Colaborando con lo Inevitable

José Antonio Delgado
Ldo. en Ciencias ambientales, escritor y especialista en psicología analítica

“La noche se cierne sobre el mundo. Una espesa niebla anega el cielo y cubre con una impenetrable oscuridad a la tierra toda. Veo un Caos… y ese caos se apodera de la humanidad.”

Este relato aterrador describe la situación en la que parece estar sumida nuestra civilización contemporánea. Se trata de un sueño que tuve en el mes de mayo del 2002. Me desperté asustado y enseguida olvidé los detalles que acompañaban al ambiente onírico. Lo cierto es que olvidé la práctica totalidad de los incidentes que tuvieron lugar en ese sueño. No anoté el sueño justo cuando lo tuve, sino que esperé a la mañana siguiente. En lugar de esto, había intentado, de un modo semi-inconsciente, mantenerlo oculto al foco de iluminación consciente. Y fue sólo después de reunir el valor suficiente como para prestarle la debida atención, que me dediqué a su posible interpretación.

Así, en estos momentos, en los que estoy trabajando y escribiendo sobre él, me vienen a la memoria un conjunto de situaciones y recuerdos relacionados con la fase alquimista de la nigredo, en la que se produce una confrontación entre lo inconsciente y la conciencia; con las escenas del Apocalipsis de San Juan en la que emerge la Bestia que amenaza con anegar el mundo de la manifestación; con el tránsito de Plutón por el signo de Sagitario, de Urano y Neptuno por el de Acuario con sus posibles implicaciones simbólicas presentes y en un futuro a corto y medio plazo; con el viaje del héroe a los infiernos; con la apertura de la conciencia a la realidad de la Casa XII astrológica; con la oscuridad que embargó a hombres y mujeres tras la crucifixión de Cristo, etc.

En un contexto más actual, también se actualizan en mi conciencia todo un cúmulo de situaciones y circunstancias como son: el ataque terrorista del 11 de Septiembre del 2001, con sus profundas ramificaciones en el ámbito de la psique y sus consecuencias de largo alcance en el mundo, de las que ahora comenzamos a ver sólo una pequeña muestra del conjunto; el surgimiento, ahora miniaturizado, de la extrema derecha en varios países europeos; los conflictos bélicos acampados en oriente medio; los accesos de violencia en jóvenes y no tan jóvenes; la crisis de Argentina, que se ha ido extendiendo, cual tumor por numerosos países del continente sudamericano; la degradación ambiental estrepitosa y la ceguera del hombre para con esa realidad; la amenaza de posibles escapes radiactivos de centrales nucleares, así como por el aumento de los residuos de alta actividad; podría seguir hasta rellenar varias hojas, pero creo que con esta muestra es más que suficiente para mostrar y demostrar la situación crítica de nuestra desarrollada civilización.

He tenido ocasión de confirmar la existencia de sueños referidos a la destrucción de la naturaleza en varias personas. Yo mismo he soñado en varias ocasiones con escenas de degradación ambiental. A continuación voy a relatar un sueño que tuve hace algún tiempo y que se refiere a este problema tan grave:

“Estoy viajando en el espacio inconsciente y llego a algún lugar del continente sudamericano. Allí puedo ver un estuario precioso, y quedo maravillado por su belleza. Sus aguas tenían escasa profundidad debido a los sedimentos depositados en el fondo por el río que, un poco más abajo, confluía con el océano. Apenas existía corriente marina alguna y, al visitar más de cerca la zona, me di cuenta de que estaban realizando prácticas de cultivo. Pero pude percatarme de que esas prácticas eran erróneas, porque no estaban integradas en el normal funcionamiento del ecosistema. Esas prácticas insostenibles que tenía ocasión de presenciar, estaban produciendo graves daños ambientales”.

Después de este sueño desperté conmocionado, con una sensación desagradable de que allí estaban haciendo un daño irreparable y ese “allí” parecía ser algún lugar del continente sudamericano.

Aún en estos momentos desconozco a qué daños concretos se refería el sueño y si realmente era una descripción de una situación real. Pero lo cierto es que, en la época en la que tuve ese sueño, se declaró la crisis en Argentina y, con ella, empezaron a desmoronarse el resto de países sudamericanos que dependían o estaban ligados, de un modo o de otro, con ella.

