planos de conocimiento, de conciencia y percepción, y él se mueve por ellos bajando y subiendo rápidamente, como por una escalera de Jacob. Esta indiferenciación en su discurso le vale ese éxito tan enorme que tiene, porque muchos niveles intelectuales diferentes pueden encontrar si no aquí, sí allí, filiación, pero creo que a veces le conduce a él mismo, sin darse cuenta, a entrar en sutiles contradicciones. Por ejemplo, es llamativo que uno de los núcleos de su discurso sea el prevenir a la audiencia sobre la enorme maldad que supone la aspiración globalizadora, totalizadora, de los Illuminati (un gobierno único, tiránico, para una Humanidad dolorosamente homogeneizada), mientras que la solución que reclama para enfrentar ese problema es, precisamente, que la Humanidad se una como un cuerpo común, olvidando diferencias de raza y credo, para oponerse como un organismo único ante esa pretensión (un canto que resuena a La Internacional, inspiración precisamente de totalitarismos). Este tema me parece extraordinariamente interesante. Es como si nos propusiera una «ONU buena» para enfrentar a una «ONU mala» (y, en efecto, según el nivel de conciencia y realidad eso puede ser positivo o negativo). Pero detrás de todo rumor o realidad sobre lo que representa el concepto ONU sabemos que aguarda el monoteísta arquetipo del UNO, el Gran Self, el propulsor a la vez de toda unidad en amor místico y de todo proyecto totalitario, y sus intuiciones paradójicas sobre la unificación terrícola no puedo evitar que me alienten a pensar en un debate ulterior, bien clásico, sobre las dos manos del mismo Gran Self: Dios y Diablo. De hecho, Icke es un gran demonólogo. ¿Qué son si no sus ya celebérrimos extraterrestres reptilianos, sus Anunnaki? Con los años los ha ido espiritualizando cada vez más, acercándolos a la noción de ángeles caídos, de entes metafísicos malignos (ahora los considera habitantes de un mundo interdimensional). De la serpiente, el reptil, podemos decir de todo menos que estas representaciones del mal sean extrañas a la simbología universal. Si hablamos gnósticamente, diríamos que son la concupiscencia, el alma animal que encarcela a su hermana alada en los confines de la engañosa sensorialidad, la temporalidad y el efímero deseo. Los enemigos de todo temperamento místico, que necesita volar hacia la liberadora eternidad.
Los hermeneutas junguianos, los gnósticos de la era de Acuario, poco podemos oponer a estas concepciones, cuando una de las coordenadas de nuestra perspectiva de la realidad es la existencia objetiva, aunque no física, de los daimones. Por cierto: ¿no es el discurso de Icke sobre los Illuminati y los Anunnaki similar al del gnosticismo sobre el Demiurgo? El platonismo es por esencia conspiranoico: siempre habla de fuerzas y poderes escondidos detrás de lo aparente.
La tipología del conspirador
Rasgos nucleares del temperamento de Icke nos lo revelan experiencias como ésta:
En febrero de 1991, en su viaje a Perú, visitó el territorio pre-incaico de Sillustani, cerca de Puno. Se sintió atraído por un gran montículo de tierra, en la parte superior del cual había un círculo de piedras. Mientras estaba en el círculo, sentía sus pies atraídos por la tierra como por un imán, y el impulso de extender sus brazos. Sus pies comenzaron a vibrar y quemar, y la cabeza se sentía como taladrada. Dos pensamientos penetraron en su mente. En primer lugar, «la gente va a estar hablando de esto en 100 años», y, a continuación, «se acabará cuando sientas la lluvia». Su cuerpo comenzó a temblar como si estuviera conectado a una toma de corriente, y las nuevas ideas comenzaron a verterse en él. El tiempo dejó de tener sentido, y no tiene idea de cuánto tiempo se quedó allí con los brazos extendidos. Entonces empezó a llover, y la experiencia terminó tan repentinamente como había comenzado. Él lo describió más tarde como una explosión de la kundalini ascendiendo por su columna vertebral, activando su cerebro y chakras, provocándole una subida en el nivel de conciencia.