Y no me cabe la menor duda de que los daños ambientales que se están produciendo allí, como consecuencia de esta situación, se pueden calificar de irreparables (al menos a escala temporal humana). La crisis argentina no ha hecho sino acicatear una situación que ya era, por demás, peligrosa para la supervivencia. De hecho, la propia crisis es ya un signo externo de una actitud insostenible.

Debido al hecho de que nos encontramos en un período de crisis a escala global, que evidencia el final de un ciclo y el comienzo de uno nuevo, creo que puede ser beneficioso para muchos lectores, clarificar lo que está sucediendo en lo inconsciente colectivo. Este último capítulo trata de expresar la dirección por la cual, la dinámica de las energías colectivas, parece dirigirse, así como sus manifestaciones más probables.

Grof (1999) afirma que, los eventos del mundo moderno, son exteriorizaciones de muchos elementos característicos de la Matriz Perinatal Básica tercera o MPB III, a la que él ha llamado también “Lucha por la Muerte Renacimiento”. De modo que, sus experiencias en las sesiones terapéuticas, coinciden con la perspectiva aquí adoptada. Así, el autor dice:

“El aumento de la criminalidad, el terrorismo, los disturbios raciales, las guerras y las revoluciones que salpican toda la superficie del planeta nos muestran claramente el estallido de enormes impulsos agresivos. En otro orden de cosas, la conducta sexual de los individuos adopta formas impensables hasta la fecha: libertad sexual de los adolescentes, promiscuidad, matrimonio abierto, liberación gay, salones sadomasoquistas, pornografía dura, juegos, películas, etc. Por otra parte, en el mundo moderno los elementos demoníacos están mostrándose también de manera cada vez más manifiesta, como lo corrobora el creciente interés que despiertan la brujería y los cultos satánicos, la gran popularidad de los libros y las películas de terror, los temas relacionados con el ocultismo y los crímenes satánicos, por ejemplo. Por último, la dimensión escatológica de este fenómeno se torna evidente en la creciente contaminación industrial, en la acumulación de vertidos contaminantes a escala planetaria y en el vertiginoso deterioro de las condiciones sanitarias de las grandes urbes.”

Antes de proseguir con el estudio de los símbolos astrológicos, que representan la dinámica de las energías colectivas consteladas en la actualidad, debemos recordar que muchos astrólogos modernos reconocen que estamos en un período de transición, entre la edad de Piscis y la de Acuario. Que la Era de Piscis está ahora culminando y que abona el terreno para el nacimiento de una nueva etapa en la evolución de la conciencia. Para acceder a una comprensión precisa de lo que se diga a continuación, debemos recordar que la astrología no causa nada. Sólo se correlaciona con la realidad. La astrología nos habla de las energías dinámicas que operan bajo la superficie de la manifestación, del así llamado “mundo material o real”, y, por tanto, nos muestra lo que es más probable que tenga lugar en el mundo, cuando dichas energías se preparan para emerger. Al referirse a arquetipos de lo inconsciente colectivo psicóideo, la astrología nos habla de posibilidades de expresión. La concreción de estas energías arquetípicas depende de muchos factores y, en el caso del ser humano, fundamentalmente de su grado de conciencia.

Si queremos entender las probables manifestaciones de dichas energías, debemos recordar los ciclos históricos que han condicionado las estructuras de nuestra realidad existente. Teniendo esto en mente, estamos en condiciones de entender que la culminación de la era de Piscis trae consigo un período de tiempo, en el cual, la experiencia psicológica de la realidad se agolpa, condensándose e intensificándose, tanto en el individuo, cuanto en el colectivo. Esta condensación de experiencias psicológicas permite que los individuos y el colectivo lleguen a vivenciar la esencia de la dinámica que subyace al arquetipo, más bien en la realidad del mundo que en sí mismos. Y, así, finalmente, se ofrece la posibilidad de una comprensión. Esta comprensión de la dinámica interna es un reflejo de la nueva era que está evolucionando en el interior de la antigua. Esta creciente iluminación simboliza y refleja los nuevos paradigmas que debemos abrazar, para crecer y evolucionar, siguiendo la pauta que subyace a la destrucción de las antiguas estructuras y a la muerte de las vetustas deidades.

Sin embargo, desde un punto de vista histórico, resulta por demás obvio que, durante la transición de una época a la siguiente, de un ciclo a otro, se tiende a un aferramiento a lo antiguo, evitando dar paso a lo nuevo. Si el proceso evolutivo es inevitable y lo anterior será demolido para dar vida a lo que está por nacer ¿Por qué ese aferramiento a lo viejo? La respuesta a esta pregunta reside en que la inmensa mayoría de las personas, habitan en un estado de Consenso (consensus gentium), en el que opera el principio saturnino: aquel que tiende a la adaptación a la realidad de los fenómenos existentes y conocidos, a la realidad de la mayoría de la gente, a la estructuración de la realidad, al mantenimiento del status quo de un modo rígido e inflexible y la resistencia inherente a todo cambio de actitud. Realidad ésta que no es sino la concreción de las energías de un ciclo que está llamado a morir. Es, en lenguaje cinematográfico, Matrix.

Como resultado de eso, no parece existir la suficiente flexibilidad para aprender de las lecciones pasadas y favorecer el cambio, apenas comienzan a manifestarse las primeras contracciones que dan paso al nuevo nacimiento. Y, así, no es hasta que se produce un cataclismo o los sucesos se acumulan hasta crear una realidad insostenible, que no se opta por cambiar a la fuerza.

Y es así como llegamos a la situación actual, en la que los acontecimientos, a escala mundial, comienzan a agolparse, mostrando al colectivo la necesidad de cambiar de actitud, pese a su porfiada resistencia. Algunas manifestaciones de la tendencia al cambio son la cooperación entre países de todo el mundo, para luchar contra el terrorismo, algunos actos de apertura por parte de la Iglesia Católica, la firma de un tratado de desarme entre los antiguos enemigos, que ha puesto fin a la Guerra Fría, etc.

Pero, para discutir las posibilidades futuras, es esencial comprender que, durante la pasada Era de Acuario, hace unos 25.000 años, el matriarcado original estaba firmemente establecido. Recordando las manifestaciones de la energía acuariana en aquella época, llegaremos a tomar conciencia de la armonía necesaria para que la transición tenga lugar. En esencia, la realidad del matriarcado es aquella en la que todo vive en armonía con las leyes de la Naturaleza. Esta se entendía como consciente, interrelacionada e interdependiente y todas las formas de vida eran iguales. La Naturaleza reflejada en la Tierra era considerada la Gran Diosa. Está época se corresponde con los comienzos de la evolución de la conciencia, con la etapa que Whitmont denomina fase mágica. El mito que lo describe lo encontramos en el mismo Génesis, cuando Adán y Eva vivían en armonía con la Naturaleza y con Dios. Estaban ligados a ella, integrados en sus ciclos, de modo semejante a como lo están los animales. Sus instintos regulaban sus actividades.

En este punto, resulta interesante observar que, hemos realizado un retorno galáctico, 25.000 años después, a los orígenes de la evolución de la conciencia, al núcleo matriarcal original. Sin embargo, el hombre occidental moderno ha recorrido un largo camino desde entonces, y su actual estado evolutivo, a diferencia de lo que sucediera entonces, es el del final del desarrollo de un ego férreo, estructurante de la realidad, consciente de si mismo y de la realidad. Ha aprendido a dominar y a controlar la naturaleza. Pero, al tiempo, se ha alejado de su estrato instintivo tanto, que su propia situación es más que peligrosa. Pues, como dijera Jung, la separación de la conciencia de la matriz instintiva, de lo inconsciente, es el origen de los mayores extravíos. Y de esta afirmación nos dan testimonio los actuales acontecimientos. De hecho, Jung (1997) señala que:

“Lo que la escisión en dos partes de la psique significa, ante todo el médico lo sabe. Él la conoce como disociación de la personalidad, base de todas las neurosis: la conciencia va por un lado y el inconsciente por el lado opuesto. Como las oposiciones no pueden conciliarse a su mismo nivel, se necesita siempre una tercera instancia, supraordinada, en que ambas partes puedan conjugarse.”

En efecto, la constelación del arquetipo del andrógino o si-mismo, propia de la era de Acuario, está teniendo lugar en el terreno más íntimo, en lo más profundo y oscuro de la situación mundial actual. El hombre moderno, a través del estado de transición que vamos a resumir a continuación, debe aprender cómo aplicar las leyes de la naturaleza de aquellos tiempos, a éste nuevo estado de su evolución. En una palabra, ha de ser capaz de fluir con la corriente, de actualizar el arquetipo del andrógino. De armonizar lo Masculino o Yang, organizador, activo, guerrero, analítico, con lo Femenino o Yin, perceptivo, armonizador, holístico, sintético.