Esta vivencia es realmente bastante universal, y todos los que han atravesado algo similar han acabado hablando de movimientos en la kundalini, curiosamente, y dicho sea de paso. La serpiente Kundalini, que le llaman los indios. El gran daimon llamado en nuestra época libido, extendido desde la cola a la cabeza, que baja ángeles al suelo y sube demonios al cielo. Hechos así avalan una auténtica conexión con el reservorio de información de la noosfera, el mundo interdimensional arquetípico, y, aunque no garanticen verosimilitud en todo lo que se recibe y se cuente a través de esta conexión, por supuesto, sí nos permiten entender por qué el discurso de Icke se ha propagado por tan amplio colectivo, siendo tan chocante al sentido común, y por qué estamos hablando de él aquí y ahora. Vamos a volver a decir, con Khan, que sus historias, como alegorías de la realidad noosférica, como mitología, son bastante provechosas. Añadimos que como gnóstico y neoplatónico, como chamán, nos parece valioso. Y terminamos diciendo, cerrando otra vez el círculo gnoseológico típico implícito en la psicología del rumor, y antes de dar paso a una de sus conferencias, que no está de más interesarse un poco por las cosas que dice sobre los entresijos del poder mundano. Si hay algo que con los años yo mismo he ido entendiendo cada vez mejor es que la organización social, incluso enmascarada en democracia, es siempre estrictamente una estructura piramidal, cuyo vértice superior ocupan muy, pero que muy pocos.
Christian dice
Hola Raúl:
Te encantará entonces la notable «Dark City» del director Alex Proyas… sin mencionar que allá en España tienen al mejor discípulo hispanoparlante de Icke: Rafael Palacios.
Un abrazo, Christian
Raúl Ortega dice
«Rafapal»… Un perfecto desconocido para mí hace poco más de un año, y hoy parece que lo conocemos todos en todo lugar. Eso digo: por más extravagante que sea el mensaje, la «buena nueva» no deja de prosperar. En progresión geométrica.
Dark City, Nivel 13, Matrix. Las tres colosas. Inception también tira a estos montes, ya sabemos. Dark City tiene el discurso más puramente ickeano. Yo prefiero la impersonalidad y abstracción que adquiere Maya en Matrix. Por cierto, en Matrix el demonio es totalmente del estilo Mefistófeles: la ilusión mental de la tecnología, de la información que oculta el conocimiento, del conocimiento que oculta la sabiduría. Eros es un poderoso demonio, pero el Logos, cuando se tiñe de plomo metálico, mecánico, saturnal… Ilusiones de la carne, ilusiones de la mente.
Se decía que Dark City estaba basada en los delirios psicóticos de un psiquiatra. Yo puedo decir al respecto que un montón de sueños apocalípticos tienen la trama ickeana de unos invasores extraterrestres que se apoderan de la Humanidad, al estilo de «La invasión de los ladrones de cuerpos». Como vemos, hay varios mitemas consistentes, que brotan de manera bastante autónoma, y uno muy inquietante es el de la «totalización» y homogeneización de la sociedad. Hay mucho que investigar sobre esto.
Hay una película rodada por la BBC en 1967: Quatermass and the Pit. Me afectó mucho cuando la vi en mi infancia, de un modo que aún hoy me explico a mí mismo con dificultad. Hoy es imposible que no me acuerde de ella. BBC, Anunnaki, Icke… Demasiadas cabos relacionados como para dejar pasar de largo a Quatermass and the Pit. Me pregunto si Icke la vería. Me haría reflexionar bastante.
Un abrazo
Juan Manuel dice
El otro Icke, su sombra pero con sotana :
http://www.mallinista.com/2010/03/el-padre-gabriel-amorth-famoso.html