Durante la fase mental, extrovertida, racional y materialista se ha producido una escisión con el mundo de la Gran Diosa. Se reprimieron los instintos para conseguir una domesticación de los mismos, de manera que se derivó una parte de la energía que quedó, de ese modo, a disposición de la conciencia. Esta energía se manifiesta en lo que hoy denominamos fuerza de voluntad y con ella hemos conseguido grandes logros. Sin embargo, la actitud anterior se ha convertido en una mortificación de los instintos y está poniendo en peligro la salud anímica. Y, así, se ha transformado en una traba para la evolución de la conciencia. Como dijera Jung, lo bueno es enemigo de lo mejor, y lo que fue positivo en una etapa del desarrollo de la conciencia, se convierte en nuestro enemigo y en un lastre para la nueva fase evolutiva.

Ahora estamos en condiciones de estudiar la simbólica astrológica y lo que ella nos dice de las posibles manifestaciones de las energías arquetípicas consteladas. Recordemos que los planetas transpersonales son Urano, Neptuno y Plutón y que ellos simbolizan los tres arquetipos actuantes en el colectivo de una época.

En la actualidad Urano y Neptuno están situados en el signo de Acuario y Plutón lo está en Sagitario. Apuntemos algunas palabras clave, importantes para la comprensión de lo que se diga en los próximos párrafos. Urano simboliza, en general, todo lo que se relacione con los saltos de nivel. Por lo tanto, los “saltos de electrones de un nivel u orbital a otro” en un átomo, los saltos de agua en las centrales hidroeléctricas para generar electricidad o el salto de un nivel de conciencia a otro superior o más elevado, constituyen algunas de las posibles expresiones concretas del símbolo de Urano. Representa, asimismo, la tendencia a seguir la propia pauta. Es el símbolo de la iluminación repentina, como un rayo de luz entre dos nubes, la perspectiva de largo alcance, la visión intuitiva del futuro y la clarividencia. Su constelación actúa impeliendo al individuo o al colectivo a seguir la nueva pauta, a romper con el status quo. Por tanto, es un planeta que se relaciona con las revoluciones, los cambios sorpresivos, la excentricidad. También con los grandes avances científicos y tecnológicos que desafían los conocimientos convencionales. Y, al tiempo, todo aquello que altere drásticamente el diseño de la vida en la Tierra. Neptuno, por su parte, simboliza la disolución de las barreras que nos separan de los otros. Se relaciona con el anhelo de perdernos en la unidad de todas las cosas. La tendencia a trascender el plano del ego aislado, rompiendo las barreras que lo separan del resto de la vida. Simboliza el difuminar de las fronteras entre nosotros y los demás. Con él, no existen un yo y un tú, pues todos, a un cierto nivel, estamos unidos en una realidad unificada. De hecho, en el estrato más profundo de la psique todos estamos relacionados y, a su vez, estamos relacionados con el propio universo. Al símbolo de Plutón ya nos hemos dedicado extensamente en el apartado anterior, por lo que aquí me limito a recordar que simboliza la dinámica de muerte-renacimiento que es propia de la vida. Su palabra clave es transformación, tal como sucede con la serpiente cuando muda su piel, o cuando de la crisálida surge una vetusta mariposa, o de un renacuajo la futura rana. Todos ellos simbolizan cambios de estado. Por supuesto, la radiactividad sería una de las manifestaciones plutonianas modernas.

El signo de Acuario es el domicilio de Urano, por lo que, hasta cierto punto, lo descrito para este planeta es válido para su signo. Sagitario simboliza la interconexión e interdependencia de todo elemento de la naturaleza. Este arquetipo se conecta directamente con la verdad inherente, o mejor, con las leyes internas que se correlacionan con el mundo de la manifestación. Así pues, la perspectiva holística propia de la teoría de sistemas, la religión y la filosofía son expresiones de dicha energía.

Por lo tanto, la dirección del arquetipo de Acuario y Urano es la de liberarnos de la condición preexistente, que nos impide abrazar el cambio que nos conduce a la nueva etapa del desarrollo de la conciencia, al estado andrógino. Dado que Plutón se está moviendo por Sagitario, la manifestación de la actitud patriarcal, en el desajuste que se ha ido ocasionando, referente a los seres humanos y sus relaciones con el resto del medio ambiente y sus leyes, está llevando a Gaia a un estado de caos. Los efectos son obvios: la destrucción de la atmósfera (Acuario), que tiene lugar como consecuencia de las inyecciones de contaminantes xenobióticos, lo que provoca un aumento del agujero de la capa de ozono, está produciendo un incremento en la radiación ultravioleta que llega a la superficie terrestre; el aumento de la contaminación de las aguas de ríos, océanos, estuarios, etc. (Neptuno); la progresiva contaminación de los alimentos con pesticidas, tales como los organoclorados, organoforados, piretroides, etc.; la extinción de especies a un ritmo acelerado, desconocido hasta la fecha; la deforestación de bosques, como consecuencia de la tala de árboles indiscriminada; el incremento de la lluvia ácida, por la emisión de contaminantes por parte de la industria, que termina por desolar bosques; etc.

El arquetipo plutoniano activado nos lleva a tomar conciencia de los límites de flexibilidad de los sistemas naturales y, por tanto, de este tipo de destrucción. Como consecuencia, la Naturaleza comienza progresivamente a acusar los desequilibrios humanos y, gradualmente, está poniéndonos frente a la realidad de los hechos. La pretérita ilusión de dominio de la Naturaleza, propia de la actitud de la conciencia de la era patriarcal, está llegado a su fin. Gradualmente, se irán intensificando las actuales brechas que el hombre ha estado abriendo en los ciclos que rigen a la Naturaleza. Así, el aumento del calentamiento global, como consecuencia de las inyecciones indiscriminadas de gases de efecto invernadero (dióxido de carbono, metano, CFCs, vapor de agua inyectado artificialmente en la atmósfera por las centrales térmicas, etc.), llevará, probablemente, a una disminución de los casquetes polares y al aumento del nivel de las aguas oceánicas. Como consecuencia de ello, un importante número de países costeros verán reducidas sus tierras emergidas (Neptuno). El desequilibrio en las pautas de vientos locales e, incluso, globales ya comienza a presenciarse, pero es muy probable que continúe aún más. De este modo, sería esperable un incremento de fenómenos meteorológicos como huracanes, tornados, tifones, etc (Urano).

Como consecuencia del aumento del tamaño del agujero de la capa de ozono, es de esperar que la radiación solar ultravioleta que llegue a la tierra provoque mutaciones genéticas y cánceres de piel, cataratas y otras enfermedades asociadas a las radiaciones. Asimismo, con bastante verosimilitud, el aumento de la actividad solar (manchas solares) tendrá una incidencia mayor en la vida en la tierra, produciéndose un aumento de enfermedades psicosomáticas y desequilibrios psíquicos, además de las mutaciones ya mencionadas. En este mismo orden de ideas, las centrales nucleares generan residuos que son difíciles evacuar. Los residuos de alta actividad tienen períodos de vida que se extienden por muchos miles de años. Pese a las actuales medidas de aislamiento y enterramiento, no hay certeza alguna de lo que pueda suceder en el futuro. Y no podemos dejar de señalar las consecuencias de los más que probables accidentes futuros, en las centrales nucleares y de los submarinos atómicos.

La extinción acelerada de la biodiversidad esta provocando y provocará en el futuro, aún con más graves consecuencias, una reacción en cadena. Al desaparecer las especies de un ecosistema se produce un desequilibrio que afecta a los ecosistemas adyacentes y, finalmente, a escala planetaria global. Por no mencionar la introducción de especies exóticas, que desplazan a las autóctonas y desequilibran el ecosistema allí formado. Un ejemplo de ello lo tenemos en el caso del conejo en Australia, que, al no tener depredadores, se multiplicó hasta tal extremo que desertizó un ecosistema que antes era rico y en equilibrio. Hay numerosos ejemplos de esto en todas partes del mundo.

La indiscriminada utilización de pesticidas xenobióticos recalcitrantes, como el DDT, ha tenido como consecuencia que, incluso en focas y otros animales polares, se haya detectado trazas de este insecticida en su tejido adiposo. De hecho, podríamos afirmar que no hay ser humano en la actualidad que no tenga restos de algún insecticida en sus tejidos grasos. El problema de estos insecticidas es su biomagnificación a través de la escala trófica. Es decir, su concentración aumenta, a medida que vamos subiendo de niveles tróficos. Las consecuencias de esto para el hombre sólo serán perceptibles en un futuro no muy lejano.

Otra forma en la que las energías subyacentes a la manifestación o leyes de la naturaleza se rebelarán (acuario), contra los seres humanos, será a través de las progresivas mutaciones (plutón) de formas de vida tan diminutas como las bacterias y los virus. De hecho, con el uso de las técnicas de la ingeniería genética se han conseguido organismos modificados genéticamente, cuya introducción en el medio ambiente puede llevar a consecuencias insospechadas. Así, por ejemplo, determinados semillas resistentes a ciertas plagas, se han utilizado ya en la agricultura. Las probabilidades de que los genes modificados pasen a otras plantas autóctonas son muy elevadas y sus desastrosas consecuencias impredecibles. Eso mismo es válido para las bacterias.

En este mismo orden de ideas, debido al incremento de las radiaciones solares y del uso indiscriminado de antibióticos, las bacterias y los virus tienden a mutar para poder sobrevivir. Es muy probable que en dichas mutaciones, y en estos organismos la tasa de mutación es muy elevada, las bacterias acaben por hacerse resistentes a los antibióticos. De modo que, la vida humana se puede ver amenazada (Green, 2000). El caso del virus del sida, que se transmite a través de los fluidos corporales como el semen y la sangre, es un ejemplo de ello.

Con Plutón moviéndose por Sagitario y Neptuno y Urano en Acuario, un signo de aire, no resulta nada extraño aludir al incremento de alergias, como consecuencia del aumento de partículas de polvo, virus, hongos y otros tipos de microorganismos. Y la transmisión de enfermedades a través del aire sería una manifestación externa muy ajustada a la constelación de dichos arquetipos. Esto me recuerda a la película Estallido, en la que un virus de Motaba, el ébola, transmitido por un mono, llegó a los Estados Unidos y comenzó a proliferar. La dificultad de su erradicación radicaba en que había mutado y se extendía rápidamente porque se transmitía por el aire. La situación se pudo solventar gracias a la captura del mono original. Esto que es sólo una película, no es sino una caricatura (una exageración de rasgos) de lo que podría llegar a suceder. En cierto sentido, ya tuvo lugar cuando los europeos llevaron ciertas enfermedades a las selvas del continente sudamericano. La película “Los últimos días del Edén” es un buen ejemplo de ello, así como de la importancia de la diversidad específica para llegar a erradicarla, en el caso de que se produzcan epidemias.

Asimismo, se ha dicho que esta es la Era de las Telecomunicaciones. El aumento de la información y su acceso fácil a través de Internet está produciendo un colapso. Pues la capacidad de asimilación del ser humano es limitada. Puede que esto induzca a un crecimiento neuronal para adaptarse al aluvión de información que hoy nos invade por todas partes. Lo que ya está mostrándose es que un aumento de información parece estar en proporción inversa con la cultura. Información no es cultura, pues carece del elemento afectivo. Al tiempo que la cultura va decreciendo al ritmo en que aumenta la información, los nuevos avances en las telecomunicaciones están generando una cantidad de contaminación electromagnética insospechada. El efecto de la radiación electromagnética en la salud de las personas, según la ciencia convencional, no está demostrado. Sin embargo, después de lo que hemos visto en el apartado dedicado a la astrología científica, no nos resultará demasiado difícil conjeturar una más que probable influencia psico-física en el ser humano (y en el resto de seres vivos). De hecho, algunos estudios vanguardistas han demostrado que el cerebro humano es muy sensible a las radiaciones electromagnéticas de bajas frecuencias (Devereux, 1991). Incluso, en los medios de comunicación, hemos tenido ocasión de presenciar casos de familias que, viviendo en las proximidades de repetidores o torres de alto voltaje, han experimentado trastornos conductuales. Las consecuencias de esta contaminación energético-informativa serán evidentes en un futuro a medio plazo.

No podíamos dejar de mencionar aquí las implicaciones del arquetipo de Urano, regente de Acuario y, por tanto, de la época que está comenzando a germinar, en el ámbito de la Astronomía y de la Física modernas. Así, la perspectiva telescópica asociada a Acuario está comenzando a erosionar los presupuestos (prejuicios) que sustentaban a la ciencia ortodoxa. El reciente descubrimiento de posible vida extraterrestre, como parecen atestiguar los últimos estudios del planeta Marte, está revolucionando todos los supuestos sobre los que se asentaba el limitado y estrecho saber del ser humano.

Asimismo, los nuevos avances en el mundo de la Física, especialmente de la Física atómica, han roto en mil pedazos nuestra visión del mundo y de la realidad. Resulta que los elementos básicos de la materia, sus ladrillos, no son tan sólidos como otrora creíamos. Al parecer no son las partículas, sino los campos los ladrillos que componen la materia. A medida que los estudios físicos avanzan, sus conclusiones parecen solaparse con los descubrimientos de la psicología profunda y/o transpersonal. Y es previsible que acaben por llegar a unificarse en un futuro, de manera que las investigaciones de lo Inconsciente Colectivo, de la Microfísica y de la Astronomía llegarán a confluir en una explicación unificada de la realidad.

Todas estas manifestaciones, una vez lleguen al pináculo, resultarán tan obvias, que obligarán a las personas a prestarles la debida atención. Y es que el coste material y, me atrevería a decir, vital de sus consecuencias, será tan grande que inducirá a un recrudecimiento de la crisis actual. Esto está empezando a conducir, a determinados sectores de la sociedad, a una progresiva crisis del sistema de valores detentado en la actualidad. Esta crisis, correlacionada con el tránsito de Plutón en Sagitario, tiene la intención de transformar el actual sistema de valores y, por consiguiente, la forma en que interpretamos la realidad y sus fenómenos. La perspectiva adoptada por el patriarcado y su visión de la naturaleza como si de una máquina se tratara, propia de la fase mental de la evolución de la conciencia, se resquebraja por momentos. Y al ser humano, tanto en su vida privada, cuanto en el mundo que le rodea, no le quedará otro remedio que aceptar, a través del dolor y la humillación, que la Naturaleza (interior y exterior) es, sin duda, más poderosa que él. Como dijera Jung, la Naturaleza no tiene que ganar la batalla, pero no puede perderla.

En el ámbito de las relaciones personales se está produciendo un estado de confusión de sexos. Cada vez son más las declaraciones de homosexualidad y bisexualidad, así como las expresiones grotescas de sexo sin sentimiento. Las relaciones de pareja están en crisis, los divorcios aumentan a un ritmo estrepitoso y hombres y mujeres son reacios a convivir. Los hombres temen, no sin cierta razón, la reacción compulsiva de su pareja, en muchos casos, poseída por complejos inconscientes. Y los hombres adquieren rasgos afeminados, por la inconsciencia de la necesidad de adquirir un contacto y expresión del elemento Femenino de su psique. Probablemente, esta situación se agudice aún más, hasta que hombres y mujeres se den cuenta de la necesidad de incorporar las energías inconscientes en sus propias vidas, dando cuerpo a su androginia original.

El recrudecimiento de esta situación externa, confrontará al enaltecido ego del Hombre Colectivo con su sombra, de modo que lo obligará a un total ajuste con la naturaleza y una reestructuración, paralela, de su sistema de valores, para crear un estado de equilibrio consigo mismo y con la naturaleza.

En otro orden de ideas, el aumento y expansión del fanatismo de todas las religiones patriarcales es una de las manifestaciones más claras de Plutón en Sagitario. Aún es esperable el recrudecimiento de estos fenómenos, en su esfuerzo por mantener el status quo y no transitar hacia la integración del elemento femenino. El terrorismo es la manifestación más clara de esta tendencia, de modo que proyecta toda su barbarie (sombra) en la figura del enemigo, contra el que combate, en nombre de un Dios, que es más bien Satanás, uno de los sinónimos del arquetipo de Saturno. El verdadero peligro, no sólo en lo que estamos teniendo ocasión de presenciar en oriente medio, sino en un futuro a corto o medio plazo, lo constituyen aquellos grupos religiosos de fanáticos, cual es el caso de Al Quaeda y los líderes religiosos extremistas como Osama Bin Laden. Poseídos por complejos inconscientes, estos grupos pueden llegar a tener acceso a armas biológicas o nucleares y su potencial de destrucción es incalculable. Por desgracia, ya estamos siendo testigos de semejantes actos de barbarie. Todo esto sucede y seguirá sucediendo hasta que los valores de la herencia patriarcal sean trascendidos. Hasta que se acceda a una disolución de las rígidas y estrechas barreras de un ego en estado de inflación y su entrada en las aguas de la Casa XII.

Todos estos cambios y transformaciones en los sistemas de valores de la Era de Piscis, romperán con el status quo establecido. De modo que inducirán a una crisis de carácter institucional. Así, cuando Plutón entre en el signo de Capricornio, a partir del año 2009, es de esperar que las estructuras políticas, económicas y sociales entren en un período de “caos creativo”. La demolición de las antiguas estructuras dará paso a una toma de conciencia de la necesidad de una re-estructuración de las nuevas tendencias políticas. En esos momentos se comenzarán a cimentar las nuevas estructuras institucionales, con metas de tipo unificador. Ya somos testigos de un comienzo, de la implantación de la semilla que habrá de florecer, en las nuevas instituciones europeas, así como de los tratados entre las grandes potencias. No obstante, esto aún esta en un estado germinal, de modo que la actitud de fondo tendrá que arraigar, adquiriendo una perspectiva unificadora, sintética y holística. Una actitud en la que las naciones se vean como individuos autónomos, dentro de un conjunto global de múltiples interrelaciones interdependientes. De modo que se institucionalice aquella frase célebre que dice “piensa globalmente y actúa localmente”. Con ello, la actividad económica y la actitud competitiva se percibirán como totalmente inadecuadas para la evolución de los países y del propio mundo (Paul, 1991).

Probablemente, comiencen a socavarse las formas de gobierno actuales. Y se observe la necesidad de entidades supranacionales, que gobiernen de un modo más flexible y adecuado a las necesidades de la humanidad y no tanto por y para los intereses exclusivos de las gobernantes y de la nación. La palabra competencia se transformará en cooperación entre todos los países del mundo. Hoy día estamos asistiendo a un ejemplo de esto, a raíz del ataque terrorista del 11 de Septiembre. Y no olvidemos que este acontecimiento sucedió en sincronicidad con la oposición por tránsito de Plutón y Saturno. Y Saturno es el planeta regente de Capricornio, por lo que el significado simbólico de ambos es semejante.

Como sucede hoy, probablemente algunos países actuarán tratando de imponer su liderazgo y autoridad en regímenes de tipo totalitario. Esta reacción es común en los inicios de transformaciones, y el ejemplo más palpable lo experimentamos con el aumento de los regímenes totalitarios previos a la II Guerra Mundial. La tensión internacional aumentará, antes de que se comience a clarificar la nueva dirección. Y, esperémoslo así, después de una gran convulsión mundial, se crearán las bases gubernamentales e institucionales para el diálogo, el consenso y la paz mundial.

A un nivel individual se produce una confrontación, concienciación y asimilación de los estratos instintivos, con los que el ego se halla en una peligrosa discrepancia. Esta confrontación con el fragmento de naturaleza que hay en nosotros, puede ser más fácil (si bien no menos dolorosa) si se acepta su carácter inevitable y se colabora con la nueva dirección, por la que, las energías dinámicas de la psique, están más inclinadas a discurrir. Quizás si colaboramos con lo inevitable y aceptamos la unión de los opuestos, que tiene lugar en nuestro ser más íntimo, estaremos más capacitados para dar a luz al nuevo andrógino que está por nacer.

En una noche de confusión
Nació la semilla del corazón
¡Oh, dichoso destino!
De entre las tinieblas surgió, colosal
La imagen eterna del hombre primordial.

¡Cuán extraordinaria belleza,
Emanada de su androginia!
Y fui atraído por su bonanza,
En túnica plateada
Que me envolvía en cuerpo y alma.

Atendí a su llamada
En oscura noche adentrada,
Y en impúdico amor henchida,
Me uní en eterno abrazo a mi amada,
En hermafrodita visión transformada.

¡Cuánta dicha la mía!
El placer carnal conferido
Recorrió mi cuerpo convulsionado
Elevando mi espíritu a alturas siderales
Desde profundidades abismales.

Esta entrada fue modificada en 6 junio 2015 13:07

    Categorías: Artículos
Raúl Ortega: Soñador e intérprete de sueños. Batería. Melómano del funk y el jazz. Creador y curador de Odisea del Alma. Ensayista. Terapeuta de orientación junguiana. Programador y desarrollador web. Criador de aves exóticas. Devorador de berenjenas y brevas. Bebedor de Ribera del Duero. Paradigmático puer aeternus. Hippie extemporáneo en formación continua.